Los campesinos de Mayabeque no entienden por qué si a ellos les pagan productos como el boniato a 60 centavos la libra —lo que consideran un buen precio— en La Habana, por culpa de los intermediarios, la popular vianda vale 1,50 y hasta dos pesos. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:59 pm
Primero: incrementar las producciones en el campo; segundo: reducir la cadena de intermediarios en la comercialización... Esas son las dos premisas básicas para bajar los precios en los mercados agropecuarios, afirman campesinos y dirigentes de bases productivas en la provincia de Mayabeque.
Los entrevistados por JR —todos productores destacados— están optimistas respecto a las cosechas. En 2014 han crecido, y el año debe terminar bien, y el 2015 parece pintarles mejor.
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1.) El incremento de los suministros para la producción es una condición insoslayable para crecer. Según manifestaron, la estrategia del país para el año que viene prevé un mayor abastecimiento de recursos productivos.
«El combustible está dejando de ser un problema y los insumos entran poco a poco por Gelma» (Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura), afirma Luis Gerardo Pérez Gutiérrez, presidente de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Nelson Fernández, de Madruga.
Ramón Díaz, productor privado de la CCS Venancio Núñez, de Güines, coincide: «La disponibilidad de insumos y semillas ha estado bien, y el precio del combustible para los cultivos que sustituyen importaciones es aceptable».
Lázaro Fumero, administrador de la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) Restituto Alonso, también de Güines, agrega: «No estamos teniendo graves problemas con insumos, combustibles y fertilizantes; solo, en algún momento dado, alguna dificultad con piezas de repuesto».
José Manuel Martínez, jefe del Departamento de Comercialización del Grupo empresarial agropecuario y forestal de la provincia, señala que los suministros en 2015 «no cubrirán todas las expectativas, pero serán más que antes».
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2.) Los precios de los suministros y de los servicios constituyen otro aspecto que desestimula o alienta. En Mayabeque los campesinos reconocen que los incrementos de precios de los servicios de las empresas agrícolas y de los abastecimientos productivos son necesarios para acabar con los subsidios injustificados, pero también —aclaran— repercuten negativamente en los gastos de los cubanos en el agromercado.
«Los insumos están bastante caros. Hubo algunos que aumentaron su costo tres y cuatro veces; y el paquete tecnológico no es ni para todos los cultivos ni lo suficiente. Y si los insumos no cubren toda la demanda, y además son caros, entonces los precios a la población suben», sentencia Rodolfo Lorenzo Hernández, presidente de la CCS René O. Reiné, de Melena del Sur.
En Catalina de Güines, Miguel Acosta Martínez, presidente de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Nelson Fernández, considera que es mucho lo que le cobra la empresa agropecuaria municipal por los servicios que le presta, como el uso de maquinaria.
«También está —añade— la adquisición de aseguramientos no productivos, como las piezas de repuesto, que son escasos y caros. Y el paquete tecnológico no resulta el mejor, es muy poco: de herbicida solo me dan dos aplicaciones, pero si nos dieran tres o cuatro, los rendimientos serían mayores.
«A eso agreguen que los gastos por mano de obra contratada cada día son más altos y que, además, ahora todo está a oferta y demanda, hasta el pan. Tengo que darle comida a mis trabajadores y no puedo subirle el precio al almuerzo, eso no sería conveniente».
Ramón, campesino individual, dispone de tres tractores; contrata la maquinaria de la empresa solo para las grandes campañas de preparación de tierra y cuando está «apretado».
No obstante, la mano de obra sí le vale. «Pago a razón de 60 pesos diarios a cada obrero, además del almuerzo, que va por mí; y en tiempo de cosecha doy hasta cuatro pesos por saco de boniato, por lo que un trabajador largo puede ganar hasta 200 pesos diarios; el saco de malangas lo pago a diez pesos y el de papa, a dos o tres pesos».
Frank González Batista, presidente de la CCS Ismael Troncoso, de Melena del Sur, señala: «Nuestra cooperativa es la tercera productora de leche en el municipio; por un lado, nos afecta el valor de los insumos; por otro, el precio de la leche es muy bajo; ayudaría que el pago de esta subiera, porque bajarían nuestros costos de producción y de forma indirecta los productos que la cooperativa vende a la población».
