A. M.: Me gusta tener noviazgos de esos lindos que ya casi ni se ven: flores, palabras tiernas, preocupación por lo que quieres y sientes. Me gusta vivir el romance, el amor y entregarme sin ataduras. Pero soy extremadamente tímida en la intimidad. Siempre caigo en lo mismo: «¡Qué pena! ¡Esto no es para mí! No sé…». Mi primera experiencia sexual dolió mucho, aunque fue con un chico tierno, amoroso y sincero. En la siguiente relación, de dos años, cuando él quería que hiciera algo diferente, yo sentía que se me caía el mundo encima, trataba de dar vueltas y escapar de la situación. Una amiga dice que se me quitará con el tiempo, pero lo dudo, porque eso de «Ponte de esta forma» o «Haz esto, aquello y lo otro» francamente no se me da. A veces pienso que no supieron guiarme hasta que pudiera responder como querían. Necesito consejos. Tengo 21 años.
Me parece formidable que dudes, porque en verdad necesitas responderte por qué no es para ti jugar más en el acto amoroso. Eso no se te va a dar como las flores y demás. Es cuestión de intentar ser y sentir más allá de lo usual para ti.
Ser mujer u hombre implica manejar algunas diferencias respecto a la satisfacción. Si a nosotras el goce puede llegarnos a través de la palabra de amor, ellos necesitan más estremecer su cuerpo con el consentimiento femenino para realizar sus fantasías en el encuentro carnal. Aún así, ellos están llamados a creer en el amor, como ellas a transar en convertirse, al menos por momentos, en la encarnación de su fantasía. Ese tránsito es para ti muy difícil y es ahí donde es pertinente tu duda y otros intentos de respuestas. Sería útil que lo ventilaras con ayuda profesional.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista