No hay bibliografía en Cuba en la que aparezca que los Síndrome de Down puedan dibujar la figura humana completa; pero lo hacen. Un proyecto cultural en Pinar del Río así lo prueba
PINAR DEL RÍO.— Las muñecas de Javier, con sus grandes ojos y sus mestizos labios asombran desde la pared de la exposición, aún a quienes lo conocen desde hace tiempo.
Su mamá, su hermana y otros seres queridos son plasmados artísticamente por el joven Javier. En sus trazos viaja al mundo que él se inventa y en el cual aparecen los partidos de voleibol en su barrio periférico, diseñados por los muchachos de su edad para liberar energías, y en los que él es aceptado como uno más.
Javier, de 18 años, estudió en la escuela especial Carlos Marx. Un sueño vio cumplir en estos días: sus grabados aparecieron en una exposición en la filial provincial de la Unión de Arquitectos e Ingenieros de Cuba (UNAICC).
Decenas de personas entre familiares, vecinos, amigos y profesores en formación compartieron su alegría en un espacio en el que se escucharon cantos a los afectos: «...en un caracol vacío/ estando cerca del río/ en un caracol vacío/ bajé un lucero para ti/...», de Teresita Fernández.
El pintor y curador Jesús Carrete, coordinador del proyecto Con amor y esperanza, para jóvenes Síndrome de Down, nos sorprendió al revelarnos cuánto se desconoce aún de las potencialidades que hay en estos muchachos.
«No hay bibliografía en Cuba que recoja que ellos hagan con sus propias manos la figura humana completa, sin embargo, lo hacen, y asombran cuando pueden centrar la atención varias horas mientras dibujan», afirma Carrete.
Este creador comparte además la noticia de que en el Primer Concurso de arte sensible para personas con discapacidad, en Monterrey, México, efectuado en octubre, Owary García, obtuvo uno de los tres premios.
Lianna Carrete, otra de las integrantes del proyecto vueltabajero —al que pertenecen también Owary y Javier— obtuvo mención.
El arte ayuda a romper las barreras que pueden existir en la sociedad ante lo diferente, desconocido y no pocas veces estereotipado y hasta estigmatizado.
JavierJavier estaba muy feliz el día de la inauguración de su exposición. A Javier Gil Ramos le gustan el refresco gaseado, el helado de chocolate, el reguetón y la telenovela brasileña.
Se acuesta tarde y se levanta temprano. No se pierde ningún trabajo voluntario en el edificio en el que vive, en la calle Pascual Martí final.
Su mamá, la doctora Milagros Ramos, nos contó que se ha tomado muy en serio su vida laboral en el Establecimiento no metálico de Materia Primas, en el kilómetro uno y medio de la carretera a Luis Lazo.
Allí comenzó hace poco como clasificador de frascos. Yosvany Sabalo y otros compañeros de trabajo destacan su laboriosidad.
«Lleva un mes y medio aquí —relata Yosvany a los reporteros— y cuando cobró su primer salario quería regalárselo a todo el mundo porque es generoso. Es tan inteligente como cualquiera de nosotros.
«Cuando vino su primer día no lo hizo solo. Vino con una compañera que nos explicó cómo debíamos tratarlo, y así lo hacemos, con amor», nos dijo Marielys Falcón, quien también labora con él y, como madre al fin, poco a poco se familiariza con sus estados de ánimo.
Yosvany, quien es una especie de jefe de turno y tiene 23 años, se ha ganado su afecto. Hace poco le regaló unos pliegos de papel para adornar su edificio y Javier salió loco de contento con ellos.
A todos los invitó a su exposición, aunque con pesar dijeron que no pudieron ir porque era un poco lejos.
Le han tomado cariño y están admirados al conocer de su muestra de grabados. Sin dudas el arte obra como benefactor de lo más humano y «poda la nieve» de algunas puertas, tal como sentenció el poeta.
En los grabados de Javier asoman sus grandes afectos, los que como puentes le unen al mundo: «Mi mamá»; «Mi hermana y yo»; «Mi abuela Cachucha»; «Mi gato»; «Elpidio Valdés»; «La sirenita Ariel»;
Sobre fondos abstractos, que pasan a un segundo plano, aparecen sus figuras, generalmente sus seres queridos.
Es reconfortante saber que jóvenes profesores en formación, presentes en la inauguración de la muestra, se sintieron atraídos por el universo de la educación especial, cuando vieron, hace meses, en el Instituto Superior Pedagógico Rafael María de Mendive, una exposición colectiva del proyecto nombrada De la mano de Minerva, título que se le ocurrió a Darien Robaina, otro de sus integrantes.
El arte de Javier, su historia y su mirada nos envían al espacio habitado por las esencias.