Sobre Ediciones Holguín recae el mérito de quebrar el vidrio que aislaba a la escritora argentina de los lectores cubanos
Un libro de libros es sin dudas Las ceremonias del vivir, de Alejandra Pizarnik. Sobre Ediciones Holguín recae el mérito de quebrar el vidrio que aislaba a la escritora argentina de los lectores cubanos. Un sondeo profundo en sus cuadernos de poesía, el relato de las perversiones de La condesa sangrienta, las cartas que escribiera a algunos íntimos, opiniones y prólogos, confluyen en las páginas de un texto que ha venido a convertirse en grito después del silencio.
En Alejandra, el verso nunca fue una realidad extracorpórea, hasta el preciso instante cuando la delgadísima línea que la ataba a los vivientes cedió bajo el peso de un ser que la rebasaba: Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir. La invitación está hecha.