El Sistema de Salud cubano ofrece opciones renovadoras para las parejas infértiles. No obstante, es necesario seguir promoviendo una sexualidad responsable en toda nuestra sociedad
Disfruto ver a los padres del pequeño Fernando dueños de una felicidad que pareció tantas veces imposible. Ocho años es mucho tiempo de espera para una pareja ansiosa por tener hijos. «La vida no es como uno quiere que sea, pero teníamos este sueño en común. Los amigos y los médicos nos apoyaron y nos decían que todo esto fortalecía más nuestro amor, pero ha sido difícil porque la angustia, el desespero y la incertidumbre te acompañan todo el tiempo».
María Victoria mira a su esposo Arturo, y él asiente. «No se imagina usted, periodista, las cosas que un hombre debe entender en este camino. Había que esperar que las técnicas dieran resultado, porque el estrés también afecta, pero uno siempre quiere ser el que no tiene la culpa».
¿Culpa? Repartirla es complejo, porque la astenoteratozoospermia (baja movilidad en los espermatozoides) no es una falta de Arturo, y condenar la decisión de prorrogar la descendencia con tres interrupciones anteriores, los involucra a los dos a pesar de que es María Victoria quien padece en carne propia las consecuencias.
Lo cierto es que son múltiples las causas de infertilidad en una pareja, algunas de ellas evitables. Sin embargo, aunque Cuba no lograría saldar la deuda con el bajo índice de natalidad existente en el país mediante la atención a las parejas infértiles, el Sistema de Salud ofrece opciones renovadas cada año gracias a propósitos gubernamentales prioritarios, para que las alrededor de 200 000 parejas infértiles en el país transiten, en busca de una luz, por el sendero de lo aparentemente imposible.
Si una pareja mantiene relaciones sexuales estables y frecuentes y no logra un embarazo en el término mínimo de un año, puede temer ser catalogada como una pareja infértil. Lo primero que debe hacer es dirigirse al consultorio del médico de la familia, donde el equipo básico de salud realizará el interrogatorio, el examen físico y otros procedimientos correspondientes a ese nivel de atención del Sistema de Salud, explica el doctor Roberto Álvarez Fumero, jefe del Programa Materno-Infantil.
La pareja será remitida posteriormente a la consulta municipal de Atención a la Pareja Infértil, en uno de los policlínicos del territorio y donde labora un equipo multidisciplinario integrado por ginecobstetras, psicólogos, licenciados en laboratorio clínico, urólogos, endocrinólogos y otros especialistas.
Comienza entonces un largo camino en el que los avances científicos y la pericia del personal de la Salud se dan la mano, advierte el especialista en Pediatría. «Se suceden una serie de pruebas como espermogramas y ultrasonidos anovulatorios, entre otras para determinar el factor determinante de la infertilidad, que puede ser femenino, masculino o mixto».
El servicio de consejería también se ofrece en ese momento, comenta Álvarez Fumero, pues en no pocos casos el estrés figura como una causa importante. «Los exámenes clínicos y todas las pruebas pertinentes pueden confirmar la presencia de infecciones cervicovaginales o en el aparato reproductor masculino, y este es el momento de iniciar el tratamiento».
Con frecuencia el 60 por ciento de los casos puede encontrar la solución en ese momento, y de lo contrario las parejas deben dirigirse a los centros provinciales de reproducción asistida, existentes en todo el país, agrega el especialista.
«Hasta seis intentos de gestación puede vivenciar la pareja a partir de la técnica de la inseminación artificial, que consiste en llevar hasta el útero el semen obtenido por la eyaculación a través de una cánula en el momento oportuno coincidente con la ovulación de la mujer. Es un proceder que requiere habilidad en el personal médico, pues un mal manejo de la cánula o errar en la «puntería» puede provocar, por ejemplo, una implantación en una de las trompas de Falopio (embarazo ectópico).
«Cuando la pareja acude a este nivel de atención, la mujer puede someterse a tratamientos quirúrgicos para erradicar los factores que impiden la implantación del ovocito, como un fibroma, obstrucciones ováricas, edemas en las trompas y endometriosis, entre otras. Al hombre se le aplican también técnicas de capacitación del semen para favorecer su movilidad o el aumento del número, se le opera el varicocele, y a ambos hay que descartarles factores endocrinos, hormonales, que incidan en su fertilidad».
Alrededor de un 30 por ciento de los casos de parejas infértiles en el país puede tener un bebé en sus brazos luego de este período, asegura Álvarez Fumero, y para las que no pudieron lograrlo, les quedan las opciones que brindan las técnicas de reproducción asistida de alta tecnología en los centros territoriales como los hospitales Vladimir I. Lenin, en Holguín; Gustavo Aldereguía Lima, en Cienfuegos, y Ramón González Coro y Hermanos Ameijeiras, en La Habana.
