No hay una única primera vez en la vida: con cada nueva relación renace la oportunidad de recrear tus sueños, siempre que no conviertas en rutina la entrega o la abarates en «descargas» con desconocidos
¿Quién puede contra esa ingenuidad que nos va dejando vivir?
Julio Cortázar
La primera vez. ¿Quién que la ha vivido no idealiza ese momento y busca en los detalles del entorno el coraje que puede faltar para gozar de otra piel?
No siempre las historias resultan bonitas, porque no en todas se esperó a la persona o al momento adecuados. El embullo, la impaciencia o la baja autoestima manchan la experiencia o pueden convertirla en recuerdo traumático.
La buena noticia es que no hay una única primera vez en la vida: con cada nueva relación renace la oportunidad de recrear tus sueños, siempre que no conviertas en rutina la entrega o la abarates en «descargas» con desconocidos.
En la novela Once minutos, el portugués Paulo Coelho pone en boca de su protagonista estas reflexiones: «Todos sabemos amar, pues hemos nacido con ese don. Algunas personas lo practican naturalmente bien, pero la mayoría tiene que reaprender, recordar cómo se ama, y todos, sin excepción, tenemos que quemarnos en la hoguera de nuestras emociones pasadas, revivir algunas alegrías y dolores, malos momentos y recuperación, hasta conseguir ver el hilo conductor que hay detrás de cada nuevo encuentro…».
La magia está, según Coelho, en respetar la importancia de cada segundo. Así lo piensa también Damaris, adolescente reglana que decidió compartir con Sexo sentido su primera mágica oportunidad, de la que está realmente muy orgullosa.
Más allá de la visión romántica, hay elementos que no deben pasarse por alto, porque el amor inspira, pero no te protege de ciertos inconvenientes.
El primero es la edad para tener relaciones responsables y libres. Si tú o tu pareja tienen menos de 16 años, deben saber que los padres, como tutores, pueden prohibir ese paso, a menos que les convenzan de que ya tienen madurez para afrontar sus buenas y malas consecuencias.
Hacerlo a sus espaldas implica un desafío al que pueden responder con restricciones muy severas e incluso con una denuncia legal por el delito de estupro, así sea el sexo consentido o con pocos años de diferencia entre ambos.
Por eso es importante alertar a la familia cuando creas que eso puede ocurrir, aunque no te parezca oportuno darles los detalles. Lo ideal es que compartan tu entusiasmo, te cuenten sus experiencias y te ayuden en los preparativos, desde disponer de condones hasta revelar trucos para evitar el dolor y los desgarros, otro de los riesgos en el debut (aunque también ocurre más adelante si no hay suficiente excitación).
Las jovencitas deben sacar bien la cuenta de su ovulación para evitar esos días, porque la inexperiencia aumenta el riesgo de fallos del preservativo. Otro detalle fundamental es construir un ambiente de confianza. En este sentido sería aconsejable cuidar de que no haya dispositivos para grabar el momento, si no es una decisión tomada de mutuo acuerdo, porque es difícil controlar su destino después.
Lo perfecto es avanzar escalonadamente en las caricias, dialogar sobre las sensaciones y explorar variantes de placer antes de llegar al coito. Si no se sienten cómodos al discutir las razones y modos de encarar el asunto o no disponen de tiempo, es que no están listos para intimar.
De orgasmos y demoras casi no vale la pena hablar. Es mejor confiar en la naturaleza y disfrutar esa exploración inicial sin expectativas de fuegos artificiales. Las novelas son poco realistas en ese aspecto y las amistades exageran por pena. Además, ninguna pareja se parece a la otra, mucho menos cuando los nervios toman el control… y las medallas olímpicas no se ganan sin una buena dosis de práctica, autoconfianza y trabajo de equipo.
Me llamo Damaris, tengo 18 años y los mismos conflictos, miedos e inquietudes de cualquiera de ustedes, aunque quizá con una manera muy distinta de pensar. Para muchos adolescentes, sobre todo varones, el primer acto sexual es solo una forma de satisfacer necesidades o experimentar sensaciones que antes no conocían, y entonces se pierden el verdadero placer: hacerlo por amor.
Eso es lo que yo defiendo por encima de todas las cosas, porque algo tan bello como entregarse el uno al otro no debe ser forzado, sino de mutuo acuerdo. Cuando ese momento llega hay que dejar atrás los miedos y tapujos para disfrutar la experiencia increíble que propicia. Si lo haces solo por complacer a tu pareja, va a ser un rotundo fracaso.
Te confieso que los juegos sexuales me ayudaron mucho para llegar a ese acto, porque conocí mejor los puntos de excitación de ambos. Tambien fue muy importante cultivar la comunicación para evitar que ninguno de los dos se sintiera incómodo. Yo tenía esa confianza con mi novio, así que le comenté cómo quería que fuese mi primera vez. Desde niña tenía ese sueño atrapado en el pecho, y él me lo supo cumplir.
Un día fui a su casa y me llevé una magnífica sorpresa. Encima de la cama había formado un corazón de pétalos de rosas rojas, atravesado por una flecha, y en el centro muchas margaritas blancas. En las puntas de la cabecera había otras margaritas y velas, a cuya luz transcurrió todo. No podría olvidar el olor del incienso, ni los búcaros de flores y la música, simbolizando la pasión y la pureza de ese bello momento. Esos detalles me hicieron olvidar el nerviosismo de la primera vez, y aunque el noviazgo terminó un tiempo después, le sigo agradeciendo tanta delicadeza.
Si eres de las personas que piensan que una decisión así no se puede tomar a la ligera, si esperas que sea algo especial en tu vida, no te rindas: con amor, todos los sueños se cumplen.