Acuse de recibo
Ernesto Zayas Álvarez (Ronsembert 49, entre Frank País y Comandante Manuel Fajardo, Sancti Spíritus) relata lo sufrido desde el 18 de diciembre de 2018, cuando de vuelta de un viaje a Haití arribó al aeropuerto internacional Ignacio Agramonte, de Camagüey: Ese día, en la Aduana le pesaron los equipajes. Le extendieron un comprobante, y le impusieron una tasa ascendente a 1 502 CUP, por exceso de seis kilogramos. Él mostró su inconformidad ante la Jefa de Turno, pues esos kilogramos correspondían a medicamentos y una laptop de uso personal que venían en su equipaje de mano, los cuales son exentos de pago.
«Haciendo caso omiso, afirma, la funcionaria me dice en forma descompuesta que me dirija a la caja para liquidar, porque si no iba a salir tarde de allí por las colas. Así las cosas, y como no contaba en ese momento con el efectivo necesario para ese indebido pago, ocuparon los seis kilogramos hasta tanto liquidara el adeudo dentro de los 30 días siguientes al de la ocupación».
Ernesto fue a la ciudad de Camagüey a buscar, con unas amistades, el dinero para liquidar y recoger el equipaje retenido.
«Por el actuar arbitrario de la funcionaria, dice, gasté la cantidad de 15.00 CUC para ir a la ciudad y retornar al aeropuerto, más 10 CUC de gasto de transportación de Camagüey a Sancti Spíritu en un ómnibus Viazul, pues perdí la reservación que tenía en el ómnibus Camagüey-Sancti Spíritus, aproximadamente a la 1:00 p.m.».
El 17 de enero de 2019, Ernesto viajó a Camagüey, para formular la correspondiente queja por la arbitrariedad e injusticia cometida, en la sede de la Aduana General de la República allí. Y en mayo, después de interesarse por cuarta vez sobre el estado del proceso, le informó uno de los funcionarios del área de Atención a la Población que debía enviar los datos de la Agencia bancaria donde debían efectuarle el pago, ya que le habían declarado con lugar la queja. Entonces se enteró de lo que en ningún momento se le comunicó, a pesar de que facilitó los teléfonos necesarios para que le localizaran, y envió a mediados de mayo, vía correo electrónico, los datos de su tarjeta magnética en documento emitido por el Banco de Crédito y Comercio de Sancti Spíritus.
Se emitió el Dictamen No. 16 de fecha 28 de enero de 2019, por el Departamento de Procesos Aduaneros, el que determinó la existencia de un «error», concluyendo con la conformación del Expediente de Devolución de Derechos por el total del importe cobrado indebidamente. Y el 11 de febrero de 2019 en sesión de la Comisión de Legalidad de la Aduana de Camagüey fue analizada la solicitud de devolución del pago en cuestión, adoptándose el Acuerdo No. 70 de 2019 de proceder a la mencionada devolución, debiéndose correr los trámites correspondientes para su cumplimiento.
Así, Ernesto siguió comunicándose con el Departamento de Atención a la Población, lo que nunca hizo el Departamento con él. Y no es hasta el 19 de junio pasado que se procedió a dictar la Resolución No. 1046 por la Jefa de la Aduana de Camagüey, autorizando la devolución del cobro indebido.
«De dicha Resolución 1046, dice, no tuve conocimiento, hasta que en otro viaje a Camagüey por mis propios medios, el 23 de septiembre, se me extendió copia de la misma. Y cuál no fue mi sorpresa cuando el Jefe de Departamento de Atención a la Población me expresó de forma jocosa que ellos eran “buenos cobrando y malos pagando”; y que la documentación que disponía el pago la habían enviado a principio de ese mes.
«¿Hasta cuándo tengo que esperar por el pago? ¿Qué medida se adoptó con la funcionaria que me maltrató y de forma arbitraria me impuso un pago, abusando de su cargo en exceso? ¿Por qué se violan los términos y procedimientos establecidos para el tratamiento a las quejas? ¿Quién responde por los excesivos gastos en que he incurrido por el actuar de la funcionaria de la Aduana? ¿A cuántas personas más maltratará?
«Además de poner fin a este rosario de violaciones, también es mi objetivo llamar a la reflexión a todos los funcionarios de la Aduana para que estos lamentables hechos no se repitan y eviten manchar la imagen y el prestigio alcanzado por esa institución», concluye.