En Madruga, Luis Gerardo coincide con la esencia de lo que plantean sus coterráneos, pero coloca otro matiz: «Nos acostumbramos a que todo fuera casi regalado. Las cosas cuestan. Y si los productores tenemos una ganancia del 30 por ciento, es un margen ventajoso».
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3.) Las reducciones en la contratación estatal de las cosechas es otro tema traído y llevado por los agricultores; primero, porque no reciben asignaciones de recursos mucho más allá de lo conveniado para cumplir el encargo estatal; segundo, porque no quieren que algunas producciones se les pudran en el campo.
Al campesino Ramón Díaz Ulloa, por ejemplo, no le satisface ir al mercado. «Me conviene más un único comprador, el Estado.
«Por suerte, la empresa me tiene asegurada la compra de todas mis producciones: diez hectáreas de boniato a razón de 60 pesos el quintal; 20 hectáreas de malanga a 248 pesos el quintal, y diez de papa a 45 pesos el saco.
«Solo a mí, sin contar al resto de la familia, las 40 hectáreas que tenemos en usufructo me dejan utilidades anuales por 80 000 o 90 000 pesos. Los precios que el Estado me paga son justos. Si voy al mercado, entonces tengo que “cerrar”».
Miguel, el presidente de la CPA Nelson Fernández, piensa lo mismo. «El 96 por ciento de la producción de la cooperativa la compra el Estado, unos 33 000 quintales de viandas, hortalizas y granos. Esta es una CPA pequeña, pero muy productiva; si no tuviéramos esa salida nos complicaríamos. No queremos saber del mercado».
Los guajiros de Mayabeque contrataron la libra de malanga a 2,40 pesos, pero en los mercados de La Habana la están cobrando hasta a cinco pesos, y más. Foto: Calixto N. Llanes.
José Manuel Martínez, jefe comercial del Grupo, explica que en 2014 se contrató el 35 por ciento de la producción provincial. Se hizo a razón de la demanda presentada por los clientes —mercado y consumo social de municipios de La Habana y Mayabeque, Turismo, Frutas Selectas y la industria. Para 2015 —señala— crecerá la contratación, pero tampoco será general.
José Casola Bustamante, director de la UEB Comercializadora de productos agropecuarios de Güines —heredera de Acopio—, apunta que en su municipio, como en el resto de la provincia, «las CPA y las UBPC son las que quieren que se les contrate todo, y en general no hay grandes insatisfacciones».
Datos de la Empresa de Cultivos Varios Miguel Soneira, de Güines, revelan que la UEB local les ha estado comprado alrededor de otro 20 por ciento más a las bases productivas, a través de precios por acuerdo.
«Para todo lo que se complica, la empresa busca una alternativa; a los productores no se les ha echado nada a perder este año por descomercialización, excepto las mermas lógicas», agrega Casola Bustamante.
El Presidente de la CCS de Madruga es enfático en este punto: «El 23 por ciento de nuestra producción tuvo como destino el encargo estatal. El resto la comercializamos en La Habana y aquí. Y estamos de acuerdo. El encargo estatal debe existir; el consumo social debe existir, y también el mercado, que ahora sí lo tenemos por la mano».
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4.) El pago puntual de las cosechas contratadas a los agricultores también es clave en la promoción de mayores cosechas. Es pública y notoria la atención de las instituciones gubernamentales a este asunto; sin embargo, a cada rato aparecen equis deudas de tal o más cual empresa con las bases productivas. En Mayabeque, sin embargo, parece ser una asignatura aprobada.
Héctor Giniebra Junco, director general del Grupo empresarial agropecuario y forestal de la provincia, afirma: «las deudas con los productores no son problema aquí», y los campesinos entrevistados por JR dieron fe de ello.
No corren la misma suerte las UEB comercializadoras de los municipios, a las cuales la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios de La Habana (EPMA) les debe millones.
Casola Bustamante, el director de la Comercializadora de Güines, nos comentó que ellos les pagan semanalmente «a todas las formas productivas, pero EPMA-Habana sí tiene muchas deudas con nosotros. Las de 2013 ya las “limpiaron”, pero nos deben más de tres millones de pesos de este año».
