Aunque el software libre suma éxitos continuamente, en el mundo persisten dificultades para su extensión en las computadoras personales. Falta voluntad política para el cambio y que se valoren las ventajas de migrar en forma prudente, pero sin miedo
El pasado 25 de agosto se cumplieron 20 años del nacimiento del sistema operativo (SO) Linux. El aniversario fue celebrado en numerosos países por integrantes y entusiastas de esa comunidad, y también por quienes aspiran a un mundo mejor, menos monopolista e imperialista. Líderes de este movimiento concedieron entrevistas e hicieron declaraciones y se difundió una multimedia por la ocasión.
Hoy Linux está presente en numerosos mercados y servicios; es usado en sistemas de control de tráfico aéreo, en submarinos nucleares, en el mayor proyecto de investigación mundial, el colisionador de hadrones del Laboratorio Europeo de Física de Partículas, y en la creación de efectos especiales para películas.
Jim Zemlin, responsable ejecutivo de la Fundación Linux, se refirió hace poco a que el sistema operativo creado por Linus Torvalds en 1991 es responsable del 72 por ciento de las transacciones electrónicas mundiales de la bolsa de valores, y recordó la retirada de sistemas Windows y la apuesta por Linux en uno de los mayores mercados bursátiles mundiales, el London Stock Exchange, ahora regido por servidores con Novell SUSE Linux Enterprise.
Durante la conferencia inaugural de un evento de la fundación que dirige, destinada a la promoción de Linux y estandarización de componentes de hardware y software para el sistema operativo GNU/Linux, según el sitio MuyComputer, Zemlin contó sobre el monopolio absoluto de Linux en servidores de misión crítica y de alto rendimiento, y mencionó la impresionante cuota de mercado del sistema libre en los 500 mayores servidores mundiales, que representan nada menos que el 96 por ciento. Citó igualmente la presencia de Linux en dispositivos portátiles y de telecomunicaciones, con el Kindle de Amazon como líder en el sector del libro electrónico, y los teléfonos inteligentes con Android, que ya lideran el mercado de estos dispositivos.
Al referirse a las prácticas monopolistas de Microsoft, la compañía creadora de Windows, expresó que a su juicio Linux ha superado al gigante de Redmond en casi todos los mercados, exceptuando el de las computadoras de escritorio.
Poco tiempo después de estas declaraciones, Microsoft eliminó a Linux de la lista de amenazas a su propio SO. ¿Una estrategia para desacreditar o restarle importancia al Linux?
En su informe anual a la Comisión del Mercado de Valores estadounidense correspondiente a este año, que se dio a conocer a mediados de agosto, se constata que la compañía ya no considera que el SO Linux sea un rival que se deba tener en cuenta. De este mismo texto, en el apartado de Windows y Windows Live, también desapareció la referencia a los navegadores de software libre Mozilla y Opera, a los cuales se les mencionaba en 2010 como competidores del Internet Explorer, del SO Windows.
No se trata de alimentar la teoría de la conspiración, sino de tener en cuenta que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) adquieren cada vez mayor relevancia, no solo para el desarrollo cultural y económico de las naciones, sino como armas de dominación esgrimidas por el llamado Primer Mundo contra el resto del planeta, y enfocadas especialmente a las naciones «disidentes».
Entonces qué pueden hacer estas últimas, y por extensión los países pobres. Pues volverse hacia Linux y defenderse así mediante una estrategia seria y progresiva para de una vez comenzar a sacudirse la subordinación a la corporación imperial, y de paso ahorrar en el empeño algunos dineros. Una vez en ese carril, lógicamente el desarrollo del software libre tiene que desembocar en mayor independencia tecnológica, lo que significa también conquista o reconquista de soberanía.
Cada día en todas partes aumenta la preocupación de la sociedad debido al creciente espionaje a que son sometidas las personas mediante las TICs, por parte de instituciones gubernamentales dedicadas, por ejemplo, a la «lucha contra el terrorismo»; y de la misma forma crece el temor entre la población a ser desfalcada por piratas informáticos e impostores y estafadores que pululan en la red.
