Acuse de recibo
Caridad Casañas Machín (calle 2da., no. 67 A, Minas de Matahambre) envió a su hija a comprar una antena de televisor en la tienda Capitolio de esa localidad pinareña, al precio de 80 CUP. Y cuando la joven llegó a casa, la sorpresa fue cuando abrieron el paquete sellado y comenzaron a armarla, de acuerdo a las instrucciones del manual comprobaron que le faltaba la mitad de las piezas:
«Para cada tubo de la antena —especifica— se requiere un tornillo, una arandela, dos tuercas y dos tapones de goma, exceptuando uno que lleva dos tornillos, seis arandelas y ocho tuercas. En fin, la antena adquirida solo tiene dos tuercas, dos arandelas y tres tirafondos, estos últimos de más. De los tapones de goma solo venían dos, y más grandes que los tubos: no les sirven».
La joven volvió a la tienda, y la dependiente le abrió otros paquetes sellados, tratando de completarle el kit. Pero todos venían con tantas irregularidades, que no se logró completar el juego. Lo sintomático, según Caridad, es que en el manual acompañante, con las instrucciones para el arme de la misma, no se mencionan los tirafondos. Y ni aparecen en el plano o gráfica.
«¿Por qué vienen en el menaje?, cuestiona. ¿Por qué la antena del plano del manual es tan perfecta y original? Se comprueba claramente en el dibujo que el objeto que viene en el paquete no es ni la sombra de lo que hay en el plano. Los huecos que trae la base donde se colocan los tubos se los hicieron con una puntilla de zapatos; no vienen acordes con el tornillo ni con el tirafondo.
«Y en cuanto a los tapones de plástico, los del dibujo, muy bonitos, nada tienen que ver con los del paquete. Pero lo más preocupante es que el correo electrónico que aparece en el manual: negocios@antenasvc.co.cu, de hecho no existe. Escribí al mismo en más de una ocasión, y Etecsa me lo viró para atrás.
«Esas antenas, más bien parecen hechas en casa por esas personas que se dedican a hacer cosas de aluminio. ¿Realmente las hizo la empresa de antenas de Villa Clara, carretera central 536-A, esquina a Tirso Díaz? Si fue así, son tremendos chapuceros. Pena y vergüenza debía darles sacar a la venta para nuestro pueblo algo así.
«Estoy muy molesta. Esas son las cosas que lastran el orgullo del cubano. Esos errores, que parecen pequeños, son a los que debemos dirigir la atención, porque muchas veces son los causantes de los mayores desastres», concluye.
Belxis de la Caridad Varona Echevarría (San Joaquín 224, altos, Camagüey) cuenta que desde marzo pasado se acogió a la jubilación, tras 40 años de trabajo y con la edad de 60.
La filial del Instituto Nacional de Seguridad Social lo citó para recoger el modelo que debe presentar al Banco, para que este, a su vez, le tramite la tarjeta magnética. Y le explicaron que debía esperar a que tramitaran las tarjetas, que fuera los miércoles a ver si habían llegado.
El 2 de mayo pasado fue por tercera vez y le dijeron que las tarjetas están, pero el PIN no había llegado aún.
«¿Cuánto más debo esperar después de transitar por un período de tres meses sin percibir dinero alguno por causas ajenas a mi voluntad?, señala. Como yo están muchos jubilados, pues los veo cada vez que me citan para decirme lo mismo: Venga el próximo miércoles. Y nada más».
Maira Victoria Fuentes (carretera del Caney kilómetro 5 y medio, Edificio 2, apto. 3, Melo, El Caney, Santiago de Cuba) cuenta que el pasado 8 de abril viajó por Cubana de Aviación en el primer vuelo Habana-Santiago.
Y al presentarse con el equipaje, le notificaron que tenía sobrepeso y debía pagar por ello. Y cuando fue a pagar, la empleada le preguntó si ella era extranjera, pues el pasaje había sido comprado por internet desde el exterior, por su hija. Y como el pasaje había sido adquirido en divisa desde el exterior, le comunicaron que debía pagar el sobrepeso en divisa.
«Soy cubana, resido en este país, y tuve que pagar 84 CUC, algo que me parece injusto. No pude debatir el asunto allí, porque perdía el vuelo. Pero quisiera una aclaración fundamentada al respecto», concluye Maira.