Aunque Cuba no exporta madera de las especies de guayacán ni se han otorgado permisos o licencias ambientales para su aprovechamiento, su uso ilegal se ha incrementado en los últimos 15 años, principalmente para la fabricación de artesanías con destino a la venta para turistas
Pueden teñir una madera cualquiera al ponerla a hervir junto a un trozo de guayacán. Aquella tomará la tonalidad de esta, madera auténticamente preciosa y resistente, «y los que no saben mucho de este tema, ni cuenta se darán». El señor, artesano de experiencia, me revelaba este y otros secretos años atrás, cuando escribía un reportaje para este diario sobre la tala indiscriminada y el comercio ilegal de la madera en el país.
Fue entonces cuando supe de las especies del género Guaiacum, diferenciadas a nivel popular como guayacán blanco y guayacán negro. Más recientemente conocí que el Grupo de Especialistas de Plantas Cubanas (GEPC) de la Comisión de Supervivencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de las Especies (CSE/UICN), las categorizó como amenazadas y con datos insuficientes para determinar el estado de sus poblaciones en el territorio nacional.
Aunque Cuba no es un exportador de madera de estas especies y no se han otorgado permisos o licencias ambientales para su aprovechamiento, su uso ilegal se ha incrementado en los últimos 15 años, principalmente para la fabricación de artesanías con destino a la venta para turistas.
Por ello, la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, en calidad de Autoridad Administrativa (ORSA), y el Instituto de Ecología y Sistemática (IES) como Autoridad Científica CITES, solicitaron apoyo internacional para realizar en Cuba una actualización del estado de conservación de los guayacanes, evaluar el impacto de su utilización y establecer las medidas para su conservación y uso sostenible.
«Fomento de la capacidad para lograr una más efectiva implementación de la CITES en Cuba para especies maderables del género Guaiacum» es el título del proyecto presentado y aprobado, que cuenta además con la colaboración de la Dirección Forestal, Flora y Fauna Silvestres del Ministerio de la Agricultura; el Instituto de Investigaciones Agro-Forestales (INAF); el Grupo de Especialistas de Especies Cubanas de la IUCN; la Empresa Nacional para la Conservación de la Flora y la Fauna; el Jardín Botánico Nacional; el Centro Nacional de Artesanías del Fondo Cubano de Bienes Culturales y la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba.
El licenciado en Derecho Daimar Cánovas González, director del IES, recuerda que CITES es una de las más antiguas convenciones ambientales, destinada a regular el comercio internacional para evitar que este ponga en peligro la supervivencia de las especies en el medio silvestre.
«La nueva Ley de Medio Ambiente en el país, asevera, es un paso de avance porque busca mecanismos económicos para que los actores se interesen en promover conductas amigables y no agredan el entorno, y las modificaciones del Código Penal refuerzan las sanciones en este ámbito, «aunque quedará en el terreno de lo subjetivo definir cuán significativo es el daño para que pueda ser considerado delito».
Ante la insatisfecha demanda, la oferta siempre hurgará en las vías más factibles, «y por ello debemos proveer otras alternativas como la siembra de especies maderables que no estén incluidas en CITES, que puedan ser utilizadas con similares fines y que elimine la depredación de aquellas que, como el guayacán, la sufren».
José Alberto Álvarez Lemus, especialista de ORSA y líder del proyecto, explica que «favorecemos, además, el papel y una efectiva cooperación de las autoridades científicas y las autoridades de control del comercio de maderas y sus productos para prevenir, disuadir y combatir los delitos forestales, mediante el diseño de acciones integrales de control y un eficiente sistema de información y recopilación de datos».
Insiste en que es esencial lograr la sensibilización de los productores, artesanos, comerciantes y consumidores sobre las afectaciones derivadas del comercio ilícito a la conservación de estas especies.
«Urgía actualizar la información sobre las plantaciones, viveros, bosques naturales y el uso de las especies seleccionadas, así como el ordenamiento forestal, con la información recabada de las empresas forestales. A ello se suma la actualización de los planes de manejo y de ordenación forestal de las Áreas Protegidas con poblaciones de las especies seleccionadas.