La entidad de Melena del Sur está en idéntico trance. Nelson Trenal Santana, su director, revela que EPMA-Habana no ha honrado parte de las deudas que tiene con ellos. No obstante, señalan tanto Casola como Trenal, «aunque estemos apretados, la decisión es proteger al campesino».
La producción va bien, ¿y el mercado?
La cosecha de viandas, hortalizas y frutas en Mayabeque alcanzará este año las 300 000 toneladas, un crecimiento de alrededor del 20 por ciento con respecto a 2013, y cien mil toneladas más que en 2011, cuando se fundó la nueva provincia. Para 2015 el alza debe ser del ocho por ciento.
Este es un estudio en una provincia; sin embargo, por las centralidades estratégicas a que está obligada la nación, lo que ocurre en una permite estimar cómo está funcionando —o debe funcionar— el sector agropecuario en el resto del país, más allá de las singularidades propias de cada territorio.
En criterio de estos redactores, para la agricultura cubana —como también para toda la economía nacional— «lo malo» ya está quedando atrás. A menos que en lo que queda de 2014 o en el próximo año seamos víctimas de eventos naturales extremos o crisis económicas o políticas externas, el escenario probable del sector agropecuario es crecer a mayor ritmo.
Tal pronóstico, empero, no tendrá todavía un efecto general sobre los precios en el mercado agropecuario. Muchos factores influyen sobre la ansiada caída de estos. En primer lugar, que a pesar de los incrementos aún no se satisface —ni de lejos—, la siempre creciente demanda nacional, la cual debe cubrirse hoy con nuestras producciones y con la importación anual de unos dos mil millones de dólares en alimentos.
Hasta que el país no logre resolver definitivamente (con el esfuerzo propio —en primer lugar—, y con la inversión extranjera —en segundo) este «acápite», todavía no podremos afirmar que ya tenemos una agricultura próspera, sostenible y llevadera para los bolsillos de la familia cubana. Y todavía eso demora un poco.
Cuba va a tener que importar siempre una parte de sus alimentos, como los que no se dan en el trópico; sin embargo, tiene potencialidades para producir una parte importante aquí. De hecho, está ocurriendo. Ya se ha dejado de importar, por ejemplo, la carne de cerdo.
¿Y por qué entonces la libra vale más que antes? Porque la producción nacional —aunque está mejor que nunca— tiene que cubrir todos los destinos, incluidos los sectores económicos que antes estaban obligados a ir a comprar en el extranjero, como el turismo.
Romper el ciclo de las importaciones tiene sus exigencias y sacrificios. Pero vale la pena. Dinero que no dejamos afuera, es recurso que contribuye a nuestro desarrollo endógeno. Y ya eso está pasando.
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Bajar los precios en el mercado agropecuario requiere aún de tiempo. No obstante, todavía quedan reservas para hacerlos caer aunque sea «un tilín». Si se trabaja con inteligencia, podríamos ahorrarnos unos cuantos «quilos», y más.
Héctor Giniebra, director general del Grupo empresarial agropecuario y forestal de Mayabeque, considera, por ejemplo, que la baja presencia de las empresas agropecuarias y de las cooperativas en el mercado mayorista de El Trigal a quien favorece es a los intermediarios.
«Las cooperativas —expone— deben incrementar y facilitar la compra de productos a sus socios, para de esa forma acceder más al mercado y con mayores volúmenes. Ellas están para darle servicios al campesino, y qué mejor que comprarle sus producciones y llevarlas a los mercados.
A pesar de los incrementos en la producción agropecuaria, todavía no satisface la creciente demanda nacional. Foto: Calixto N. Llanes.
«La comercialización de las producciones no contratadas deberían ser asumidas por las cooperativas. Cuando les compran menos a sus socios, dejan el espacio que les corresponde, y ahí los intermediarios se meten al momento.
«Si las cooperativas no van a El Trigal, entonces nunca vamos a sacar a los intermediarios de allí», enfatiza el directivo.
La CCS Ismael Troncoso tiene tres mercados arrendados en La Habana y dos puntos de venta en Mayabeque. Frank González, su presidente, coincide con Giniebra, pero hace sus acotaciones.
«Las cooperativas tienen que acudir más al mercado, pero para eso necesitan más productos, y para eso necesitan entregarles más recursos a los campesinos y así contratarles la parte de las cosechas que quedan fuera del encargo estatal.
