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Recuerdos por encargo

Científicos dicen estar más cerca de cambiar un recuerdo negativo por uno positivo, mediante la manipulación de células en el cerebro

 

Autor:

Patricia Cáceres

Las emociones asociadas a recuerdos desagradables o dolorosos podrían algún día ser reescritas con estímulos positivos, según sugiere un estudio publicado la pasada semana en la revista científica británica Nature.

Al menos eso aseguran especialistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), de Cambridge, Estados Unidos, que revirtieron en ratones la asociación emocional de recuerdos específicos mediante la manipulación de las células del cerebro.

Ello fue posible gracias a la optogenética, una técnica que implica la instalación genética de proteínas sensibles a la luz, que activan o silencian las células cerebrales.

Los científicos dicen haber demostrado que los cambios en la memoria ocurren a través de ajustes en un circuito neuronal entre el hipocampo —que alberga la información espacial— y la amígdala cerebral —que impulsa la respuesta emocional.

O sea, creen que un recuerdo espacial, alojado en células cerebrales del hipocampo, puede «llamar» a diferentes grupos de neuronas en la amígdala, invocando emociones positivas o negativas.

Investigaciones anteriores habían demostrado que muchos aspectos de la memoria —incluidas las asociaciones emocionales— son maleables, pero el circuito neural que subyace en dicha maleabilidad se desconocía hasta ahora.

Los resultados de este estudio demuestran, además, que la interacción entre el hipocampo y la amígdala cerebral es más flexible de lo que se pensaba, refiere Nature.

«La emoción está íntimamente asociada con memorias de eventos pasados y episodios, pero la valencia, el atractivo o aversión de los recuerdos, es maleable», dijo el profesor de Biología y Neurociencia Susumu Tonegawa, director del Centro RIKEN-MIT para la Genética del Circuito Neural del Instituto para el Aprendizaje y la Memoria del MIT, Premio Nobel de Medicina en 1987 y autor principal del estudio.

Todos sabemos que esta clase de asociaciones emocionales pueden cambiar con una nueva experiencia. Por ejemplo, los recuerdos de una playa favorita pueden volverse amargos con las noticias de un ataque de tiburón, subrayó.

«Novias ratonas» VS. descargas eléctricas

Como parte de la pesquisa —según describe un reporte publicado en la edición digital del periódico boricua El Mundo—, los investigadores indujeron a ratones machos a tener experiencias negativas (descargas eléctricas) en una habitación, y marcaron con optogenética las neuronas implicadas en guardar ese recuerdo.

Dicha técnica permite instalar una especie de interruptor en las neuronas que hacen a las células sensibles a la luz. Luego un rayo de luz azul, enviado al cerebro a través de fibra óptica, permite activar o desactivar esas neuronas a voluntad.

Experimento en ratones para modificar las emociones asociadas a recuerdos.

Al día siguiente, en una habitación diferente, los científicos estimularon con la luz azul las neuronas marcadas y, efectivamente, «reactivaron» el recuerdo negativo original. Se dio a los ratones la opción de dejarla encendida o apagada, y ellos prefirieron desconectarla.

Después, en un intento por cambiar la asociación emocional del recuerdo, los investigadores estimularon las neuronas marcadas, al mismo tiempo que daban a los ratones una señal emocional positiva (la compañía de una hembra).

Otra vez dieron la opción a los ratones: dejar la luz azul apagada o encendida. Esta vez, la querían encendida. El rastro del recuerdo original había sido alterado, y ahora les gustaba, aseveran los expertos.

Una vez que regresaban a la primera habitación, en ausencia de cualquier estimulación cerebral, los roedores se mostraban menos temerosos que después de la primera ronda de entrenamiento. Su memoria del lugar había cambiado para mejor, añadieron.

Según publica BBC Mundo, el procedimiento también funcionó en sentido inverso, cambiando un recuerdo originalmente positivo por uno negativo.

Al decir de Susumu Tonegawa, el fenómeno solo pudo observarse actuando sobre el hipocampo, sensible al contexto circundante. No ocurrió lo mismo al intentar influir sobre la amígdala a través de la optogenética.

En el futuro, el profesor Tonegawa aspira a controlar las neuronas con una tecnología sin cable, sin herramientas intrusivas como los electrodos y, potencialmente, hacer aumentar el número de recuerdos positivos respecto a los negativos.

¿Temprano para cantar victoria?

Ante el cuestionamiento de si las emociones asociadas a recuerdos, impulsadas por rayos de luz azul dentro del cerebro de un ratón, se comportarían de la misma forma en seres humanos, Tonegawa se muestra bastante optimista.

Él y los integrantes de su equipo aspiran a que sus descubrimientos del cambio de valencia positiva a negativa (de atracción a repulsión) y viceversa, hagan avanzar la investigación médica sobre trastornos depresivos o postraumáticos.

«Los ratones estaban obviamente expresando las consecuencias del recuerdo en su conducta, por lo tanto, asumimos que tienen la sensación del recuerdo», expresó basándose en el comportamiento observado en sus experimentos, en declaraciones que fueron recogidas por el rotativo chileno La Tercera.

«En el futuro, uno podría ser capaz de desarrollar métodos que ayuden a la gente a tener recuerdos positivos con más fuerza que los negativos», precisó.

Sin embargo, la mayoría de los expertos optan por ser cautos al hablar de una posible aplicación médica.

«No podemos preguntarle al ratón qué está pensando», comentó Richard Morris, experto en memoria de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido, según reflejó el sitio digital www. lainformacion.com.

«Todo lo que podemos hacer es preguntar al ratón: si enciendo esta luz, ¿cómo vas a comportarte en relación con lo que evoca?», añadió el especialista, quien no participó en la investigación.

Puede que hagan falta varios años de trabajo, pero nunca se sabe. La tecnología se mueve más rápido y estas herramientas optogénicas siguen avanzando, subrayó el investigador británico.

No obstante, Morris destacó que los resultados obtenidos son valiosos por otros motivos.

«Nadie va a hacer fila para que le inserten en el cerebro guías luminosas y para que les muestren luz azul.

«Pero estos resultados nos ayudarán a comprender la proporción de células implicadas cuando tienes que cambiar un recuerdo negativo por uno positivo. ¿Estamos hablando de cambiar el 50 por ciento de las células de la amígdala cerebral, solo el uno por ciento, o incluso menos?

«Creo que es importante avanzar más allá de la comprensión conductual y tener un conocimiento más profundo de la tarea clínica que tenemos delante», concluyó.

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