«Por otra parte, hemos constatado que la identificación de las diferentes especies de madera en el mercado por parte de algunas autoridades no es adecuada, y por ello se dificulta el enfrentamiento al comercio ilegal.
«Si bien las maderas de las dos especies de guayacanes no es posible diferenciarlas, excepto por análisis especiales, que no es práctico con fines de vigilancia, sí pueden distinguirse a nivel de género con relativa facilidad de otras maderas en el mercado, al igual que la caoba, y ello es imprescindible incorporarlo en la capacitación de las autoridades de control como el Cuerpo de Guardabosques, la Aduana General de la República, Inspectores Integrales de Supervisión de los Gobiernos, Inspectores Ambientales, la Policía y el Servicio Estatal Forestal para enfrentar el comercio ilícito».
—El país no cuenta actualmente con una legislación o procedimiento para la comercialización de madera nacional a los artesanos y otros productores privados. No se podrá ofertar de manera lícita…
—Es cierto. Sin embargo, Cuba evalúa esa situación y está en proceso para revertirla, por lo que los resultados del proyecto pueden aportar para la toma de decisiones, al contribuir al control y la trazabilidad de determinados productos forestales, que es una de las principales preocupaciones actuales.
El ingeniero forestal Antonio Guzmán Torres, subdirector forestal de la Dirección Forestal, Flora y Fauna Silvestre del Ministerio de la Agricultura, insiste en que la legislación vigente contempla regulaciones que protegen las especies del guayacán.
«Actualmente Guaiacum officinale y Guaiacum sanctum están protegidas en el Apéndice II de CITES y por la legislación nacional desde 2011, al declararlas Especies de Especial Significación de Biodiversidad de Cuba por la Resolución 160/2011 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
En el Herbario Nacional de Cuba se atesora un caudal científico inigualable en relación con las especies vegetales del país.Foto: Pablo Massip.
«Se prohíbe el aprovechamiento para Guaiacum sanctum (especie en peligro de extinción) por estar listada en el Apéndice I de la Resolución 160/2011 y existe la prohibición de tala, sin licencia ambiental, para Guaiacum officinale (Apéndice II), aunque el Reglamento de la Ley Forestal en 1999 (Resolución 330/1999 del Ministerio de la Agricultura) no consideró a estas amenazadas, debido a que se consideraban relativamente abundantes, y solo prohíbe la tala de árboles de Guaiacum officinale menores de 30 cm de diámetro a 130 cm del suelo.
«Tenemos la misión de proponer y hacer cumplir las regulaciones establecidas sobre el patrimonio forestal con rigor. El establecimiento del Sistema Nacional de Áreas Protegidas es esencial en el cumplimiento de esas regulaciones, así como los mecanismos establecidos para emitir los permisos, en el caso permitido del aprovechamiento de la especie.
«Próximamente entrará en vigor el nuevo Código Penal, en el que se reconoce el delito ambiental, y la tala, el comercio y el transporte de Especies de Especial Significación de Biodiversidad de Cuba se contemplará como tal; se aprobó recientemente el Plan gubernamental para el enfrentamiento a delitos e ilegalidades que afectan los recursos forestales, flora y fauna silvestre y otros recursos naturales, y se trabaja en un sistema de acciones que organicen el proceso del aprovechamiento forestal y comercialización de la madera.
«Otras alternativas, que no son nuevas, se refieren a los programas de reforestación, a partir del empleo de especies nativas, y existen otras regulaciones para la conducción de los manejos y la obligación de proyectarlos sobre la base de la ordenación forestal».
Ernesto Palacios, director del Parque Nacional Desembarco del Granma —merecedor del Premio Nacional de Medio Ambiente— refiere que parte del trabajo de conservación en el rescate de especies no amenazadas que realizan en este recinto incluye las especies de guayacán.
«Estudiamos la distribución de la especie en el área y luego pasamos al manejo de la especie en vivero con el método del tratamiento pregerminativo basado en la inmersión en agua, seis horas en agua, 12 horas con cambio a las seis y 24 con cambio a las 12 horas.
