J.M.: No soy promiscuo. Me cuido mucho, pero tengo un vicio que desearía cerrar. Me he casado cuatro veces. Sé lo que es amor, pero nunca he podido controlar el impulso de masturbarme. Cuando estoy casado puedo hacer el amor con mi mujer hasta tres veces al día si me deja, pero cuando estoy soltero hay días en los cuales me masturbo demasiado. Me llaman mucho la atención las películas pornográficas: soy fanático a descubrir el sexo. Cuando más joven lo hacía también. Pero este momento me ha vuelto a llegar y no sé qué sucede. Tengo 25 años.
Por un lado descubres y disfrutas de ese modo cuando no tienes pareja y por otro, quieres renunciar justamente a eso. No especificas si dicha práctica es dañina para ti o para alguien más. Intentar comprenderlo sería una buena razón para asistir al psicólogo.
A pesar de las campañas históricas contra la masturbación, esta en sí misma no es buena ni mala. De hecho se recomienda para el descubrimiento erótico y es también una elección preferible a las relaciones sexuales de riesgo. Sin embargo hay quienes no pueden controlarse, no saben relacionarse con una pareja o simplemente se sienten muy mal con esta práctica. La acción que se debe seguir depende del lugar que esto tenga en tu vida. Por eso es imprescindible definir su sentido para ti. Hay sacrificios cuya única función es formarnos una imagen ideal de nosotros mismos, creernos mejores personas. Otras renuncias son esencialmente necesarias en nuestro andar por la vida. Tú deberás definir cuál es tu caso.
En conclusión, puedes recibir ayuda psicológica en cualquier centro de salud de tu comunidad. No temas tocar a sus puertas.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista