Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Papeles Tradicionales

Autor:

Laura Fajardo Mastache

Uno de los debates eternos que rondan al feminismo y a quienes conocen —o poco conocen— esa ideología, es cómo debe comportarse una mujer en el siglo XXI, pues aunque aparenta ser simple (ya conquistó el derecho a dedicarse a lo que quiera), todo no acaba ahí.

En la actualidad, las porfías adquieren nuevas dimensiones con el movimiento Trad wifes, integrado por influencers jóvenes que promueven un regreso a los roles tradicionales de género. El término proviene de la frase inglesa traditional wife (esposa tradicional, en español) y se refiere a las mujeres que reniegan el mundo laboral para centrar sus vidas en el hogar.

Este comportamiento crece en redes sociales, escenario donde sus defensoras comparten consejos sobre cocina, limpieza y crianza de los hijos, pero con la marcada intención de promover una vida de ama de casa con los valores —e incluso el estilo— de los años 50 y 60 del pasado siglo.

Quienes se identifican como trad wifes suelen rechazar la posición activa de la mujer en la sociedad para abogar por una división de roles basada en el determinismo biológico: las mujeres nacimos para educar a la descendencia, los hombres nos cuidan y traen dinero a casa.

La simpatía hacia lo históricamente definido como «tarea de mujeres», en este caso, representa una resistencia a los ideales contemporáneos, y conlleva pensar en cierta nostalgia por una vida simple y estructurada.

Para quienes observan el fenómeno, ser trad wife encarna una elección personal y un rechazo a las presiones del mundo moderno, un escape al estrés y la competencia del mercado laboral, pero otros criterios apuntan a un retroceso que amenaza con deshacer décadas de progreso en la igualdad de género.

Además, ¿cómo saber que el movimiento es real, impulsado por mujeres cuya elección pensada es esa, y no está todo programado, como cientos de cosas más en internet?

También es un hecho que esta tendencia contribuye a idealizar y romantizar la vida doméstica e incentiva a las mujeres a la pasividad: lo mejor es soltar las riendas de su vida y no optar por carreras profesionales o buscar independencia económica.

Lo más complejo del caso es que no tener ingresos propios y dejarlo todo en manos del «hombre de la casa», además de acrecentar la brecha salarial intergénero se traduce en una normalización de relaciones desiguales —enfatizando en la obediencia y la complacencia hacia el marido— que pueden desembocar en abusos.

Tampoco hay que olvidar que las mujeres que predican virtualmente este estilo de vida no parecen tener problemas financieros, puesto que poseen visibles comodidades que todas las amas de casa no tienen.

De igual forma, si relegarse al interior del hogar les parece un camino fácil y más seguro, es porque están seguras de que al cambiar de opinión el día de mañana no estarán solas, sino que tendrán el respaldo de una sociedad cada vez más consciente del derecho femenino a elegir, algo que, definitivamente, sus antecesoras no tuvieron.

En todo caso, ser trad wife hoy día es una opción, pero años atrás era un destino. Recordemos que el feminismo jugó un papel decisivo para que muchas mujeres tengan la libertad de encarnar la proyección femenina que deseen ser.

Ya sea en el hogar, en el ámbito profesional o en una combinación de ambos, esta capacidad de elección es el testimonio del progreso hacia la igualdad de género y la autonomía personal, donde cada cual se siente pleno en sus actividades diarias, y no las vive como una camisa de fuerza.

¿Serán las trad wifes el futuro cercano? ¿Triunfará el feminismo contemporáneo sobre lo tradicional? La conversación está abierta, y es esencial que sigamos de cerca la evolución de las tendencias en internet, porque, aunque haya revoluciones, hay ideas que nunca mueren, y cuestionar las dinámicas es el mejor modo de construir una sociedad donde todos tengamos cabida.

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