«Se demora el proceso porque estas especies son de crecimiento lento, y aunque hacemos el reforzamiento poblacional en nuestros viveros, debemos insistir en la necesidad de evitar su tala indiscriminada.
«Gracias a la protección del área tenemos las poblaciones protegidas y se garantiza la perpetuidad de la especie en la zona oriental, pero a nivel nacional se requiere de iguales voluntades», apuntó.
El Doctor en Ciencias Forestales Adolfo Núñez Barrizonte, jefe del Departamento de Tecnología y Productos Forestales del Instituto de Investigaciones Agroforestales explica que en la época de la colonia fue una especie muy codiciada, y ahora lo mejor que hace el país es llevar un programa de rescate y sensibilización para proteger la especie.
«El valor no solo está en los usos que la planta nos ofrece, sino también en la información genética y las interrelaciones biológicas que puede establecer con otras especies. Es importante comprender que protegemos una especie endémica de la región y que Cuba, el país, contribuye a su conservación y estudio.
Núñez Barrizonte recordó que actualmente se elabora el Programa de Desarrollo Nacional Forestal hasta 2030, y se tiene en cuenta que el Guaiacum officinale es más atendida que el Guaiacum sanctum porque está incluida en su plan de producción de posturas para la restauración de determinadas zonas ecológicas, aunque este último ha sido más explotado por la población por sus usos medicinales.
Álvarez Lemus comparte las conclusiones del Dictamen de Extracción No Perjudicial del proyecto, en las cuales se establece que no se autoriza la extracción de individuos de ninguna de las dos especies del género Guaiacum de poblaciones naturales en Cuba.
«A pesar de que las especies están bajo la categoría de Preocupación menor, la mayoría de los individuos en la naturaleza no presentan las características apropiadas para su aprovechamiento y su presencia natural es de baja densidad.
«Recomendamos, entre otras cuestiones, rehabilitar los ecosistemas y reforzar las poblaciones donde se ha perdido la especie o es muy escasa; identificar fuentes semilleras para las producciones forestales y la conservación; incrementar el desarrollo de programas de educación ambiental y proyectos comunitarios en los territorios donde sea factible, a través de las instituciones correspondientes y, por supuesto, reforzar el control sobre el tráfico ilegal de madera y sus productos».
El uso ilegal de no pocas especies maderables se ha incrementado para la fabricación de artesanías ante la insuficiencia de otras alternativas. Foto: Pablo Massip.
El biólogo Miguel Ángel Vales García, especialista del IES y con vastos conocimientos sobre anatomía de la madera, reflexiona en torno al valor económico que posee una especie como el guayacán.
«Valorar la diversidad biológica no es fácil, pero es importante para que los decisores evalúen estrategias y proyecciones. Para valorar un bosque no se toma en cuenta solo la madera, sino también otros servicios que brinda, como la polinización.
Y como siempre se ha dicho, las acciones verdes son más eficientes y más económicas que las acciones grises, referidas a las obras constructivas. Existen muchas especies amenazadas y el costo es elevado, y aunque sea difícil, traducirlo en cifras contribuye a la toma de conciencia más contundente».
Alejandro Palmarola, presidente de la Asociación Latinoamericana de Botánica, subraya que la conservación de árboles es prioridad a nivel mundial, y ejemplo de ello son los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre los cuales se refiere al concepto de ciudad sostenible para el 2030, lo que implica conectar mejor la biodiversidad.
«Con este proyecto se marca un punto importante por lo que hacemos y lo que representará para otras especies; se conecta la ingeniería forestal con las ciencias biológicas, con los artesanos, y sobre todo con la visión jurídica que debemos tener.
«Lo preocupante es que las leyes, así como los mecanismos internacionales, carecen de la visión de la base. La implementación necesita de un cuerpo fortalecido de inspectores ambientales, que tenga capacidades para identificar el producto biológico.
«Además, no basta con cumplir metas internacionales. Debemos resolver los problemas que generan las amenazas en las especies. El mundo académico y los decisores pertinentes deben comprender que nos corresponde ofrecer alternativas sin que se afecte el medio ambiente para incidir en las causas del fenómeno. Solo así las especies de guayacán, y otras, dejarán de sufrir las consecuencias».