«Hasta ahora las producciones destinadas al mercado no recibían insumos; eso va a cambiar, pero tampoco podemos comprarnos todo el problema; la mejor variante es “acopio”, es decir, las UEB comercializadoras».
Rodolfo Lorenzo apoya a Frank. «Podemos bajar precios, pero en realidad es ahora que las bases productivas se están preparando para el mercado... ¡esto empezó hace un año!
«Ya la cooperativa empieza a pedir a sus campesinos que siembren un poco más de esto y de aquello, para incrementar la oferta y la variedad en las placitas, pero la mejor variante sigue siendo “acopio”, que puede sacarlo todo adelante y estabilizar los precios».
Moyita considera, por su parte, que el problema principal de los precios son los intermediarios. «No entiendo por qué si me pagan el quintal de boniato a 60 pesos —es decir, a 60 centavos la libra—, en La Habana está a 1,50 y 2 pesos. La malanga me la pagan a 2,40 pesos la libra, la comercializadora la pone a 2,85 pesos en El Trigal, pero en el mercado está hasta 5,00 pesos y más. Son cosas que no entiendo».
En Catalina de Güines, el Presidente de la CPA Nelson Fernández lo resume de forma lapidaria: ¿Por qué los precios están tan altos? Porque hay demasiadas manos tocando lo que la gente se lleva a la boca».
A El Niño no le gusta el campo
El año que viene pinta bien. Podría tener repercusiones muy favorables tanto para los productores como para los consumidores. Claro, si no enfrentamos una situación climática anómala o nos afecta un desastre económico o político internacional.
Un escenario negativo ya está revoloteando sobre los pronósticos. Inquietan los recientes informes del Centro del Clima del Instituto de Meteorología. En el Océano Pacífico se han estado verificando condiciones típicas que anteceden el surgimiento de un nuevo evento ENOS (El Niño/Oscilación del Sur).
La mayoría de los modelos predictivos indican el desarrollo antes de fin de año de ese complejo proceso de interacción océano-atmósfera, cuya duración debe extenderse hasta la primavera de 2015, reseñaba el colega Orfilio Peláez en el periódico Granma del pasado 14 de noviembre.
El Doctor Ramón Pérez Suárez, investigador del Centro del Clima y autoridad científica en eventos ENOS, ha explicado reiteradamente que el principal impacto de este sobre el clima cubano suele producirse entre enero y abril. Es decir, el cuatrimestre de mayores cosechas en el país.
En este período —escribe Orfilio— «tienden a aumentar de forma general los totales de precipitaciones por encima de los valores normales, unido en algunas ocasiones a la presencia más frecuente de fenómenos naturales significativos, como episodios de lluvias intensas, brotes de tormentas locales severas, e inundaciones costeras, aunque no siempre genera iguales efectos»...
Precios al tope
Foto: Calixto N. Llanes.
Luis Gerardo Pérez Gutiérrez, presidente de la CCS Nelson Fernández, de Madruga, es de los que ha abogado con firmeza por un mayor acceso a los mercados. Tiene tres puntos de venta en el municipio y un establecimiento arrendado en San Miguel del Padrón, donde abastece también a centros educativos y de salud.
«Mi mercado en La Habana no tiene precios exorbitantes, pero tampoco es barato. No obstante, los precios deben ir aminorando en el futuro. ¿Por qué?
1) Porque habrá mayores aseguramientos.
2) Porque estamos convenciendo a los campesinos de que tenemos que hacer bajar los precios. Hay un acuerdo político de la ANAP y la Agricultura de que el margen comercial, la ganancia, debe ser del 30 por ciento, y en eso estamos trabajando.
3) Porque cada día gana más espacio la necesidad de topar algunos precios. No todos, pero al menos los que hacen la comida básica. En eso los campesinos de Mayabeque estamos coincidiendo. Los intermediarios no tienen riendas, no tienen a nadie que los obligue; hasta ahora no hay nada que les regule en las relaciones de oferta y demanda, por lo que topar algunos precios a nivel de Estado es necesario.
Nota: En la próxima edición, JR entrevista a directivos de la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios (EPMA) de La Habana, quienes responden inquietudes y preocupaciones de los agricultores de Mayabeque, y también de la población.