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Vuelve a editarse en papel revista Cine Cubano

El número correspondiente a enero-marzo de 2006 de la más antigua publicación dedicada al universo audiovisual en Latinoamérica será presentado el próximo 20 de septiembre 

Autor:

Joel del Río

De Pineda Barnet escribe Fernando Pérez en la publicación. Foto: Roberto Morejón El próximo 20 de septiembre los cinéfilos cubanos, y los interesados en registrar las palpitaciones del universo audiovisual contemporáneo, tendrán ocasión de redimir la nostalgia por cierta época del pasado: se presentará el número 159 de la revista Cine Cubano (la más antigua de su perfil en Latinoamérica) en papel, con las medidas habituales, y nada menos que 96 páginas. La alegría por el reencuentro con esta publicación no impide reconocer que funcionaron ocasionalmente otras fórmulas, como la asimilación de las novedades tecnológicas que derivó en la versión de internet —sostenida durante algún tiempo como la única opción de supervivencia para esta revista— y el madero de salvamento que resultó la versión reducida y en formato tabloide, pero de todo ello nos queda la experiencia y el imperativo de impedir que vaya languideciendo, o que fenezca, uno de los proyectos culturales emblemáticos del ICAIC.

La revista regresará a nosotros corregida y aumentada, aunque conserve básicamente la forma y el contenido que antes la caracterizaran, particularmente la acendrada defensa del cine nacional y latinoamericano. Hay textos críticos, en la sección Hasta cierto punto, sobre Barrio Cuba y Frutas en el café (tener en cuenta que este número 159 debe cubrir los meses de enero, febrero y marzo de 2006 y por ello se habla de producciones no tan actuales); además, Fernando Pérez escribe sobre Enrique Pineda Barnet, el galardonado con el Premio Nacional de Cine el año pasado; Jorge Luis Sánchez entrega emocionada crónica sobre la cineasta recientemente fallecida Ana Rodríguez; el realizador chileno Miguel Littín relata sus primeros encuentros con las películas cubanas; Juan Ramón Ferrera diserta sobre la obra de Senel Paz, Mercedes Santos Moray a propósito de «la cámara subjetiva» de Dulce María Loynaz, y Humberto Solás postula sus ideas sobre la dirección de actores en la sección A veces miro mi vida, mientras que en Por primera vez, Rafael Hernández nos entrega provocativo y argumentado ensayo sobre La imagen de Cuba en el cine-El making de un canon.

Por la anterior enumeración pudiera parecer que los editores se concentraron en el “ombliguismo” nacionalista, pero nada más lejos de la verdad en papel. Algunos de los textos más prolijos, descollantes y sugestivos resultan El segundo renacimiento del cine surcoreano, que firma Alberto Ramos; El manga y el anime japonés: la máquina transcultural (Dean Luis Reyes); Sagrado y obsceno: el cine de Román Chalbaud (Frank Padrón) y Cuatro miradas sobre el cine latinoamericano (Andrés Machado Conte), entre otros artículos y entrevistas cuyo contenido cosmopolita e informativo es obvio desde los títulos, además de que patentizan el ensanchamiento de las fronteras mentales para cualquier aldeano orgulloso.

No faltan tampoco las secciones tradicionales de crítica a las publicaciones relacionadas con el cine recientemente aparecidas ni la publicación habitual de un fragmento de guión (consagrado a El Benny cuando se llamaba Divina desmesura) ni la enjundiosa sección de Memoria compartida, que se dedica a una breve compilación de trabajos sobre cine en las revistas cubanas Orto, Avance, Orígenes. Además, se caracteriza como crítico cinematográfico al teórico Riciotto Canudo, el hombre que inventó buena parte de los conceptos que todavía hoy se manejan, entre otros, la designación del cine como séptimo arte.

Lo mencionado, y mucho más, aparece en este número 159 de Cine Cubano, que llegará a manos del lector solo unas cuantas semanas antes que el 160. Los dos números sucesivos, 161 y 162, deberán arribar a librerías, bibliotecas y puntos de venta en octubre y diciembre respectivamente, de modo que para 2007 ya la revista se habrá puesto finalmente al día, y aparecerá un número cada tres meses (en marzo, junio, septiembre y diciembre) como solía ser en las mejores épocas. Debo aclarar que todos estos anuncios para los números posteriores son tentativos y teóricos, pero sirvan como plataforma de información aproximada a la reaparición de una buena revista, lo cual parece significar la redención de la nostalgia; la recuperación de un gran proyecto.

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