Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El videoclip es un arma de la cultura

Lucas arriba este 2017 a su vigésimo aniversario. Con motivo del onomástico, Juventud Rebelde dialoga con Orlando Cruzata, director de este proyecto

 

Autores:

Luis Autié Cantón
Arlette Vasallo García

Orlando Cruzata es un tipo común, de pelo alborotado, gafas oscuras y pulóver negro. No sé si es consciente, pero su actitud, entre malhumorada, desafiante y desdeñosa, hace que quien converse con él se sorprenda de su delicada capacidad para contrarrestar con enorme amabilidad todos los «sablazos» inquisitivos que se le lancen. En 1997, hace 20 años, nació el proyecto Lucas que, bajo su égida, se ha convertido en el referente del videoclip cubano.

Sentados en las antípodas de una mesa redonda, sobre la cual reposa, no sabemos si lleno o vacío, un sobre con letras grandes y negras que anuncia Premio de la popularidad, Cruzata se cuelga las gafas en el cuello y rompe el hielo.

«El proyecto Lucas ha sido más positivo de lo que esperábamos, sobre todo porque ha cumplido sus objetivos fundacionales: promover, divulgar e incentivar la producción del videoclip cubano. Si hace decenios, cuando comenzó el proyecto, se hacían alrededor de 20 o 30 obras al año, ahora se hacen más de 300. Empieza a haber, por tanto, una decantación, teniendo en cuenta la calidad. Existen períodos de meseta y de vanguardia, pero son procesos normales en la creación y en todos los movimientos artísticos. Su logro principal no es solamente haber dado a conocer a quienes hacen música en Cuba, sino haber aportado y ayudado a descubrir unos cuantos directores, que empezaron con este tipo de audiovisual, empleando recursos mínimos, y ahora son importantes.

«La de 2017 ha sido una edición complicada para el jurado. Aunque no ha sido una etapa de grandes videos, sí de trabajos muy parejos. Creo que esa es la mayor alegría que puede haber dado el proyecto: el hecho de ayudar a mostrar el talento».

¿Tiene Lucas algún público meta definido?, preguntamos obviando el hecho de que, a nuestras espaldas, una pizarra blanca esconde, entre garabatos, los posibles nominados en diferentes categorías. «El proyecto está dedicado a todo el que quiera apreciar el videoclip, responde Cruzata. A nivel mundial, el público al que están dirigidos estos materiales se encuentra entre los 12 y los 35 años. En Cuba eso tiene otras características, pues la génesis de estos audiovisuales no es la misma que en otras latitudes, por cuestiones estéticas, éticas, sociológicas, e incluso comerciales y económicas. Pero el público del videoclip sigue siendo de 12 a 35 años.

«No es el mismo contexto histórico y social ahora, que cuando inició el proyecto y, por tanto, es distinta la manera en que se encara esta nueva apertura a la música internacional. Muchos artistas y realizadores cubanos ya no solo trabajan en Cuba ni con músicos de aquí».

—¿Cómo maneja el proyecto esta apertura en el ámbito cultural, esta creciente influencia recíproca actual, en la que nosotros bebemos del mundo, pero el mundo también se nutre de lo que hacemos?

—Desde el principio se mantuvo la idea, incluso cuando era casi imposible hablar del tema, de que los artistas cubanos que estuvieran fuera de Cuba, los realizadores cubanos que no vivieran aquí, tuvieran también el derecho a presentar sus trabajos dentro de Lucas. Y ha ocurrido que muchos de ellos han sido nominados y premiados. Es decir, que esta apertura a nosotros no nos cogió por sorpresa, porque eso estaba dentro de las bases fundacionales del proyecto: respetar y no restringir lo cubano a lo hecho en Cuba. Lo cubano es un concepto mucho más amplio. Usted puede vivir en Alaska y ser tan cubano como el que está ahora mismo en 10 de Octubre, existen muchos elementos que marcan la cubanidad.

«Hay cuestiones que debemos aprender en esta nueva dimensión, como respetar el derecho de autor, de transmisiones, una serie de elementos a los que antes no prestábamos tanta atención, porque nuestro mercado era enteramente nacional. Pero ahora tienes que respetar todo eso, firmar los correspondientes contratos. Incluso, tienes que hacer contratos con los músicos que van a participar en las galas, porque en estas circunstancias en que los músicos cubanos pueden presentarse en otros países, debes llegar a un acuerdo para que no te dejen la gala en el aire, “embarcada” como se dice vulgarmente. Eso se tiene en cuenta en todos los grandes espectáculos del mundo.

«Antes no lo hacíamos porque no hacía falta, pero ahora sí. Uno va aprendiendo constantemente, porque el mundo del videoclip, el del audiovisual en función de la música, es muy complejo, lleno de aspectos legales. No solamente es la parte creativa».

—Acorde a esta nueva época, y teniendo en cuenta la concepción de sus galas de premiaciones, ¿qué elementos convierten a estos espectáculos en lo que podemos denominar un fenómeno sociocultural?

—Creo que con el tiempo hemos ido aprendiendo a hacer ese tipo de espectáculos. Y viendo cómo se conciben en otras latitudes hemos logrado llegar a un nivel digno, al menos en comparación con lo que se produce en América Latina. A eso súmale que la mayoría de los artistas que se presentan son gente joven, con una conexión empática con el público,  de modo que la gente asiste buscando eso.

—Veinte años después: ¿tiene alguna insatisfacción?

—Queremos llevar el proyecto al resto del país. Nos encantaría materializar la idea de hacer la gala en La Habana y en Santiago de Cuba, en el Karl Marx y en el Teatro Heredia, simultáneamente. Pero aún no ha sido posible, tanto por problemas de presupuesto como por falta de voluntad ejecutiva... Hasta pensamos llevar adelante una gira en homenaje a los 20 años, pero, al parecer, ha habido falta de interés.

«Por otro lado, el principal obstáculo de Lucas es su propio crecimiento. A veces no hay espacio para exponer el videoclip, y no solamente para su estreno, sino para su reiteración, que resulta esencial para el género. Si no se repite un número determinado de veces no cumple su objetivo principal. Es complicado en tiempos en que se producen más videos, pero el programa tiene la misma cantidad de tiempo que cuando empezamos. De ese modo es difícil que cumpla su función de promoción.

«No hemos podido lograr que la gente entienda que el videoclip constituye también un arma de la cultura, pero es un arma que se debe saber manejar. El hecho de contar con un canal musical no significa que se haya ganado la batalla, sino que tenemos una herramienta más para ese fin. Y hay que aprovecharla mejor».

Como cada año Lucas será el encargado de juzgar lo más reciente del videoclip cubano. Foto: Marianela Dufflar

 

Orlando Cruzata Montero, director del proyecto. Foto: tomada de Facebook

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