El 80 por ciento de la población mundial sexualmente activa ha estado expuesto al Virus del Papiloma Humano (VPH) en algún momento de su vida. Como esta infección suele no dar síntomas en la mayoría de los casos, muchas personas no saben que la tienen y pueden contagiar a sus parejas, incluso sin practicar la penetración, mediante el roce con el área genital o anal afectada, o a través del sexo oral.
Existen más de un centenar de variantes de VPH. Las más peligrosas no dan señales a corto o mediano plazo, pero son capaces de provocar cáncer de pene, vulva, próstata, ano, garganta y boca. El 99 por ciento de los casos de cáncer de cuello uterino son causados por el VPH.
Según se estima, uno de cada cuatro hombres porta una cepa potencialmente cancerígena. Hasta ahora no se dispone de una prueba fiable para detectar el VPH en pacientes masculinos. Es más fácil confirmarlo en mujeres al tomar muestras de células del cuello uterino mediante la prueba citológica de rutina u otra más específica. Las cepas menos peligrosas suelen provocar las llamadas verrugas genitales o condilomas.
A veces el virus desaparece espontáneamente en un período de dos años. No existe tratamiento para deshacerse del virus, solo para tratar sus efectos visibles. Por ahora hay vacunas preventivas contra los dos serotipos más agresivos, el 16 y el 18.