Aclaración primera: como las especulaciones, los bretes, las apuestas (quinielas, les llaman en Europa) y las maledicencias abundan y no entienden la «calma» de Cuba (que nosotros preferimos calificar como paz, en tanto esa es la verdadera condición de nuestro espíritu cuando no lo estremecen temores, ni impaciencias, y hay seguridad en lo que se hace hoy y se hará mañana), me apresto, en nombre propio, puesto que mis compatriotas lo hacen en tono y actos colectivos, a responder algunas, solo para dejar constancia escrita de ello, por lo de las «hojas de ruta» y las «frutas maduras».
Aclaración segunda: «...Revolución —recuérdese el 1ro. de mayo de 2000— es sentido del momento histórico...». Lo que se cambia, cuándo se cambia y cómo se cambia es asunto exclusivo de quienes hicieron la Revolución y de los que hoy la mantienen viva. No toca, no compete, no corresponde y no esperen ni siquiera cortés audiencia quienes busquen otra cosa. Ni siquiera explicaciones sobre lo que planeamos cambiar o no. Solo tenemos una coincidencia: el futuro de Cuba lo determinamos los cubanos, ayer, ahora y siempre. No necesitamos (ni buscamos) tolerancia o perdón: désenos la justa paz que nos corresponde y merecemos.
No esperamos nada de afuera, mucho menos del vecino poderoso que nos bloquea, agrede, desprecia y desea nuestra desaparición. No actuamos movidos por esperas y anhelos ajenos. Obedecemos a intereses y ritmos propios. No necesitamos asesores para decidir sobre nuestro destino futuro, como no los necesitamos para hacer la Revolución y defenderla. Ni siquiera nos dedicamos a recomendar en réplica la renuncia de presidentes, primeros ministros, reyes, congresistas o candidatos a cualquiera de esas dignidades, aunque obsolezcan de corruptos, incapaces, mentirosos y aburridos.
Tampoco nos ofrezcan rupturas ni diálogos condicionados. Aquí somos edificadores de consensos y de unidad, y aprendimos el duro y libre arte de vivir sin tener precio. Quien quiera d-i-a-l-o-g-a-r con Cuba, apréstese a hacerlo de a igual. Es lo único constructivo y aceptable. La mesa está servida.
Aclaración tercera: guárdense agendas y termómetros. No recibimos demandas extranjeras, mucho menos de quienes inmoralmente silencian el bloqueo, la agresión y el terrorismo contra nuestro país y no han tenido siquiera el pudor de reconocerlos. Lo que ocurra en Cuba, la velocidad y la naturaleza de los sucesos, no dependerá para nada de la actitud de las autoridades norteamericanas. Dejó de depender hace 50 años, incluso en lo referido a la defensa y a la resistencia frente a la guerra económica, comercial, financiera, diplomática, mediática.
Aclaración general y única de su tipo: Fidel Castro no «renunció» a sus cargos. Fidel solo advirtió que no aspirará ni aceptará ser postulado nuevamente a estos. Técnicamente, es, en estos momentos y hasta la elección de este 24 de febrero, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y el Jefe supremo (Comandante en Jefe) de las instituciones armadas y de orden interior, según establece la Constitución de la República en su capítulo XI.
Excusa final: disculpen los compatriotas que lean esto y lo encuentren ríspido. La tontería global lo merece. Deseamos una transición de pensamiento a todos los confundidos que motivaron estas aclaraciones.