Muchos usuarios de Windows continúan preocupados por la existencia en sus máquinas, mediante el código fuente del software, de una «puerta trasera» que pudiera trasladar información a organismos relacionados con la seguridad, como ha sido denunciado en numerosas ocasiones.
En ese panorama los esfuerzos de la comunidad Linux, y en general de la Fundación del Software Libre, continúan resultando prometedores, en aras de lograr sistemas de computación y comunicación más baratos, confiables e independientes de las grandes corporaciones.
Nadie niega que los problemas que enfrenta el software libre son los mismos desde hace algunos años, pero la mayoría de los expertos y analistas insisten en destacar los avances que se registran de forma modesta, pero continua.
Entre las desventajas para la migración hacia Linux en las computadoras personales, un rastreo en internet arrojó las siguientes: demasiadas distribuciones o distros, ya que entre decenas de estas, al principiante y a veces hasta a la misma empresa les resulta difícil escoger la más conveniente; temor a la línea de comandos, porque a pesar de que el uso de la interfaz gráfica, como en Windows, aumenta y mejora su presencia en casi todas las distros, el usuario, y por supuesto los administradores de red, tarde o temprano tendrán que enfrentar el lenguaje de códigos mediante el terminal.
Otras limitaciones señaladas son olvidarse de los juegos, debido a que todavía no es negocio fabricar este tipo de programas dirigidos a Linux; los más populares solo se venden para Windows, y aunque existe software como el Wine, que permite correr en Linux programas de Windows, este constituye un pobre consuelo; olvidamos los virus, pero no otras amenazas, y esto se traduce en que la ventaja de que Linux no tenga virus, o supuestamente no los tenga, va perdiendo fuerza, ya que igualmente hacen falta otros métodos de protección contra programas malignos.
Hacen falta tiempo y dedicación, ya que aprender a usar Linux requiere cierto esfuerzo. Visual y funcionalmente ya se asemeja bastante al Windows; por eso la curva de aprendizaje cada vez es menor y hace rato dejó de ser un sistema para expertos. La mayoría de las tareas básicas para un usuario medio en Linux se pueden aprender en breve tiempo, pero hay que estudiar un poco.
La incompatibilidad de software constituye otro inconveniente, porque aunque los desarrolladores han hecho un gran trabajo presentando aplicaciones alternativas a programas muy utilizados en Windows, todavía muchas de estas y controladores no están disponibles para Linux. Si los informáticos de una empresa o institución tienen que enfrentar constantemente quejas de que el periférico X no funciona en el Linux recién montado en las terminales, esto resulta nocivo para la aceptación del nuevo SO; y el comienzo con Linux desde la infancia, que tiene que generalizarse. No es lo mismo migrar desde Windows que arrancar desde cero con pleno Linux.
Es preferible hacer hincapié en las desventajas de la migración hacia Linux justamente como la mejor forma para desmitificar exageraciones y si es posible proporcionar mayor conocimiento del tema a los tomadores de decisiones. Porque las nobles ventajas de este sistema suelen ser más divulgadas: se trata de una alternativa y un sistema libre, de código fuente abierto, que cualquiera lo puede modificar y distribuir; pertenece a la «comunidad» y por tanto voluntarios en todo el mundo participan en su desarrollo. Existen programas de pago, pero la generalidad es que resulte gratis.
Resulta muy estable y difícilmente se quede «colgado»; los servidores que lo usan tienen reputación de trabajar durante muchos meses de forma ininterrumpida; es extremadamente seguro, porque cuenta con varios sistemas de protección y apenas lo atacan virus; existen programas para casi todas las tareas, aunque todavía no hay tanta variedad como en Windows; lee y escribe en sistemas de archivo de Windows, Macintosh y otros; y mediante red se comunica con cualquier otro sistema.
Casi nadie duda ya de que Linux es un gran sistema operativo y que se extiende de forma indetenible por todo el mundo. Lo que falta es que aumente la voluntad política para el cambio; que se valoren en cada lugar las ventajas de migrar a ese SO, y que la fundamentación y la capacitación indispensables para dar el paso se realicen prudente y objetivamente, pero sin miedo.