Los efectos de la debacle económica mundial también se han hecho sentir en las empresas tecnológicas
Los dinosaurios han vuelto a extinguirse. Esta vez no fueron los meteoritos o una poderosa plaga los causantes de su muerte. Tampoco han desaparecido como les ocurre a las ballenas, por el cambio climático.
A Pleo, el primer dinosuario de alta tecnología, un minirrobot con múltiples sensores y autonomía propia que se mueve por la casa y tiene hasta estados de ánimo, lo mató la crisis económica mundial.
El costoso juguete, desarrollado por Caleb Chung desde el año 2006, y comercializado por la empresa japonesa Ugobe, dejó de venderse, incluso por Internet, desde donde se podían hacer los pedidos.
Simplemente cancelaron la web, dejaron de responder al teléfono y por supuesto, condenaron al dinosaurito a la segunda extinción de estos megamamíferos, ya que la baja en la venta de productos tecnológicos hizo quebrar a la empresa que los comercializaba, a pesar de que habían previamente rebajado el precio del juguete a cien dólares cada unidad, algo muy distante de los más de 300 que costó cuando salió por primera vez al mercado.
Pleo, desgraciadamente, no es la única víctima de la crisis económica en el sector de las nuevas tecnologías. Ya han caído en desgracia, poco a poco, otros juguetes como el conejo Nabaztag, que permitía conectarse inalámbricamente y funcionaba como despertador, y hasta lector del correo electrónico en las mañanas.
Y es que incluso gigantes como Motorola, Dell, AT&T y otros se han apresurado a recortar puestos de trabajo, ilusiones de los inversionistas y hasta investigaciones sobre nuevos productos y servicios, previendo lo que muchos expertos consideran ya como el año negro de las TICs.
Desde que en 2008 comenzaran a hacerse sentir los primeros efectos de la debacle económica mundial hasta la actualidad, según la consultora Channel Insider se han perdido nada menos que unos 100 000 puestos de trabajo en el sector tecnológico.
La mayoría de los despidos han tenido lugar entre los ejecutivos de venta y comerciales de productos, pero también se han sucedido entre investigadores e incluso altos ejecutivos.
Solo el gigante Google, paradigma para muchos de una empresa «exitosa» en el campo de las .com, ha despedido ya a unos 5 000 empleados temporales o contratados para programas específicos, y ha detenido varios proyectos investigativos.
Su archirrival Yahoo! tampoco la está pasando muy bien que digamos, como lo evidencia el anuncio hecho esta semana de que puso punto final a GeoCities, un espacio para que los usuarios del buscador pudieran albergar su propia página web.
Lo curioso es que Yahoo! compró GeoCities en 1999 a sus creadores en medio de la burbuja de las .com, nada menos que por 3 000 millones de dólares, y ahora, asfixiado por las bajas en ventas de publicidad, se ha visto obligado a sacarlo de circulación.
Hay quienes aseguran que no se ha visto lo peor, y que serán los números de cierre económico de 2009 los que digan la última palabra en este campo.
Los anteriores son apenas algunos ejemplos de la imparable debacle económica que afecta a las empresas tecnológicas, cuyos efectos son ya muy visibles, aunque los traten de ocultar lanzando nuevos productos y presentando novedades como el Windows 7 de Microsoft.
Hasta este producto, muy esperado por los amantes de la tecnología para quitarse de encima los sinsabores dejados por la anterior versión del sistema operativo, el Windows Vista, ha tenido una pálida acogida en el mercado.
La caída en las ventas de nuevas computadoras, los altos precios que cobra Microsoft por la licencia de uso del software, y la reticencia de muchas empresas en época de recortes a hacer cambios tecnológicos costosos le han pasado factura en números negativos al nuevo hijo de Bill Gates.
Solo entre junio de 2008 y junio de 2009, último año contable de la compañía, sus ventas disminuyeron un tres por ciento, mientras que el beneficio neto bajó un 18.
Lo anterior significa, en otra lectura, que por vez primera en sus 34 años la multinacional del software registró números negativos de crecimiento, lo cual ya dice mucho de la crisis en la que está inmersa.
En los últimos tres meses el desplome fue aún mayor, con una caída del 29 por ciento en el beneficio, y del 17 por ciento en la facturación, lo cual obligó a Chris Liddell, responsable financiero de la firma, a reconocer en un comunicado que el negocio «siguió registrando el impacto negativo de la debilidad en el mercado global de PCs y servidores». Masivos despidos y campañas de recortes de gastos no se han hecho esperar, y aunque no hay cifras fijas, Microsoft adelantó que sus gastos operativos se situarán en unos 12 000 millones menos que los que tuvo en el año 2008.
Algunos expertos se han mostrado confiados en que quizá el lanzamiento de
Windows 7 ayude a mejorar las cifras globales, e incluso impulse algo las ventas de nuevas computadoras, pero las primeras cifras, todavía inciertas, indican que bien pudiera caerles encima un jarro de agua fría.
Si alguien parece que saldrá beneficiado de la crisis económica en las tecnologías, esos son los piratas informáticos y las redes criminales que operan en Internet.
Ya desde comienzos del año 2009 la firma Symantec adelantó la posibilidad de que la crisis económica global sería la base de muchos ataques informáticos nuevos, entre estos estafas destinadas a gente que tiene sus casas embargadas y que apuntan al desempleo, así como un aumento en el spam o correo basura que imita sitios de empleo.
Eso sería aupado también por los recortes en gastos de seguridad informática de muchas empresas, ante el alto precio de los antivirus, así como en las mismas empresas creadoras de estos, que contratarán a menos personal.
Así, en una especie de círculo vicioso, la caída en la adquisición de productos antivirus llevará a recortes en el desarrollo de estos, y a río revuelto… ganancia de hackers.
Symantec alertó también de que muchos de la cada vez mayor cantidad de desempleados en el sector de las nuevas tecnologías, un número importante con alta calificación, podrían ser fichados por las redes criminales que operan en Internet, y tentados a aceptar debido a la difícil situación económica que atraviesan.
De esa forma la crisis podría traer más delitos informáticos, causar quiebras en más empresas y por ende más despidos y a su vez caldo de cultivo donde reclutar a más cibernéticos desesperados, en otro círculo cerrado de difícil ruptura.
Por lo pronto, y aunque nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar, en los últimos días se han publicado algunos números alentadores en ventas tecnológicas, si bien no faltan los que piensan que podría tratarse de una campaña propagandística pagada por las empresas.
Habrá que ver lo que depara el futuro, así como las consecuencias nefastas que pudiera traer la crisis en la monopolización cada vez mayor que se está dando en el espacio cibernético, donde los más poderosos se están aprovechando de las ruinas para hacerse con mayor cantidad de empresas, monopolizando en pocas manos el mundo virtual.