La histeria o paranoia que el Gobierno de EE. UU. quiere insuflar o mantener en su ciudadanía tomaba cuerpo una vez más. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 18/02/2023 | 08:37 pm
Otra vez me vino a la memoria alguna canción. En este caso, aquella del grupo Los Mustang, «globos rojos te compraré», con un ligero cambio de letra, más ajustado a la situación y al propósito de la Casa Blanca y el Pentágono de mantener una guerra a la cabeza de la OTAN contra Rusia y con la mira puesta en su otro adversario, China: los globos son rojos, color asociado al comunismo, y sobre ellos, «… te mentiré». La saga del cuento chino continúa.
Aviones estadounidenses dispararon nuevamente contra objetos volantes no identificados planeando sobre territorio de EE. UU. y de su socio norteño, Canadá. Ahora eran tres los blancos, volaban a mucha menor altura que el globo meteorológico chino, y aunque la jauría mediática se lanzó inmediatamente sobre el suceso, mencionando por supuesto la versión de la amenaza que viene de Asia, solo unos días después la Casa Blanca reconoció que no eran parte del «programa de espionaje chino». Esos son los términos claves para sembrar miedo, o cuando menos incertidumbre, y los utilizan por igual para mentir que para desmentir, por tanto graban la idea en el subconsciente de los públicos y en la terminología a emplear por los medios, sean cuales sean.
«Si bien no podemos decir definitivamente, sin analizar los derribos, qué eran estos objetos, hasta el momento, y lo advierto al decirlo, hasta el momento, no hemos visto ninguna indicación ni nada que apunte específicamente a la idea de que estos tres objetos fueran parte del programa de globos espía (de China), o que estaban definitivamente involucrados en los esfuerzos de recopilación de inteligencia externa», dijo en un primer momento el portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby.
Recuerden la teoría del maestro Paul Joseph Goebbels, el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich nazi entre 1933 y 1945, «miente, miente, que algo queda» o su otra versión «una mentira repetida mil veces la conviertes en verdad».
Poco después la versión del propio Kirby sufrió un ligero cambio: «Una cosa que debemos considerar, y creemos que la comunidad de inteligencia está considerando como explicación, es que estos podrían ser globos vinculados a entidades comerciales o de investigación y, por lo tanto, totalmente benignos».
Y llegó la retractación en boca del mismísimo presidente Joseph Biden: «Todavía no sabemos exactamente qué eran estos tres objetos, pero nada en este momento sugiere que estuvieran relacionados con el programa de globos espías de China o que fueran vehículos de vigilancia de cualquier otro país»… «La evaluación actual de la comunidad de inteligencia es que estos tres objetos probablemente eran globos vinculados a empresas privadas, instituciones recreativas o de investigación que estudiaban el clima o realizaban otras investigaciones científicas».
La histeria o paranoia que el Gobierno de EE. UU. quiere insuflar o mantener en su ciudadanía tomaba cuerpo una vez más para que no sean muchas las preguntas sobre las multibillonarias sumas gastadas o despilfarradas en armamentos, en lugar de darle solución a problemas y carestías reales para millones de estadounidenses. Un dato al respecto: cada uno de los proyectiles lanzados para derribar los globos, tanto el artefacto meteorológico chino —del que sigue insistiendo como «espía»— como los otros «desconocidos», los misiles AIM-9X, uno de ellos fallido, costó más de 450 000 dólares.
Para colmo, CNN informaba que funcionarios de inteligencia estadounidense dijeron que el «sospechoso globo espía chino» no fue deliberadamente dirigido a territorio continental de EE. UU., a donde fue llevado por los fuertes vientos, pues ellos (los funcionarios de inteligencia estadounidenses) lo habían monitoreado en su viaje por el Pacífico y aseguraron que estaba destinado a vigilar las instalaciones militares de EE. UU. en Guam.
El suceso o accidente de esta fábula ha contribuido a que el Pentágono revise sus sistemas, en este caso el NORAD o Comando de vigilancia y protección del norte (EE. UU. y su socio canadiense). Que me perdone el comentario, pero si yo fuera el general al mando, Glen VanHerck, presentaba la renuncia. Qué esperar del general, a quien se le preguntó sobre si los objetos derribados podrían ser de origen extraterrestre, y respondió: «No he descartado nada a estas alturas». Si fuera un programa humorístico de la televisión de EE. UU. no tenían que sacar los letreritos que indican al público en la sala cómo reaccionar, las carcajadas serían espontáneas y bien naturales. Es un sainete, señoras y señores.
Después del suceso, el Comando tuvo que ajustar sus radares para que puedan detectar y derribar los objetos más pequeños y lentos que se le filtraron con el famoso globo chino.
Pero son tan desagradecidos que no le han dado las gracias a China y mucho menos respetuosas disculpas. Biden dijo que no quería conflicto con China, y desde la soberbia, agregó: «No me disculpo».
Por lo demás, encontremos la lección. Como decía mi abuela: «antes se coge al mentiroso que al cojo».
Lo serio y verdadero. La Casa Blanca pudo desviar la atención del continuo flujo de capital hacia la industria militar con las armas destinadas a Ucrania, su propio rearme, el de la OTAN y otros socios allende los mares y continentes; calentar peligrosamente la situación en ese conflicto con Rusia y acercarlo a los proyectiles nucleares, poniendo en grave peligro a toda la Humanidad; y reforzar la presencia y los ejercicios militares en la región de Asia, avivando las tensiones con Beijing.
Se puede añadir con suspicacia: envolver en la bruma el descarrilamiento de un tren cargado con productos químicos altamente tóxicos y contaminantes en un pueblito de Ohio (casualmente llamado East Palestine), del que solo informaron más de una semana después lo que transportaba, aunque no se sabe desde dónde y hacia dónde se dirigía, y niegan hasta ahora cómo esta sopa puede afectar de inmediato, a mediano y a largo plazos a la zona y sus habitantes —el resto de los estadounidenses apenas conoce de la situación. ¿Los ingredientes del mejunje?: cloruro de vinilo que las autoridades decidieron liberar y quemar de inmediato lanzando al aire gases peligrosos, como el cloruro de hidrógeno y el fosgeno, y también se transportaba éter monobutílico de etilenglicol, acrilato de etilhexilo, isobutileno y acrilato de butilo, estos tres últimos en vagones que también se rompieron en el accidente.
Sobre los globos, ya lo dijo Biden: «No me disculpo»… y el doctor de la Casa Blanca, Kevin O´Connor, certificó: «El presidente Joseph Biden sigue siendo saludable, vigoroso, un hombre de 80 años que está exitosamente capacitado para ejecutar las labores de la presidencia»… La parodia a Los Mustang suena en mi radio.