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Discurso del presidente cubano Raúl Castro Ruz en la Ceremonia Inaugural de la III Cumbre Cuba-CARICOM

Autor:

Juventud Rebelde

Foto: Franklin Reyes Discurso del General de Ejército Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en la ceremonia inaugural de la III Cumbre Cuba-CARICOM, Santiago de Cuba, 8 de diciembre de 2008

Honorable Baldwin Spencer, Primer Ministro de Antigua y Barbuda, Presidente en ejercicio de CARICOM;

Honorables Primeros Ministros y Presidentes de los países hermanos miembros de CARICOM;

Honorable Edwin Carrington, Secretario General de CARICOM;

Distinguidos Jefes de Delegaciones, Ministros, Representantes de organismos regionales e invitados especiales:

Tengo el honor de darles la bienvenida oficial en la heroica ciudad de Santiago de Cuba, paradigma de la rebeldía de nuestro pueblo.

A nombre del gobierno y el pueblo cubanos agradecemos a los países caribeños los mensajes de solidaridad y la ayuda material brindada a Cuba para enfrentar los efectos de los tres huracanes que nos azotaron en meses recientes.

Con este encuentro cumplimos lo acordado en diciembre de 2002, en la reunión cumbre de La Habana que conmemoró el aniversario 30 del establecimiento de las relaciones diplomáticas de Cuba con los cuatro países del Caribe que eran independientes en 1972.

Damos también continuidad a nuestra segunda reunión en Barbados, en diciembre del 2005, en que el compañero Fidel Castro expresó: “A la globalización neoliberal y egoísta, al antidemocrático orden político y económico internacional, debemos responder con la unidad y la globalización de la solidaridad, y la promoción del diálogo, la integración y la cooperación genuina”.

Hoy vemos con satisfacción cuánto hemos contribuido al mayor intercambio y acercamiento de nuestros pueblos; a promover una cooperación más efectiva entre Cuba y la Comunidad del Caribe.

Nos reunimos bajo el signo de una realidad económica incierta. Si en oportunidades anteriores constatamos los enormes desafíos ante nuestros pueblos en su justo empeño por alcanzar el desarrollo sostenible, hoy encaramos el fracaso de la política neoliberal que ha gobernado las finanzas internacionales, las relaciones crediticias, los flujos comerciales y de capital, los pagos y cobros, y el valor de las divisas.

Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. Se han puesto en crisis las normas e instrumentos impuestos por los centros de poder económico a las naciones pequeñas, como los países del Caribe, mientras aún predomina el despilfarro de una aristocracia de especuladores financieros y el apetito voraz de las corporaciones transnacionales.

En esta crisis, cuyo alcance y profundidad no es posible aún prever, los más vulnerables pagarán los mayores costos. En los países desarrollados, serán los pobres, y a nivel mundial, asumirán gran parte del costo las naciones en desarrollo. De un modo u otro, el desastre irresponsable originado por la especulación, el individualismo y la avaricia, dañará a las economías caribeñas.

En tales circunstancias, cobran mayor relevancia los compromisos que hemos sabido construir en años recientes, donde la cooperación y la solidaridad constituyen los pilares de nuestras relaciones.

Los proyectos que hemos impulsado y estamos en condiciones de seguir fortaleciendo, no funcionan sobre la base de las reglas del neoliberalismo que hoy colapsan como castillos de naipes. No persiguen la ventaja comparativa o la maximización de la ganancia. Promueven el desarrollo, la justicia, la equidad y el bienestar de los seres humanos.

Son razones que nos permiten confiar, aun en las circunstancias actuales, en la continuidad y en la fortaleza de esos vínculos, en las posibilidades de seguir desarrollando la cooperación, ingrediente esencial de la integración caribeña. Con cada proyecto, programa, intercambio de personal calificado, transferencia de tecnología, formación de profesionales o servicio de salud prestado, damos un nuevo paso hacia la región integrada que aspiramos.

Desde que nos reunimos en Barbados, se han graduado en Cuba 1 305 estudiantes caribeños en más de 33 especialidades universitarias y técnicas, 567 de ellos en medicina. Hoy estudian 2 927, de los cuales 1 478 se forman como médicos.

