A propósito del debate acerca del contenido del socialismo del siglo XXI se impone como una necesidad teórica y práctica articular la tradición intelectual latinoamericana y caribeña, el ALBA, símbolo de la alianza entre Martí y Bolívar, con las ideas socialistas tal y como las interpretan Hugo Chávez y Fidel Castro.
Durante el siglo XX se produjo tanta tergiversación del pensamiento de Marx, Engels y Lenin y sus ideas sobre lo que debía ser el socialismo que hoy se impone como una exigencia práctica ir directamente a sus textos originales. Veamos lo que señalaron Marx y Engels, así como ideas de Martí y Juárez sobre este tema:
En el trabajo titulado Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealista, Marx y Engels dicen: «Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal que ha de sujetarse a la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual (...)».
Federico Engels, en carta a Otto Von Boenigk de 21 de agosto de 1890, plantea: «La llamada “sociedad socialista”, según creo yo, no es una cosa hecha de una vez y para siempre, sino que cabe considerarla, como todos los demás regímenes históricos, una sociedad en constante cambio y transformación. Su diferencia crítica respecto del régimen actual consiste, naturalmente, en la organización de la producción sobre la base de la propiedad común».
En carta que dirige Federico Engels a José Bloch en septiembre de 1890, plantea: «(...) la historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una multitud de condiciones especiales de vida; son, pues innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge una resultante —el acontecimiento histórico—, que a su vez, puede considerarse producto de una fuerza única, que, como un todo, actúa sin conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza con la resistencia que le opone el otro, y lo que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido.
En carta dirigida por Engels a Carlos Kautsky en septiembre de 1882, expone: «Las fases sociales y económicas que estos países —se refiere a los que hoy llamamos subdesarrollados— tendrán que pasar antes de llegar también a la organización socialista, no pueden, creo yo, ser sino objeto de hipótesis bastante ociosas. Una cosa es segura: el proletariado victorioso no puede imponer la felicidad a ningún pueblo extranjero sin comprometer su propia victoria».
En su carta a la Redacción de Anales de la Patria, Carlos Marx expone: «A todo trance quiere convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en la Europa occidental en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ella concurra, para plasmarse por fin en aquella formación económica que, (...) asegura el desarrollo del hombre en todos y cada uno de sus aspectos. (Esto es hacerme demasiado honor y al mismo tiempo, demasiado escarnio) [...]
«Estudiando cada uno de estos procesos históricos por separado y comparándolos luego entre sí, encontraremos fácilmente la clave para explicar estos fenómenos, resultado que jamás lograríamos, en cambio con la clave universal de una teoría general filosófica de la historia, cuya mayor ventaja reside precisamente en el hecho de ser una teoría suprahistórica».
Por su parte, Federico Engels escribe a José Bloch en septiembre de 1890, lo siguiente: «...Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda.
En el primer punto de la Tesis sobre Feuerbach, Carlos Marx plantea: «El defecto fundamental de todo el materialismo anterior —incluido el de Feuerbach— es que solo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero solo de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal.
En carta a Werner Sombart de 11 de marzo de 1895, Federico Engels escribe: «Pero toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación».
Del mismo modo, solicito al lector estudie este párrafo de José Martí: «Una cosa te tengo que celebrar mucho, y es el cariño con que tratas y tu respeto de hombre, a los cubanos que por ahí buscan sinceramente, con este nombre o aquél, un poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable, en la administración de las cosas de este mundo. Por lo noble se ha de juzgar una aspiración: y no por esta o aquella verruga que le ponga la pasión humana. Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: —el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas— y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados».
Más adelante agrega: «Pero en nuestro pueblo no es tanto el riesgo, como en sociedades más iracundas, y de menos claridad natural: explicar será nuestro trabajo, y liso y hondo, como tú lo sabrás hacer: el caso es no comprometer la excelsa justicia por los modos equivocados o excesivos de pedirla. Y siempre con la justicia, tú y yo, porque los errores de su forma no autorizan a las almas de buena cuna a desertar de su defensa.
Estúdiese asimismo el siguiente párrafo de Carlos Marx y relaciónese con uno de Benito Juárez que también reproduzco. Dice Marx en la Crítica del Programa de Gotha escrita a fines de abril principios de mayo de 1875: «En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora, de los individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, solo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera. ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades!
El 11 de enero 1861, 14 años antes, Benito Juárez escribió un texto recuperado posteriormente por los historiadores. Señaló entonces:
«A cada cual, según su capacidad y a cada capacidad según sus obras y su educación. Así no habrá clases privilegiadas ni preferencias injustas (...)
«Socialismo es la tendencia natural a mejorar la condición o el libre desarrollo de las facultades físicas y morales».
Engels expresó, como subrayamos anteriormente, que el marxismo es un método de investigación y de estudio, y Lenin, por su parte, afirmó que era una guía para la acción. Con este método y esta guía podemos abordar los problemas concretos de nuestro tiempo pero como ellos mismos señalaron no existe una fórmula de aplicación general para todas las situaciones y países. Nos corresponde a nosotros, a partir del desarrollo concreto de nuestras sociedades y de la tradición intelectual y política de nuestra región, encontrar de manera creadora las vías y formas más adecuadas que abran cauce a ese socialismo verdadero del siglo XXI al que aspiran nuestros pueblos.
Cualquier análisis que realicemos debe partir de nuestra historia y de los vínculos que a lo largo de los siglos se han forjado entre los países latinoamericanos y caribeños y que hacen de nuestra región la de mayor vocación hacia la integración poseedora de un patrimonio espiritual de una riqueza impresionante.
En el siglo XXI, debemos inspirarnos en el pensamiento luminoso de Marx, Engels y Lenin expresado en sus textos originales, y relacionarlo en lo que tenga validez con el de Bolívar, Martí y los próceres y pensadores de nuestra América.