El Miami cubano sigue viviendo entre los escándalos de corrupción de los políticos de origen cubano y las «picuencias» del llamado «exilio combatiente». El Alcalde de Miami Da-
de County, el cubanoamericano Carlos Álvarez, le dio una licencia administrativa, por supuesto pagada, a su jefe de despacho, Denis Morales —otro cubanoamericano— para que fuera a Panamá a entrenar la policía de aquel país. También, por supuesto, cobrando por el entrenamiento.
El «honesto» funcionario condal había sido premiado por el alcalde con un simple aumento de sueldo en marzo pasado. Su salario anual dio un ligero salto hacia arriba, de $185,484.00 a la pequeñísima suma de $206,783.00. Ese aumentico de sueldo lo recibió Morales dos semanas después de que el alcalde Álvarez hiciera un discurso hablando de la necesidad de reducir el presupuesto debido a la crisis económica que atraviesa el Condado. ¿Qué les parece? El amiguismo en acción. Despedir a los de abajo y aumentarle el sueldo a los amigos de arriba. A modo de información, vale la pena decir que el susodicho jefe de despacho del condado gana más dinero que el jefe de despacho de la Casa Blanca.
Más o menos en el mismo tiempo, la comisión de la ciudad de Miami se quedó sin quorum, porque dos de los cinco concejales tuvieron que renunciar a sus puestos por cargos de corrupción. Como otro puesto de concejal estaba en elecciones, solo quedaban dos para legislar, por lo tanto la ciudad se paralizó por varios días.
Todo eso sucede mientras que sale a la luz pública un informe del gobierno federal en el que se dice que el Medicare pagó 520 millones de dólares a compañías de Miami por los servicios a domicilio a pacientes diabéticos. Esa cantidad es más que el total que esa institución paga a diferentes compañías en el resto de Estados Unidos. Es increíble que esas mismas autoridades declaren que sospechan que existe fraude. ¿Sospechan? Los robos millonarios al Medicare pululan en Miami. Un ilustre hijo de esta ciudad hace muchísimos años que está viviendo como un marajá en Madrid, después de haberle robado centenares de millones de dólares, y otro ilustre hijo de uno de los «combatientes» verticales de Miami vive en igual forma en Costa Rica.
De los escándalos de corrupción política e institucional paso a las «picuencias» del llamado Exilio Cubano de Miami. El Nuevo Herald, órgano oficial de la ultraderecha cubanoamericana, hace unos días publicó un largo reportaje con el pomposo título de Exiliados velan por la democracia en Honduras. El reportaje mueve a carcajada. Se trata del viaje que hicieron a Honduras, por motivo de las elecciones que allí se realizaron, 20 vividores del cuento anticomunista en esta ciudad. Los comentarios de los «ilustres» observadores internacionales casi sirven para un libreto de una obra cómica. «Los hondureños vieron que podían confiar en nosotros como fuerza neutral», declaró muy seriamente uno de los participantes de la delegación, mientras otra declaraba que estaba conmovida porque los hondureños le mostraban «agradecimiento por su presencia como observadora en esa fiesta civica».
Según el reportaje, los «combatientes» estaban muy emocionados porque el Cardenal golpista los fue a ver al hotel donde se hospedaban para darles las gracias (aunque no aclaran si las daba por haber ido a Honduras, o por el respaldo de todos y cada uno de ellos, que habían aprobado el golpe de Estado que le dieron los militares a Manuel Zelaya). La tapa al pomo la puso el periodista Carlos Alberto Montaner al declarar para el risible reportaje que «hay muchas organizaciones del exilio que están intelectual y cívicamente preparadas para realizar esas funciones». En realidad, para lo único que están preparadas esas organizaciones es para cogerle dinero a los americanos y vivir del cuento de la lucha anticubana.
Es de conocimiento público que reciben dinero de diferentes organismos federales. Por ejemplo, uno de los participantes ha recibido millones de dólares del gobierno de Estados Unidos para vivir como un príncipe viajando por el mundo y haciendo propaganda contra Cuba. Años atrás lo conocí, cuando todavía no se había empatado con la tetera. En aquella época era un joven humilde que posaba de idealista. Hace poco me lo encontré y le dije que parecía un alto ejecutivo de una corporación.
La corrupción en Miami es la misma, ya sea la que viene de la vida política de la ciudad o de la industria creada para atacar a Cuba. Unos le roban al erario público local mientras otros se las agencian para recibir por tuberías millones de dólares del gobierno federal. Así son las cosas aquí, entre delicuentes, corruptos y descarados.