«Desde la segunda mitad de los primeros diez años del milenio se realiza en Cuba la fertilización in vitro (FIV) por transferencia embrionaria en el caso de aquellas mujeres que no presentan causas de infertilidad ováricas. Se estimula la producción de ovocitos, y mediante una punción guiada por ultrasonido algunos de estos son aspirados y en el ámbito de un laboratorio son fecundados con el semen de la pareja. Luego de unos días, algunos se implantan mediante una cánula en el útero y puede derivar en un embarazo múltiple si se logró la implantación de más de uno, o al menos de uno, meta del proceder».
En 2014 el país destinó alrededor de cuatro millones de dólares de su presupuesto al Programa de Atención a la Pareja Infértil y en ese año se beneficiaron 37 124 parejas en el país, y se obtuvieron 1 048 embarazos, agregó Álvarez Fumero. «Se realizaron además las primeras pruebas de microcirugía testicular para tratar la infertilidad masculina severa y se introdujo la FIV con transferencia embrionaria a partir de la ovodonación familiar».
Las mujeres que de manera voluntaria y mediante consentimiento informado deseen donar sus ovocitos contribuirán a la felicidad de aquellas que no pueden procrear por causas de infertilidad ovárica, agregó Álvarez Fumero, quien precisó que hasta el momento se manejaron los casos a partir del parentesco familiar de primer grado, preferiblemente entre hermanas.
«Aspiramos a materializar en el presente año la ovodonación altruista o solidaria, y creamos las condiciones para contar en 2016, mediante vitrificación, con una reserva de ovocitos que permita ofrecer más de un intento de embarazo por reproducción asistida».
Precisa Álvarez Fumero que la donante debe tener entre 20 y 35 años de edad, no debe haber recibido un trasplante de órgano o tejido, no debe padecer enfermedades infecciosas, crónicas no transmisibles ni genéticas, mostrar una favorable evaluación psicosocial y psicofamiliar, y sobre todo no haber realizado más de dos ovodonaciones anteriormente.
«Hasta la fecha 650 parejas requieren y solicitaron la ovodonación y fueron aprobadas 180, pues también las receptoras deben reunir determinados requisitos, analizados en las comisiones territoriales.
«Las receptoras deben ser mujeres de entre 42 y 46 años, sin riesgo reproductivo preconcepcional y sin padecer cardiopatías, hipertensión arterial y otras enfermedades no transmisibles; mujeres de entre 38 y 42 años sin una buena respuesta ovárica a los tratamientos, mujeres sometidas a FIV con transferencia embrionaria sin resultado y mujeres de entre 20 y 38 años con insuficiencia ovárica o con dos intentos fallidos de implantación de embriones de alta calidad mediante FIV».
A partir del 2016 se pretende introducir en el país de manera paulatina el resto de las técnicas que se emplean en el mundo, acota Álvarez Fumero. «Trabajamos para lograr la vitrificación de espermatozoides obtenidos por biopsia mediante mapeo testicular y otras técnicas de microcirugía testicular para el tratamiento de azoospermias severas; así como la vitrificación de ovocitos y embriones, que aumentará las oportunidades de concepción en las mujeres».
Para alcanzar las metas propuestas es vital la preparación constante del personal de Salud que interviene en los diferentes niveles de atención a la pareja infértil, incluso en centros internacionales.
El fenómeno de la esterilidad duele, y mucho, sobre todo porque muchos adolescentes y jóvenes no atienden su salud reproductiva como debieran.
Insiste Álvarez Fumero en que los embarazos inesperados, sobre todo en edades en las que se carece de la madurez necesaria para asumirlos, deben evitarse pero no desde la interrupción.
«Fortalecemos las consultas de planificación familiar para que no falte la orientación oportuna a todo el que la solicite, para que sea cada vez más un servicio “amigable” para los adolescentes y, sobre todo, para elevar la calidad y accesibilidad a métodos anticonceptivos eficaces y de larga duración existentes en el país.
«El condón no es solo un anticonceptivo de barrera con el que se evita un embarazo, sino que previene las infecciones de transmisión sexual, que en no pocos casos comprometen el futuro reproductor de hombres y mujeres.
«Sugerimos a las parejas cubanas elegir preferiblemente los implantes hormonales, los hormonales inyectables y los dispositivos intrauterinos, pues previenen los embarazos en más del 99 por ciento de las mujeres que los usan, comenta Álvarez Fumero, y asegura que acudir a la anticoncepción de emergencia en los primeros cinco días del fallo de uso es también una variante que se debe considerar, y disponible a nivel de consultorios.
La población cubana confía en el Sistema de Salud y abusa del derecho legal que le asiste a toda mujer de interrumpir un embarazo si así lo desea, pero no puede asumirse ese proceder como la solución, enfatiza. «El aborto es uno de los principales riesgos de infertilidad, pues puede favorecer la aparición de infecciones uterinas y roza, en no pocos casos, el riesgo de muerte. Nos hemos propuesto elevar hasta el 80 por ciento los abortos realizados por la vía medicamentosa para contribuir a un mayor cuidado de la mujer.
«Si favorecemos en todos los escenarios de la sociedad el cuidado de nuestra salud reproductiva, el país tendrá mayores probabilidades de elevar el índice de natalidad; pero, ante todo, muchas parejas dejarán de poner en riesgo su amor en el camino tortuoso de la infertilidad».