Existe una fórmula de la industria cultural casi infalible para atrapar: mezclar en un mismo producto audiovisual el género policiaco, el misterio y la fantasía
Las televisoras lo han entendido muy bien: existe una fórmula casi infalible para atrapar: mezclar en un mismo producto audiovisual el género policiaco, el misterio y la fantasía. Funcionan muy bien esas series al estilo de la muy gustada Supernatural o de aquella que ahora Multivisión transmite su quinta temporada, Grimm, que construye su propia mitología al presentarnos dos mundos separados, pero enlazados por un personaje muy peculiar: Nick Burkhard.
Resulta que en un lugar nombrado Portland, Burkhard (David Giuntoli) se gana la vida como detective de homicidios, al tiempo que posee un don: es un Grimm, es decir, tiene la capacidad de reconocer a los wesen, especie de criaturas antropomórficas que habita entre los humanos sin que estos puedan identificarla. Por tanto a Nick le corresponde mantenerlas a raya para que el mal que ellas representan no se extienda.
Esta situación le proporcionaba suficiente caldo para los libretos a David Greenwalt, especializado en temas fantásticos (Buffy, la cazavampiros, Jake 2.0, Moonlight); y a Jim Kouf, quienes fueron convocados por los productores Todd Milliner y Sean Hayes para que trataran de estirar lo más que pudieran la existencia del protagonista, quien por su doble condición se veía «obligado» a guardar enormes secretos, incluso ante sus seres más queridos: su novia, la veterinaria Juliette (Bitsie Tulloch) y sus compañeros Hank Griffin (Russell Hornsby) y Drew Wu (Reggie Lee).
Por supuesto que para llevar adelante su función de auténtico cazador de monstruos que adoptan esa extraña forma, Nick necesitará la colaboración de fieles aliados, como Monroe (Silas Weir Mitchell), un wesen que toma apariencia de lobo y que resultará esencial para que el detective pueda encontrar al culpable del delito. Importante será, además, la colaboración de otra criatura «rara», la herbolaria que interpreta Bree Turner como la prometida de aquel.
Con cierta tibieza fue recibida la serie por parte de la crítica, aunque el público la acogió de buena gana, lo que conllevó a que se encargara de inmediato una temporada completa tras su estreno en octubre de 2011. Una primera entrega que estuvo integrada por capítulos que por lo general abrían con una escena nocturna perfecta para que se produjera un sorpresivo ataque perpetrado por un «bicho» que nos muestra esa apariencia con la cual extermina a su presa.
Sin duda el número de seguidores de la serie comenzó a crecer en la medida en que se fueron enterando de la verdadera naturaleza del Grimm, mientras sus allegados se iban adaptando a la realidad, para así estar listos para armar un sui géneris grupo de investigación capaz de enfrentar la «invasión» de más y más villanos, con sus grandes corporaciones o compañías secretas.
Con su estructura al estilo autoconclusivo (en cada capítulo se resuelve más o menos la historia planteada), lo que hace más llamativa a esta propuesta televisiva; sin embargo, es todo lo relacionado con el mundo de los wesen, cómo se nos presentan y cómo son situados en la vida «real». Aquí sobresalen los escenarios en los que ocurre la acción, con ese entorno siniestro de Portland, concebido a través de calles oscuras, bosques, castillos… Sin dudas, la acertada ambientación constituye uno de los logros de la serie.
Para que una serie de este tipo sea mínimamente verosímil, las actuaciones tienen que jugar un papel esencial. En el caso de Grimm, los actores cumplen con su cometido de forma correcta. Hasta el momento en que esta producción vio la luz, David Giuntoli era un completo desconocido. De hecho, su experiencia se reducía a ser concursante de realities hasta que se hizo de algunos papeles secundarios de escasa importancia. Es innegable que los productores se arriesgaron bastante cuando le otorgaron el rol principal de Grimm, y a decir verdad asume con decoro su Nick Burkhard.
Sus compañeros de reparto: sobre todo Bitsie Tulloch (logra una buena química en pantalla con Giuntoli), Russell Hornsby y Reggie Lee, aunque no nos hacen saltar de entusiasmo, tampoco desentonan. Si hubiera que destacar algún desempeño, ese sería el de Silas Weir Mitchell, quien parece que ya se ha habituado a robarse el show, como lo ha conseguido antes en Prison Break y en Me llamo Earl. Sinceramente, este actor arma de maravillas a este personaje que muchas veces tiene la clave para solucionar los casos, por sus abundantes conocimientos de sus congéneres. Con este papel hecho a su medida, Silas le aporta, además, la necesaria dosis de humor que pide Grimm para que el televidente no se hastíe de tantos monstruos.
En mi opinión, Grimm no clasifica en ese grupo de productos audiovisuales que da grima. No se puede negar que como pasatiempo entretiene, porque además no creo que sus productores la hayan previsto con ínfulas de grandeza. Es una serie modesta, cuyos creadores tenían, bastante claro cómo enganchar a un determinado público, aunque por momentos dieron signos de evidente «agotamiento», de que ya la imaginación y la originalidad no daban para más, sobre todo cuando el capítulo dependía del «poder seductor» del wesen de turno y de la dignidad que alcanzaran los efectos especiales, no siempre tan felices.
Desde que se estrenara Grimm en el 2011, se consiguieron realizar seis temporadas y 123 capítulos. Justo en este 2017 cerró, según se dice, definitivamente esta serie transmitida por NBC, aunque sus fans, que quedaron sorprendidos y desolados con el desenlace de ese final algo abierto, todavía no pierden la esperanza de que la cadena televisiva lo reconsidere mejor.
Como el negocio es el negocio, ni David Greenwalt ni Jim Kouf le pasaron cerrojo a la puerta por si los encargados de poner los «recursos» se embullan para que Grimm reaparezca de otra manera o haga surgir un spin-off. Ya lo dijo bien claro Kouf: «Dejamos todas nuestras opciones abiertas. Nunca se sabe».
Al siglo XVIII pertenecen los hermanos alemanes Wilhelm y Jacob Grimm, quienes movidos por la curiosidad y por el amor a su pueblo se acostumbraron a viajar por las aldeas para hablar con su gente y recoger sus leyendas, sus ritos, sus costumbres, sus canciones…, testimonios que reunieron en forma de pequeñas historias. De esos cuentos bebieron David Greenwalt y Jim Kouf para crear una nueva raza de humanos a la que llamaron Grimms, es decir, personas con una fantasía superdotada.
En el mundo de la TV parece que existen empresas/productoras que eligen qué temática se impondrá en las series, pues cuando salió al aire Grimm también aparecieron otras propuestas centradas en los cuentos infantiles, como Once Upon a Time (Érase una vez…), que se estrenó el mismo año.