Mejorar la resiliencia de las comunidades costeras al cambio climático y el aumento del nivel del mar es el objetivo principal del proyecto regional Costas arenosas, propuesto por Cuba, que beneficia a diez países del Caribe
La erosión en las zonas costeras de los países del Caribe, debido al impacto del cambio climático y el crecimiento acelerado de la actividad humana asociada con el desarrollo del turismo, merece especial atención, teniendo en cuenta que esta actividad económica es la principal fuente de ingresos para estas naciones, y debe ser a todas luces sostenible.
No solo se afectan las playas y las costas por estos procesos de erosión, sino también las comunidades costeras, las cuales padecen ese deterioro ambiental con notables consecuencias desde el punto de vista económico.
Urge entonces desarrollar acciones de rehabilitación en las zonas costeras que por su importancia social y económica requieren de actuaciones inmediatas, algo en lo que Cuba lleva la delantera en la región, según reconoce la Asociación de Estados del Caribe (AEC).
Precisamente a propuesta de Cuba (líder técnico), y aprobado en junio de 2016 por los jefes de Gobierno de la AEC, comenzó a implementarse en enero de 2018 el proyecto «Impacto del cambio climático en las costas del Caribe: Alternativas para su control y resiliencia», también conocido como el proyecto Costas Arenosas.
La coordinadora general del proyecto, la guatemalteca Heidy Linares, perteneciente a la AEC, comentó recientemente a Juventud Rebelde, durante la celebración de la 12da. Convención Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que gracias al apoyo financiero de cuatro millones de dólares otorgado por Koika (Agencia de Cooperación Internacional de Corea del Sur), el proyecto beneficiará fundamentalmente a diez países de la región: Costa Rica, Antigua y Barbuda, Cuba, Granada, República Dominicana, Haití, Guatemala, Jamaica, Panamá y Trinidad y Tobago.
«El objetivo del proyecto es mejorar la resiliencia de las comunidades costeras al cambio climático y el aumento del nivel del mar, mediante el establecimiento de una red de monitoreo de erosión costera y del intercambio de mejores prácticas en rehabilitación y conservación de playas.
«Después de 300 horas de adiestramiento hasta la fecha, el programa cuenta con 50 profesionales y nueve planes de vigilancia costera, y pretendemos incluir también un proyecto contra el arribo de sargazos (macroalgas) y otro sobre la presencia de especies exóticas, como el pez león.
«Las playas no son solo potenciales para el desarrollo de la actividad turística, sino también constituyen barreras naturales de protección de la zona costera ante la elevación del mar y el oleaje derivado de diversos fenómenos meteorológicos como los huracanes.
«Cuba ha tenido especial interés en prepararse para enfrentar esta realidad, y ejemplo fehaciente es el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático (Tarea Vida), aprobado por el Gobierno cubano en abril del 2017, por lo que decidimos aprovechar su experiencia en beneficio de la región».
El Doctor en Ciencias José Luis Juanes Martí, del Instituto de Ciencias del Mar de Cuba y coordinador técnico de la iniciativa regional, explicó que se contempla la ejecución de protocolos y procedimientos técnicos para el desarrollo de los trabajos de campo y laboratorio del monitoreo, así como cursos y seminarios de técnicas de campo y laboratorio.
«Nos interesa actualizar y valorar la intensidad, la extensión y las causas de la erosión en la región del Caribe con esa red regional de monitoreo de las variaciones morfológicas y sedimentológicas del perfil de playa.
«Además es necesario perfilar la aplicación de las mejores prácticas regulatorias e ingenieras en el enfrentamiento al proceso de erosión, y reducir la vulnerabilidad en la zona costera de la región con el establecimiento de las mejores prácticas para el control de la erosión por las características del Caribe».
Juanes Martí insistió en que es vital, y proyectos como este lo evidencian, establecer planes de acción y colaboración conjuntos en todos los niveles para el control de la erosión costera en la región.
«De esta manera contribuiremos a la integración del cambio climático en las Estrategias de desarrollo sostenible nacionales, subregionales y regionales, así como a una relación más fuerte entre los Estados caribeños para el enfrentamiento de los fenómenos hidrometeorológicos».
La erosión es un fenómeno generalizado en las playas del Caribe, apuntó el experto, quien se refirió a un estudio elaborado por investigadores cubanos, junto a algunos procedentes de Estados Unidos, Francia y Puerto Rico, en el que se mostró que el ritmo estimado de retroceso de la línea costera en la región variaba entre 0,27 y 2,5 metros por año. «Datos recientes manejan la posibilidad de que en 2050 esa intensidad sea de 29,3 centímetros y de 95 para 2100», apuntó.
