Ciertos «amigos» causan muchos dolores de cabeza, pero cuando son poderosos, mejor tenerlos contentos. Tal vez esa fue la cuenta del gobierno paquistaní, que apoya, y ahora coopera con su ejército con la campaña bélica de Washington en la frontera de ese país contra su vecino Afganistán. Solo en lo que va de año, más de un centenar de incursiones de aviones estadounidenses no tripulados han bombardeado la zona de Waziristán del Norte, con la anuencia, o por lo menos con la tolerancia, del ejecutivo, aunque luego reconozcan que estas acciones alimentan el sentimiento antiestadounidense en esa nación. Y los dirigentes pretendan mostrar preocupación.
Como si no bastara, la BBC dio a conocer el martes que el propio ejército paquistaní realizó un bombardeo aéreo sobre una remota localidad en una zona tribal del noroeste de la nación centroasiática, como parte de un operativo contra los talibanes —enemigos de sus amigos—, con 73 víctimas fatales y no pocos heridos, quienes fueron trasladados bajo extremas medidas de seguridad a hospitales de la ciudad de Peshawar.
Tal como sucede en los bombardeos estadounidenses, en este las principales víctimas no fueron las previstas, o por los menos las bombas no mataron ni a talibanes, ni a militantes de Al Qaeda, quienes supuestamente se refugian en la zona, sino a seres humanos inocentes.
Según la cadena británica, gran cantidad de heridos colma las instalaciones de salud, entre los que se incluyen mujeres, niños, ancianos, jóvenes llenos de vida y algunos ahora sin ella. Porque, al final, las bombas de unos y de otros no hacen distinciones y aunque las hicieran, no existe justificación, por más que los ingenieros de la guerra hayan inventado el gran saco desbordado con los «daños colaterales».
El ejército paquistaní niega la veracidad de la información, incluso afirma que las bajas fueron las correctas, que murieron solo «algunos» de los que empantanan aún más la guerra y la ocupación de Washington en Afganistán. ¿Por casualidad todos los malos estaban reunidos allí? ¿Los informes secretos no advirtieron sobre la cantidad de civiles? ¿Por qué entonces, según el reporte de la corresponsal de la cadena británica —a quien le negaron la posibiliada de entrevistar a las víctimas ya en el complejo médico de Hayataba—, los heridos que abarrotan los hospitales están bajo estricta vigilancia?
Testigos dijeron que el avión inicialmente bombardeó una casa en la aldea, pero cuando los vecinos salieron a socorrer a los heridos y a ayudar con los muertos, hubo una segunda ronda de ataques. El caos, la muerte y la destrucción, por el hecho de compartir fronteras en una compleja geografía.
Lo peor es que al alto mando militar estadounidense y a sus aliados de la OTAN no les importan unos cuantos muertos más de un lado u otro de la frontera. Prometieron salir victoriosos y para lograrlo todo vale, incluso que el ejército de un país lance bombas contra su propio territorio. Los expertos aseguran que Islamabad está siendo fuertemente presionada por la Casa Blanca para que actúe «enérgicamente» contra sus enemigos refugiados en el noreste. Hasta ahora —que se sepa— todo había quedado en las altisonantes declaraciones sobre la impertinencia de las incursiones de EE.UU. en la zona fronteriza y sus bombardeos allí, o sencillamente hacerse de la vista gorda. ¿A qué se debe el cambio? ¿Alguna estrategia secreta?
Justo la noche del lunes, en la aldea montañosa de Boya, Waziristán del Norte, los «avioncitos» made in USA sin pilotos lanzaron otras bombas que dejaron un saldo de más de una decena de personas. El pasado año unos 700 paquistaníes inocentes murieron a causa de los misiles disparados por las aeronaves estadounidenses. No se trata solo de que no pidieron la guerra, sino que aun menos culpa tienen de que EE.UU haya escogido a su vecino para su cruzada contra el terrorismo. Una razón de peso mayor: el gobierno debería proteger a los suyos dondequiera que estén. ¿Acaso no es eso lo que hacen los Estados? No es posible entender, pero seguro quienes menos pueden hacerlo son los paquistaníes que deben enterrar a sus muertos y curar a sus heridos.