Ante la aparición de miles de peces blancos muertos sin motivo aparente, las autoridades de Montana, en Estados Unidos, tuvieron que tomar una difícil pero inevitable decisión: cerrar el río Yellowstone y prohibir toda pesca, natación y cualquier otra actividad recreativa en una extensión de 290 kilómetros, con el fin de evitar su propagación.
Luego de analizar algunos especímenes de los más de 4 000 reportados hasta la fecha, la investigación aportó que un parásito, el tetracapsuloides bryosalmonae, compuesto por unas cuantas células, era el causante de la masacre.
Proveniente de la familia de los myxozoans, que pasan la mayor parte de su vida como esporas antes de convertirse en animales, este parásito es altamente contagioso y mata entre el 20 y el ciento por ciento de los peces infectados. Además provoca la enfermedad bacteriana del riñón, una de las más letales en peces blancos y truchas.
«Ataca el cartílago vertebral ocasionando deformidades en el esqueleto y en el sistema nervioso de los peces jóvenes que, incapaces de alimentarse o escapar de depredadores, terminan muriendo», asegura la revista estadounidense The Atlantic.
Una vez muertos estos peces liberan unas diminutas esporas en forma de semilla que pueden permanecer inactivas en el ambiente durante décadas y solo se reactivan si son tragadas por el huésped correcto: un pequeño gusano de la especie de los anélidos. Ya en el intestino del animal el parásito se desarrolla, sale al agua a través del excremento del gusano, se aferra al pez blanco o la trucha que se encuentren a su paso y le inyectan una letal célula infecciosa que se arrastra por el cuerpo del pez hasta llegar al cartílago de la vértebra.
Por tal motivo, además, las autoridades de Montana pidieron tomar medidas para prevenir la propagación del parásito.