«En Cuba, de unas 430 playas arenosas se ha detectado más de un 80 por ciento de indicios de procesos de erosión. Y es válido subrayar que incide mucho en esos procesos la actividad humana, como la extracción de arena con fines diversos, la construcción de viales, hoteles y otras edificaciones sobre las dunas, la incorrecta ubicación de obras de protección costera, así como el represamiento o desvío de ríos y los daños ocasionados a los arrecifes coralinos y pastos marinos.
«Estamos ante una realidad extremadamente preocupante y obviamente eso justifica un proyecto regional como este y otros similares que puedan surgir», agregó Juanes Martí.
En el caso de Cuba, el especialista ponderó las acciones desplegadas en Varadero, donde desde los años 70 se ha investigado en torno al diseño y ejecución de los vertimientos artificiales de arena, a partir de los cuales se amplió y se mantiene con los indicadores de calidad requeridos la franja de arena para el disfrute de los bañistas y se protegen las dunas.
«Por lo que se avanzó en ese sentido en este polo turístico del país, se establece la prohibición de extraer áridos en las playas y áreas de la plataforma insular cubana, mediante el artículo 16, inciso b, del Decreto-Ley 212 del año 2000.
Afirmó Juanes Martí que desde entonces quedó establecida además una línea límite para construir nuevas obras, protegiendo así la primera duna, independientemente de su ancho y altura, experiencia que se ha trasladado a otros polos turísticos como Cayo Coco, Cayo Guillermo, Cayo Santamaría, Cayo Las Brujas, Cayo Largo del Sur y Playas del Este, en la capital.
Quién haya visitado la playa de Varadero desde la década de 1960 hasta ahora constata la diferencia de la arena de aquella época, mucho más fina, con la actual, con un mayor tamaño de los granos. El entorno se caracterizaba por pocos hoteles, mucha más vegetación, menos vehículos automotores y muchos menos bañistas. Hubo un período en que se extraía arena para diversas construcciones, pero la necesidad de esa materia prima y la falta de cultura medioambiental propiciaron que aquella extracción provocara erosión en varios sitios.
El área de playa preferida de muchas familias siempre ha sido la del hotel Internacional. Una gran franja de arena separaba la instalación de la playa; sin embargo nadie hablaba de la duna, ni del daño que las construcciones provocaban al estar cerca de la playa. Ahora, al volver por esa zona, comprobamos que se aumentó significativamente la duna después de la demolición del antiguo hotel y de la edificación del lujoso Meliá Internacional.
En el caso del hotel Meliá Internacional no se trataba solo de levantarlo en otro sitio, sino de hacerlo amigable con el entorno.
Foto: Tomada de www.solwayscuba.com
Los especialistas de Inversiones Gamma S.A. y del Centro de Servicios Ambientales de Matanzas (CSAM) realizaron un monitoreo de la evolución morfodinámica de la playa de Varadero y evaluaron su estado tras el paso del huracán Irma, que afectó a la Isla en septiembre de 2017.
El informe expone que la ejecución de sucesivas campañas de alimentación artificial de arena y el manejo integrado de que es objeto la playa, han probado su eficacia al garantizar que Varadero cuente con volúmenes de arena suficientes en sus barras, dunas y perfil dinámico en general, para enfrentar eventos meteorológicos extremos como el huracán Irma.
Otra buena noticia fue que la mayor parte de los sectores beneficiados por la conformación de dunas artificiales respondieron favorablemente, incluyendo los casos de las playas de los hoteles que fueron demolidos, como Villa Caribe, Herradura e Internacional.
En el caso del Meliá Internacional no se trataba solo de levantar el hotel en otro sitio, sino de hacerlo amigable con el entorno, usando las mejores prácticas en edificios sostenibles y en la consecución de la eficiencia energética.
No fue casual que al diseño de la obra se le confiriera la certificación Breeam (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology), aval que anhelan obtener en la construcción final del hotel, porque es un método de evaluación internacional que certifica la sostenibilidad de los edificios.
Mediante la automatización se controla y supervisa el funcionamiento del hotel. Es el caso del conocido como control domótico, sistema de ahorro inteligente en las habitaciones, el cual posibilita que cuando una persona se acerca reconoce que está llegando y cuando se marcha igualmente; toda la iluminación es LED. Además, la vegetación autóctona y la colocación de pasarelas para acceder a la playa, posibilitan que los huéspedes sientan mayor satisfacción y cuiden el entorno.
Ángel Núñez Barreto, director provincial de la Oficina Nacional para el Uso Racional de la Energía (Onure), explicó que laboran en los hoteles del Mintur para estudiar las potencialidades del uso eficiente de los recursos energéticos como la electricidad, el petróleo y el gas.
«Hacemos un diagnóstico de todo lo que pudiera reducir el consumo de energía, en lo que pueden mejorar en aras de ser más eficientes y usar racionalmente la energía, que redundaría en menos contaminación al medio ambiente».
