Dos hombres, dos situaciones distintas, un mismo puesto: la silla al centro del celebérrimo Despacho Oval... Esa es la línea de intrigas y suspense que mueve los hilos de House of cards, una serie seguida por muchos
Dos hombres, dos situaciones distintas, un mismo puesto: la silla al centro del celebérrimo Despacho Oval. En la esquina roja se encuentra Frank Underwood (Kevin Spacey), un congresista inescrupuloso y cínico que a través de las cinco temporadas de House of Cards (Castillo de naipes) ha demostrado ser capaz de cualquier cosa con tal de alcanzar sus propósitos. Desde el cuadrante azul, que enmarca Designated Survivor (Sobreviviente designado), se prepara Tom Kirkman (Kiefer Sutherland), un destituido secretario de vivienda y urbanismo que, sin desearlo, deberá asumir la presidencia de Estados Unidos en los momentos más turbulentos de su historia.
El presidente Underwood tiene un gancho fuerte, y no solo desde el punto de vista del boxeo. La trama que propone House of Cards no es como otras que el espectador haya podido conocer. Lejos de tener todos los homologados valores y la integridad necesaria para llegar a vivir en la Casa Blanca, este hombre inescrupuloso nos invita a conocer las más increíbles y álgidas artimañas. «Todo por la revancha» y «con paso lento pero seguro», podrían ser los lemas del sobrado competidor.
Frank Underwood se ha consagrado a la vida de Washington D.C. Ocupa cargos políticos desde hace varios años como coordinador de la parte mayoritaria en la Cámara de Representantes norteamericana. Al comenzar la serie televisiva, la mayor aspiración del congresista por Carolina del Sur es el puesto de Secretario de Estado. Sin embargo, una treta política lo obligará momentáneamente a abandonar sus esperanzas.
Pero los golpes de Underwood son fuertes y constantes. Rápidamente cambiará sus expectativas y moverá el tablero de las jerarquías del Gobierno a sus anchas para arrebatar a sus adversarios un sinnúmero de importantes puestos y hacerse él mismo, luego de tres temporadas, de la presidencia de Estados Unidos. Su historia se centra fundamentalmente en las manipulaciones existentes en torno al poder.
Tom Kirkman, por el contrario, carece de sólidas experiencias. Acudió a la capital norteamericana con la única intención de ayudar a la Administración y justo después de ser informado acerca de su próximo despido, es seleccionado como «sobreviviente designado». Tal obligación consiste en ser el único miembro del gabinete de Gobierno que no asiste al Discurso del Estado de la Nación donde deben participar todos y cada uno de los integrantes de los órganos ejecutivo y legislativo del país. Esa misma noche, numerosas cargas explosivas vuelan el Capitolio estadounidense y acaba con la existencia de todos los participantes.
Kirkman debe asumir entonces el puesto vacante al frente de una nación destrozada y temerosa del más incierto de los futuros. Pero logra salir adelante gracias a su nuevo jefe de prensa, Seth Wright (Kal Penn), y a su fiel asistente y recién estrenada jefa de gabinete, Emily Rhode (Italia Ricci). Al mismo tiempo, la agente especial Hannah Wells (Maggie Q) será la encargada de descubrir que los tristes acontecimientos son el resultado de una extensa e interna conspiración para debilitar a la denominada «nación más poderosa del mundo».
Durante 21 capítulos, incontables personajes le recuerdan al inexperto presidente que no es el más indicado para el puesto. Pero ahí recae la fortaleza de este contendiente: siempre va contra todas las expectativas que se tienen de él. Bueno, al menos en los cinco primeros capítulos…
A pesar de esa facilidad para cambiar sus decisiones de último momento, el contrincante azul es simplemente predecible. El guion que cuenta su historia tampoco lo ayuda. Pareciera que a pesar de no ser el más cualificado debe demostrar, constantemente, que es capaz de desarrollar conclusiones lógicas por sí mismo.
Mientras que Underwood, cuando desea que no se le escape nada al espectador, cruza sin tapujos la cuarta pared y desde las más afables interlocuciones nos da a conocer qué hará, contra quién, por qué tal congresista se comporta de un modo determinado, o nos hace notar cuánto le desagrada algo.
Otra importante diferencia entre los dos jefes de Gobierno son sus familias. El peleador de la esquina roja no tiene hijos, pero lleva casado más de diez años con Claire (Robin Wright). Esta mujer resulta tan ambiciosa como su marido, aunque, en ocasiones, inconstante. Es la más leal de las aliadas y tras llegar a la cuarta entrega del drama televisivo, aspira a alcanzar un puesto de tanta envergadura como el de Underwood.
Alex (Natascha McElhone) se convierte en la primera dama que apoya al competidor azul. Se trata de una amantísima esposa desesperada porque la Casa Blanca no afecte a sus dos hijos. A pesar de ello, permanece junto a Kirkman y constantemente le ruega porque puedan volver a sus vidas previas.
A primera vista pareciera que el competidor rojo ganaría la pelea sin problemas mayores. Pero lo cierto es que más allá de las grandilocuentes tramas, House of Cards y Designated Survivor son harina del mismo costal.
La principal diferencia entre las dos propuestas se encuentra en sus protagonistas. Todo se resume al despótico Frank contra el intachable Tom; o para quienes lo prefieran de otra forma: la corrupta seducción de Underwood enfrentada a la honradez poco creíble de Kirkman.
Sin embargo, en ambas se realza la potestad de Estados Unidos para intervenir en otras naciones por el «simple» hecho de querer hacer cumplir su autoproclamado título de garante y líder del «mundo libre». Entonces de lo que se trata es de llevar a creer a la audiencia universal que en su posición de superpotencia le asiste el derecho de juzgar a los países que se le antoje por supuestas violaciones a los derechos humanos, y de invadir y matar en su supuesta lucha por la «libertad» y la «democracia».
Con el respaldo de Netflix y creada por Beau Willimon, House of Cards no es una producción original. En realidad consiste en una adaptación de una miniserie británica homónima de los años 90, basada en la novela de Michael Dobbs y que estaba enmarcada en el período en que Margaret Thatcher fue primera ministra. Pero este nuevo regreso llegó con una innovación para el negocio de cómo hacer televisión: por primera vez una serie se realiza para que se vea online. Así se convirtió en la primera serie streaming que gana un Emmy.
Transmitida por ABC y con David Guggenheim al frente, Designated Survivor emitió su episodio piloto en septiembre de 2016, con Kiefer Sutherland como protagonista, quien luego de la novena temporada de 24 horas había dicho que no tenía intención de volver a trabajar para la televisión, sin embargo, cuando leyó el guion del capítulo inicial quedó tan impresionado que decidió aceptar la oferta. En el elenco lo acompaña, entre otros, el actor Kal Penn, quien interpreta a Seth Wright. Casualmente este actor trabajó en 2009 y 2010 para la Administración de Barack Obama, lo cual lo obligó a decir adiós a su papel en la serie House.