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Arte y sexo en la antigüedad (I)

En el decursar de los siglos, el ser humano dejó plasmada a través del arte su interpretación de la vida cotidiana, y en múltiples ocasiones también la sexualidad motivó a nuestros ancestros

Autores:

Taymí Bautista García
Mileyda Menéndez

El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.

Friedrich Nietzsche.

En el decursar de los siglos, el ser humano dejó plasmada a través del arte su interpretación de la vida cotidiana. Escenas que honran la agricultura o la adoración de sus divinidades encontraron espacio en cuevas, pergaminos y paredes, tanto como su visión de enfermedades y guerras.

El llamado arte rupestre nos permite entender buena parte de las costumbres de una época anterior a cualquier historia registrada. Y aunque los rituales danzarios y escenas de caza integran los testimonios más conocidos de su cotidianidad, también la sexualidad motivó a nuestros ancestros a mezclar pigmentos y tallar o modelar figuras.

Con el descubrimiento, restauración y conservación de algunas de esas obras se puede entender cuánto importó desde siempre el disfrute sexual, y por qué muchas civilizaciones vivieron el erotismo de forma más desprejuiciada que en la actualidad.

Sexo a la vista

Son escasas las representaciones humanas que han sobrevivido hasta nuestros días, pero entre ellas no han faltado las que hacen evidente alusión a genitales masculinos y femeninos, besos apasionados, abrazos, masturbación, coito y cunnilingus. Esas primeras escenas datan de 30 000 años antes de nuestra era (ANE) y se han encontrado en África y Europa, mayormente.

En Asturias, España, se conserva uno de los conjuntos rupestres eróticos más emblemáticos, nombrado El camarín de las vulvas. Fue descubierto en 1968 y su nombre se debe a las numerosas vulvas pintadas con color ocre. En otras cuevas europeas el tema se repite, pero en menos cantidad. Se supone que representaban el ciclo menstrual: tal vez un antiguo calendario para medir el avance de la ovulación, equivalente en su cosmogonía a las estaciones climáticas.

Los hallazgos de falos erectos también son comunes. Tallados en piedra, hueso o cuernos, se cree que se usaban como bastones, puntas de lanza, adornos… y quizá como dildos en algún ritual erótico.

En cuanto a esculturas prehistóricas, una de las más conocidas es La Venus de Willendorf, que forma parte de un amplio conjunto de pequeñas estatuillas de piedra, arcilla o marfil, sin rasgos faciales y con los atributos femeninos muy exagerados para simbolizar la fertilidad.

En la cueva de Enlene, Francia, se ha encontrado el único caso de voyeurismo gráfico identificado hasta hoy: una pareja en pleno acto sexual y un tercero que observa, lo que demuestra que quizá para el hombre antiguo las prácticas amatorias no eran tan íntimas como en nuestros días, sino que podían ser disfrutadas públicamente.

En cuanto a la América prehispánica, poco se conoce de las costumbres eróticas de esos pueblos, porque las referencias de los conquistadores llegan viciadas de un puritanismo que las catalogó de incivilizadas, otro argumento empleado para justificar la destrucción de su patrimonio.

La fuente mejor conservada de ese arte erótico procede de la cultura Moche, que floreció en una zona casi desértica del Perú entre los siglos II y VlI. De ellos se conservan vasos o cántaros con asas y figuras humanas de cuerpo entero en las que se distinguen escenas explícitas de prácticas hetero y homosexuales, tríos, felaciones y hasta esqueletos que quizá sugieran el sexo tras la muerte.

Los genitales representados por los mochicas son inmensos y desproporcionados en ambos sexos, y es de notar la ausencia de placer en los rostros. A estos objetos de pequeño tamaño se le atribuyen un uso ritual, más que cotidiano, como una ofrenda a la fertilidad de la tierra, tema recurrente en las culturas originarias.

Se especula que quizá los moches representaban su sexualidad sin prejuicios como homenaje a la existencia y continuidad de la vida a través del sexo. Su civilización desapareció alrededor del siglo IX por la aridez del clima donde habitaban, y su cerámica, conservada como ofrendas funerarias, ha sido saqueada por los coleccionistas.

La próxima semana te contaremos sobre el arte erótico en culturas que son raíces directas del mundo moderno occidental, de las cuales se conservan sorprendentes ejemplos en museos y sitios arqueológicos originales. 

*Artista plástica camagüeyana, promotora de la plataforma Senti2

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