Núñez Barreto señaló que la Onure verifica las nuevas inversiones para el uso eficiente de los recursos energéticos y consideró que las instalaciones hoteleras podrían avanzar con más celeridad en la introducción del alumbrado LED, sin dudas una tecnología de mayor durabilidad e iluminación más eficiente.
Esta es una de las mejores playas del mundo, la segunda según las valoraciones de millones de viajeros y usuarios de Tripadvisor que fueron tomadas en cuenta para definir los Traveler’s Choice Awards 2019 y conformar el ranking más actual de las 25 mejores playas del mundo.
En conferencia de prensa, Ivis Fernández Peña, delegada del Mintur en la provincia de Matanzas, aseguró que para 2020 aspiran a declarar la totalidad de la playa como Ambiental, categoría de varias instalaciones hoteleras que han recibido en los últimos tres años a más de un millón y medio de turistas por temporada.
Según un monitoreo de Varadero en 2018, el área de sol de la playa es de 949 249 metros cuadrados desde el pie de la duna hasta el punto de inflexión, y la capacidad de carga, que es el máximo de personas que van a estar al mismo tiempo en la playa, cumpliendo con la norma internacional de diez metros cuadrados por cada bañista, se estima en 94 925 personas.
Se han recuperado 13 sectores en la península con proyectos integrales de rehabilitación, que llevan aparejado todo lo expuesto en la Tarea Vida para proteger las zonas costeras, recuperarlas y mitigar los procesos de erosión.
El mayor proyecto del CSAM se lleva a cabo de conjunto con la empresa Inversiones Gamma S.A. y el Instituto de Ciencias del Mar, consistente en el vertimiento de arena, con varias campañas desde el año 1987. La última se hizo en 2012 y en junio de este año comenzó otra en Los Taínos, con arena extraída de los polígonos de Cayo Mono I y II.
«No es igual a la arena de Varadero de hace varias décadas, pero es la cuenca más cercana, e independientemente de los costos, encontrar una cuenca con la cantidad de arena de Cayo Mono no es fácil», refiere Daniel López Delgado, especialista en manejo costero del CSAM.
En la orilla se acumula el grano más grueso, pues el viento se ocupa de arrastrar los granos más finos a la duna, lo que responde a una distribución de tipo eólico y aerodinámico.
«También montamos un monitoreo permanente cada tres meses a una red de 65 perfiles para ver cómo se comportan la dinámica litoral y el problema de la erosión; evaluamos la efectividad del vertimiento, cómo se iba comportando esa cantidad de arena que representa una inversión de millones de pesos cada vez que se hace», argumenta López Delgado.
Mucho se hace por preservar a Varadero para el futuro, como la rehabilitación de su playa con proyectos como las demoliciones de construcciones encima de la duna y su restitución, y en los lugares en que la dinámica no es la más acertada, porque hay mucha erosión, se pueden hacer estudios como el que se hizo en el hotel Iberostar Varadero, en el cual se ha movido la duna hacia atrás y se ha logrado una respuesta positiva al conservarse esa zona.
Además, se trabaja en la conservación del uveral que existe y en la siembra de plantas propias de la zona costera, escogidas de un gran catálogo para sembrarlas y rehabilitar las dunas con plantas nativas como las uvas caletas, hicacos y las herbáceas como el arroz, el boniato y el frijol de playa.
Igualmente se cuenta con un catálogo de plantas invasoras, que son las que no deben existir en las zonas costeras, como la casuarina y la planta herbácea arbustiva conocida como lechuga de playa, que prolifera mucho en Varadero, la cual es bonita, pero muy contaminante y elimina todas las matas, al rodearlas y ahogarlas.
El Mintur certifica los hoteles con el sello de Playa ambiental; se valoran las condiciones naturales en que se encuentra esa zona, se analiza si la duna tiene plantas invasoras, si hay en la playa cestos para recolectar desechos, la existencia de carteles informativos y el acceso a la playa mediante pasarelas, entre otros aspectos.
«Aportamos la parte científico-técnica de por qué hace falta y cómo se debe demoler. Existe un plan de demolición hasta 2030, aunque hay algunas edificaciones que podrían quedarse por considerarse patrimoniales, principalmente en el sector de Kawama», amplía Yasiel Martínez Domínguez, director de Gestión Ambiental del CSAM.
Los especialistas estiman que el reto más importante son los vertimientos de arena; aunque para proteger la Península también se convierten en prioridades la atención al plan de demoliciones y la creación de proyectos integrales con vistas a la rehabilitación de las playas.
El turismo sostenible en nuestra época se debe concebir hacia el futuro, para garantizar que se gestionen los recursos con la debida protección de los procesos ecológicos, la diversidad biológica y el medio ambiente en sentido general.