A pesar de las realidades económicas a que ya hice referencia y las dificultades adicionales derivadas del azote de los huracanes, Cuba continuará adelante con este importante esfuerzo. En el año 2009 ofreceremos a nuestros hermanos caribeños 480 becas, incluidas 150 para la carrera de medicina.

Nuestros programas de asistencia médica seguirán siendo prioridad. Hasta ahora, más de 4 mil médicos y técnicos de la salud han prestado servicios en los países del Caribe. Hoy trabajan en la región 1 115, cifra que se incrementará con la apertura de nuevos servicios.

Desde julio de 2005, gracias a la Operación Milagro, más de 56 mil personas de 13 países de CARICOM han mejorado o recuperado la visión. Con el objetivo de garantizar la sostenibilidad de este programa, además de los dos centros que ya funcionan en Haití, ratificamos nuestro compromiso de lograr, junto a las autoridades caribeñas, la apertura de tres nuevos centros en Guyana, Santa Lucía y Jamaica, lo que dotará al Caribe de una amplia red de servicios oftalmológicos con capacidad quirúrgica diaria de 215 pacientes.

Estimados colegas:

La actual temporada ciclónica ha confirmado con cruda elocuencia el deber imperioso de prepararnos. Elevar nuestra capacidad de previsión; de adopción oportuna de medidas para proteger a la población, la economía y el entorno natural; y de rehabilitar en el menor plazo posible lo dañado.

Haití ha sido el caso más complejo y su población ha sufrido los mayores estragos.

De similar urgencia son los retos en el sector de la energía. La crisis energética es, esencialmente, el resultado del insostenible modelo consumista y derrochador implantado por los países ricos.

Para hacerle frente a ella, el primer paso debería ser el máximo ahorro en el consumo de petróleo y la búsqueda simultánea de fuentes renovables y limpias de energía.

No creemos que utilizar alimentos para producir combustibles sea la solución en nuestro mundo donde más de 900 millones de personas padecen hambre.

Los cubanos estamos orgullosos de nuestras raíces caribeñas y de nuestras relaciones con las naciones de la región. Agradeceremos siempre el apoyo y la solidaridad recibidos de sus pueblos y Gobiernos, y a su vez nos sentimos profundamente comprometidos con aquellos con quienes compartimos estas cálidas aguas y la dramática historia antillana.

Pero nuestro entorno es mucho mayor. Todos formamos parte del gran conjunto geográfico y social que se extiende al sur del río Bravo, con sus más de 500 millones de habitantes, sus cuantiosos recursos y su rica cultura. Hoy tenemos la oportunidad de avanzar hacia una mayor integración de toda esa vasta región, cuyo éxito, y hasta su propia supervivencia, depende del concurso de todos los países y pueblos, sean pequeños o grandes, ricos o pobres, sin por ello renunciar a nuestras particularidades nacionales o caribeñas.

Tenemos la posibilidad de participar activamente en la construcción de un esquema regional amplio y diverso, que reconozca el derecho al trato especial y diferenciado que merecen las economías más pequeñas; que descanse en la solidaridad y se encamine a establecer una defensa común del inmenso patrimonio natural y cultural latinoamericano y caribeño, para disfrute de sus pobladores. Cuba se propone trabajar firmemente a favor de ese importante objetivo.

Excelencias:

Llegan ustedes a nuestro país en un momento especialmente complejo. Al impacto genocida del bloqueo económico que nos impone el Gobierno de los Estados Unidos, se unen los ineludibles efectos de la crisis económica mundial y las consecuencias desastrosas de los tres huracanes que nos azotaron en el lapso de apenas dos meses. Pero frente a la adversidad nuestro pueblo no se doblega ni renuncia a sus compromisos con los países hermanos.

Al dejar inaugurada esta Tercera Cumbre entre Cuba y las naciones de la Comunidad del Caribe, les traslado un saludo fraternal de bienvenida en nombre de todos los cubanos, en particular de los santiagueros y el resto de los orientales, que los acogen en esta tierra indómita, la más caribeña de la Isla, con su proverbial hospitalidad y afecto, y especialmente del compañero Fidel, impulsor decidido de la unión de nuestros pueblos.

Muchas gracias.

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