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Mitos sobre la primera vez (III y final)

Sigue tu instinto, ve a tu ritmo y olvídate de todas las escenas de sexo que hayas visto

Autor:

Mileyda Menéndez

Lástima que la prisa nunca sea elegante.

José Ángel Buesa, poeta.

En este tercer y último artículo de la serie sobre el debut de la vida sexual activa, queremos compartirte algunos consejos útiles para hacer de ese un lindo momento. Son pautas que puedes analizar antes, a solas o con la pareja potencial, y luego dejar que fluyan, para no racionalizar mucho tus acciones en ese instante mágico.

Justo ese es el primer consejo: sigue tu instinto, ve a tu ritmo y olvídate de todas las escenas de sexo que hayas visto, románticas o de porno, porque tu entrega será única y no necesitas copiar nada. El sexo es la energía creativa del ser y no tiene sentido ponerle bridas o disfraces en la primera vez que la uses a dúo.

El ritual de tu práctica, desde las caricias hasta la consumación del coito, debe nacer de adentro: una cadencia natural a partir de la escucha atenta a los cuerpos y el respeto a límites culturales que puedan volverse incómodos.

Por cierto, por muy experimentada que sea tu pareja, también eres una «primera vez» en su vida, y es importante valorar ese redescubrimiento mutuo y propio, esa combinación de dos esencias que comienzan a dialogar para aprender a potenciarse en futuras entregas, porque de una sola vez es muy difícil darlo todo y que valga la pena.

Durante el primer acto sexual es importante hablar, así que procura hacerlo en un espacio donde no tengas que esconder tu voz de oídos ajenos. Usa palabras simples, ni muy técnicas ni muy groseras, porque si activas tu hemisferio racional desvías la atención del sentir y enturbias las emociones.

Igual de importante es mirarse: el lenguaje más universal para intercambiar información, estados de ánimo, deseos, intenciones y sugerencias de manera instantánea. Por eso no es recomendable que el estreno transcurra en oscuridad total. Tampoco es buena idea usar demasiada luz, porque esa cruda exposición puede generar vergüenza en algunas personas, y además las bombillas intensas molestan en los ojos y provocan gestos de disgusto que la compañía puede malinterpretar.    

Las personas ciegas tienen desarrolladas capacidades para «ver» desde otros sentidos con las áreas del cerebro destinadas a procesar la visión. Esa sinestesia podemos desarrollarla los demás y es una experiencia intensa y fabulosa, pero rara vez se da desde el primer intercambio con otro cuerpo. Proponte entrenar esas destrezas, pero después.

Un elemento importante en el debut es bajar un poco la guardia de los estereotipos en cuanto a perfecciones en el cuerpo o las posturas. Deja que los movimientos fluyan en sintonía con la respiración y evita rigidez o ahogo innecesario; así hay menos posibilidades de que duela la penetración, sea digital, con un objeto o con el pene.

Cuando tu mente se relaja, tu cuerpo se suelta y danza con las situaciones como vienen. Si te mantienes hipervigilante, esperando todo el tiempo que pasen cosas desagradables que alguien te contó, o las exageradas muestras de placer de las escenas XXX, tu músculo pubo-coccígeo, el que rodea el ano y los genitales, no logrará distenderse para permitir el coito, y como esa zona tiene tantas terminaciones nerviosas, si se tensa cualquier toque resulta desagradable. Prueba a colar un lápiz en tu puño apretado y entenderás de qué hablamos.

En cambio, si pones de tu parte y usas lo aprendido con los ejercicios de Kegel (una de las bandhas del yoga), la experiencia puede ser superior para ambos, les llegue o no el mítico orgasmo novelero de ese primer encuentro corporal.

Fíjate que hay un elemento curioso: muchos varones descubren con el tiempo que en sus primeras veces la eyaculación no solo fue más rápida, sino que resultó «insípida», comparada con los orgasmos posteriores, cuando aprendieron a controlar el susto, el deseo y los músculos de su suelo pélvico. 

En cuanto al uso de lubricante extra para evitar una fricción incómoda, esa pudiera ser buena idea si es un producto a base de agua, no de aceites, y sobre todo para la penetración anal. Para el primer coito vaginal recomendamos no forzar nada: si la vagina no lubrica por sí misma y no sientes latidos en la zona (señal de mayor flujo sanguíneo hacia el tejido de la vulva para abrirla y facilitar la penetración), tal vez no estás lista aún para dar ese paso.

Toca evaluar entonces qué es mejor: ampliar los juegos previos, digitales y orales, hasta el punto de un orgasmo que genere más excitación, relajación mental y fluidos… o suspenderlo todo y esperar a que se conozcan y deseen mejor.

En ningún caso tiene sentido hacerlo mal y con prisa para «salir de eso» de una vez, mucho menos por miedo al qué pensarán, ni por complacer a la pareja porque ya se calentó y no quiere dar marcha atrás.

En tus manos está que esa primera vez sea agradable, no violenta, y sí es un tema que importe, porque muchas disfunciones del erotismo se fraguan en ese instante, y lo que pudo ser un bonito recuerdo termina en pesadilla humillante cuando no sabes convertir un sí en no.

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