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Francia, hacia dónde el cambio

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Las miles de personas que protestaron la noche del domingo en distintas ciudades de Francia para rechazar el buen puntaje de la ultraderecha en las elecciones legislativas de ese día, no se constató en las urnas. Pero el anunciado viraje hacia la ultraderecha todavía pudiera revertirse.

Ello otorga a la segunda ronda programada dentro de seis días un carácter dramático, que pone en tensión tanto al derrotado partido Renacimiento de Emmanuel Macron y los que le acompañaron en una coyuntural coalición, como a la izquierda y los partidos progresistas, quienes, con buen sentido estratégico, se unieron con vista a estos comicios en el Nuevo Frente Popular (NFP).

Su segundo lugar en los sufragios coloca a esa alianza como la de más probabilidades para evitar que la Agrupación Nacional liderada por Marine Le Pen, ganadora la antevíspera con 33 por ciento, vuelva a imponerse aunque, de hecho, habrá cambios ineludibles en el Gobierno galo.

El presidente Macron ha asegurado que no renunciará, pero pudiera estar obligado a negociaciones que incluirían un cambio de primer ministro, mediante el cual compartiría el poder; pasando por la ineludible confrontación que le significaría la presencia en el Parlamento de una mayoría ultraderechista ya visible.

No funcionó la estrategia del mandatario al convocar anticipadamente a estos comicios legislativos —previstos inicialmente para 2027—, luego del triunfo de la extrema derecha en las elecciones para el Parlamento Europeo, hace tres semanas.

Macron pensó que la medida radicalizaría el voto bajo el «susto» de la amenaza ultraderechista y que la mayoría del electorado se alinearía con él. Pero esa fue una esperanza mal fundada que, según analistas locales, contradijo los consejos no escuchados de sus asesores, y lo ha estrellado contra el descontento hacia su mandato, que ha sido mayor que el miedo.

La mayor asistencia a las urnas, que llegó a un 66 por ciento, considerada la mejor en 30 años, ha seguido potenciando a la ultraderecha. La Agrupación Nacional tiene seguros ya una buena cantidad de curules en la Cámara Baja, que es lo que se disputa y tiene más poderes que el Senado.

Pero todavía no es suya la mayoría, posibilidad abierta en el balotaje, a donde acuden los territorios donde ninguno de los candidatos de las respectivas fuerzas obtuvo más de 50 por ciento este domingo.

La izquierda también resultó doblemente favorecida en la primera ronda. No solo consiguió 28 por ciento de los sufragios, que la han ubicado como la segunda mayor fuerza política del país. Bajo la urgencia latente, terminó de fraguar una unidad necesaria para superar su fragmentación y aspirar a posiciones mejores en otras contiendas, si los partidos que integran ahora el NFP consiguen seguir de la mano.

Por el contrario, la alianza Juntos, que encabezan Renacimiento y Macron, fue la gran derrotada con apenas 20 por ciento de los votos, un puntaje que expresa el disgusto acumulado por la ciudadanía contra el mandatario francés, quien provocó mantenidas protestas el año pasado al imponer, por decreto, una muy rechazada reforma a las pensiones, y abandonó el centro que representa y se acercó a la ultraderecha con la también criticada Ley de inmigración presentada en diciembre, que endureció la actitud del Elíseo ante los migrantes, sentimiento que cobra fuerza en el Viejo Continente y es responsable del espacio ganado por la derecha extrema en el Parlamento Europeo. Pero en países como Francia sigue hallando resistencia.

El apoyo de Macron a la entrega de una ayuda a Ucrania que perjudica al campesinado, también le ha ganado repudio y es otra gota en el cuestionamiento a su política, que empezó a verse en las calles desde la emergencia en 2018 del movimiento de los Chalecos amarillos, y sus protestas contra el alto costo de la vida. 

Tales antecedentes colocan al Nuevo Frente Popular e, incluso, a la propia alianza gubernamental gala, ante el reto de frenar el avance ultraderechista en la vuelta del 7 de julio, que pudiera ser vista como una suerte de revancha donde deben polarizarse aún más las fuerzas.

Tanto la izquierda como el centro, todavía al frente del ejecutivo, han llamado a enfrentar a la Agrupación Nacional. En pos de ese objetivo, Jean-Luc Mélenchon, líder de la progresista Francia Insumisa, ha anunciado que el Nuevo Frente Popular retirará sus candidatos de las demarcaciones donde quedaron en último lugar, en una actitud inteligente y generosa que busca no robar votos al representante antiderechista, aunque sea del centro. Sin embargo, todavía no se sabe si será tan lúcida y desprendida la actitud que adopte la alianza gubernamental.

Entusiasmada, Marine Le Pen ha dicho que la ciudadanía se ha pronunciado claramente por «un cambio». Obviamente, la dirigente de AN está en lo cierto. Pero todavía pudiera corregirse algo el rumbo si se logra un real frente amplio que detenga al extremismo de derecha.

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