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Mumia y una noticia opacada por las guerras

Autor:

Juana Carrasco Martín

Fue sorpresiva la decisión unánime de la Corte de Apelaciones del Tercer Circuito de Estados Unidos, y es realmente positiva: el martes 26 de abril declaró inconstitucional la sentencia a muerte de Mumia Abu-Jamal, el periodista y activista negro encarcelado desde hace casi 30 años en Pennsylvania. Y esta es la segunda vez que ocurre algo semejante en su caso, pero Mumia sigue en el corredor de la muerte, convicto por supuestamente haber matado en 1982 al oficial de la policía Daniel Faulkner.

El fallo judicial de ahora se basa en que los jurados recibieron instrucciones confusas que los impulsaron a escoger la pena de muerte en lugar de una sentencia de por vida, tal y como sucedió hace dos años, pero entonces la Corte Suprema ordenó al tribunal reexaminar la decisión, que al ser ratificada ahora posibilita que pueda presentarse ante un nuevo jurado. Sin embargo, no es tan fácil el camino, como señalara su abogada desde 2002, Judith Ritter, a Democracy Now: la Corte Suprema volverá a considerar si el Tercer Circuito está en lo correcto y ello tomará varios meses.

Y si fuera aceptado el fallo de la Corte de Apelaciones, se abrirían otros vericuetos bien complejos de la lenta y torcida justicia estadounidense que hace de las suyas a diario, mucho más cuando se enfrenta a un caso político, y el expediente de Mumia Abu-Jamal no es el único que camina por ese laberinto. Pudiéramos nombrar a los Cinco antiterroristas cubanos, muy especialmente la sentencia de dos cadenas perpetuas que pesan sobre Gerardo Hernández, y los años de cárcel injusta que todavía deben purgar sus hermanos de lucha Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González.

La abogada Ritter recordaba que la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, que es designada por el Congreso y tiene un alto reconocimiento científico, hizo un reporte hace un par de años que desacreditó la mayoría de la evidencia forense utilizada contra Mumia a lo largo de casi 30 años, entre ellas el testimonio balístico; pero esa realidad que debía llevar a un nuevo juicio fue denegada por un tribunal y la apelación está pendiente en la Corte Suprema del estado de Pennsylvania.

Fue, entonces, un juicio racista, y se mantiene la injusticia política porque el hombre que se identificó en aquel momento y se sigue identificando como un periodista negro radical y revolucionario, desde su celda en el corredor de la muerte mantiene su combate, sigue escribiendo contra el imperio y sus guerras, contra la diaria condena de los más pobres, contra la industria bélica, el desempleo, la discriminación racial y muchos otros males del capitalismo.

También sigue primando lo que una de las estenógrafas de la corte originaria que lo sentenció a muerte le escuchó decir al juez Sabo, en la antecámara de la sala de justicia: «Yo voy a ayudar a que frían a ese Negro», así que la lucha por Mumia y de Mumia Abu-Jamal, continúa. Ahí está su más reciente columna semanal, y esa es la voz que quisieran acallar: La tituló El método de su locura y desmenuza por qué son altos los precios del gas y cómo los llevan a que los norteamericanos muestren sus puños y sueñen conquistar el desierto y poner bajo control de Estados Unidos el vital recurso del petróleo, y se hagan las guerras. Así escribió:

«La Constitución está hecha trizas. La economía está en el fondo. Las escuelas son huecas. Y los políticos son prostitutas con traje —con mis excusas para las prostitutas honestas. El terrorismo es una quimera, un instrumento político para enmascarar los manejos económicos para dominar y controlar un único recurso natural del mundo: el petróleo. Hay un método para hacer esta locura. Se le llama ganancia».

Con la decisión reiterada de la Corte de Apelaciones del Tercer Distrito podría pensarse que a veces la justicia en Estados Unidos quiere caminar, pero el sistema la mantiene en muñones.

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