Financiero internacional. Autor: Sputnik Publicado: 30/07/2022 | 08:56 pm
En la versión argentina, todavía Blancanieves tiene el trozo de manzana envenenada en medio de la garganta. Lo peor es que será difícil que un tropezón, las palmaditas en la espalda, ni siquiera el beso encantado del príncipe consigan desatorarla y que el pedazo mortífero de la fruta salga.
Como se adivinaba la jugada tan torcida de la madrastra sigue provocando efectos nocivos al gubernamental Frente de Todos (FdT) y lo que es peor, al país, después de que la exgobernante y derechista coalición Juntos por el Cambio (JpC) obligara a la nación a aquel mordisco fatal: las secuelas del empréstito contraído por Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional atenazan cada vez más la vida económica de Argentina al punto de poner en juego la paz social, mientras engordan la posibilidad de una crisis política. Y sigue ahogándola en la crisis financiera.
No hay cómo pagar la deuda mayor que haya concedido alguna vez la institución (44 mil millones de dólares recibidos en la era Macri de los 54 mil millones concedidos por el FMI). Renunciar a hacerlo y asumir el default se considera por el ejecutivo como una variante más costosa por el castigo que le infligiría el entramado financiero internacional al país; y el arreglo alcanzado implica, pese a todos los esfuerzos de Buenos Aires por evitarlo, las consabidas metas que de algún modo gravan la vida de la ciudadanía, y que han sido criticadas por voces y sectores importantes incluso dentro del Frente y del Gobierno, que apuntan a la preferencia por otra salida.
El panorama parece lo que es: el crédito ha resultado una trampa dejada por la derecha que entorpece la gestión del FdT y el cumplimiento de su programa, y también divide esa alianza.
Alguien podrá decir que si JpC hubiera repetido en la presidencia, como era su aspiración en las elecciones de 2019, sería esa fuerza la que tuviera el entuerto. Pero eso no habría sido un problema para sus políticos. Habrían aplicado un programa de ajuste neoliberal apretado hasta los tuétanos que pagaría a cualquier costo el pueblo, y ya.
Por el contrario, y luego de un riguroso estudio para seguir subvencionando a las familias que por sus bajos ingresos no pueden abonar, el ejecutivo del FdT está ahora ante la difícil tarea de tener que retirar próximamente parte de la asistencia que brindaba para atenuar los costos del servicio de energía eléctrica y del gas. El auxilio se mantendrá para los hogares que menos cobran; pero quienes ganan más, deberán pagar.
El acuerdo con el FMI, anunciado en enero de este año después de muchas negociaciones y que terminó de concretarse en marzo, obliga. Hay metas, consideradas severas, de déficit fiscal e inflación y, precisamente, pasan por la quita de subsidios a los servicios públicos. A cambio, el Fondo desembolsa a Argentina la misma cantidad que adeuda para que lo pague después. Sencillamente, se difiere el pago. Ni un ápice de condonación. Así de abusivo.
El caso argentino constituye otra muestra, quizá la más cruda en nuestro hemisferio, de la expoliación a que conducen las políticas financieras internacionales del actual desorden y sus secuelas políticas, por la dependencia que imponen. ¿Cuánto podrá costar políticamente al FdT, de cara a la ciudadanía, una ejecutoria marcada por el quehacer que le impusieron otros?
De manera terrible y triste, Argentina está en el mismo lugar y la misma encrucijada —o peor, atendiendo a las condiciones mundiales de hoy y la evolución del mercado financiero— en la que estaba cuando Néstor Kirchner reprogramó exitosamente la deuda externa que tenía el país en 2003, luego de pasar la terrible crisis económica y financiera que tumbó presidentes y sacó a la gente a las calles en 2001.
La Argentina de entonces recuperó las fábricas paradas, volvió a hacer producir los campos; hizo crecer la economía y pagó para zafarse de las garras del FMI. Poco más de diez años después, el derechista Mauricio Macri, de un plumazo, volvió a endeudarla. Algunos piensan que para dilapidar, como lo hicieron él y su cohorte, el dinero, y posibilitar que se fuera volando al exterior, a cuentas privadas. Informes aducen que durante el mandato de Macri (2015-2019) la fuga de capitales se triplicó y superó los 86 mil millones de dólares, concentrados apenas en cien personas naturales y jurídicas.
Otros estiman que, al aprobar un crédito gigantesco que iba contra sus propias normas, en el Fondo Monetario estaba ya el sentimiento avieso de colocar un veneno al Gobierno de izquierda que, obviamente, iba a sustituir a aquel.
«Teníamos una soga al cuello», apuntó en enero el presidente Alberto Fernández, cuando anunció la culminación de las más recientes negociaciones con el Fondo. «(…) Es el mejor acuerdo que el Gobierno podía conseguir».
Inconforme con las presiones que la materialización del pacto por él negociado acarreaba, el ministro de Economía, Martín Guzmán, presentó hace pocas semanas la renuncia y fue remplazado por Silvia Batakis, sin que el cambio de figura significase transformaciones ostensibles en la política financiera argentina.
Pero, luego de reuniones en Washington, el lunes, con Kristalina Georguieva, la directora gerente del FMI, y tras persuadir a la institución y el mundo financiero de que las metas serían cumplidas, también Batakis presentó su dimisión hace tres días.
La sustituirá el actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quien será juramentado el martes, y estará a cargo de lo que se ha dado en llamar un superministerio contentivo de la cartera de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, en lo que se presenta como una reorganización ministerial que pasa por otras renuncias.
Analistas esperan que el movimiento traiga medidas importantes que repercutan en la subida de las exportaciones y alivio para los ciudadanos.
Los males causados por las medidas contra Moscú que han seguido a su operativo militar en Ucrania se suman al bajón económico dejado por lo más crudo de la pandemia y hacen más difícil el panorama argentino, donde se reporta inflación, se constató en los días recientes una corrida cambiaria que tiró hacia abajo al peso frente al dólar, y ha habido marchas de movimientos sociales en reclamo de un salario básico universal, cuyos convocantes rechazan el acuerdo con el FMI.
En río revuelto…
Las remezones políticas no solo se cobrarían, seguramente, en las elecciones presidenciales del año que viene si se le pasa factura a este Gobierno por lo que ocurre, aunque esté pagando los platos que rompió el ejecutivo anterior. Así lo adelantan ya algunas encuestas.
Además, ciertos medios locales han hablado de un supuesto adelanto de elecciones luego de que lo hicieran algunas voces políticas, precedidos por un escandaloso video del teniente coronel retirado Aldo Rico que llamó a ejecutar un golpe de Estado, bajo el argumento falaz de que la república es «una anarquía» y que «no hay gobierno».
Los diputados del FdT emitieron un comunicado en el que cerraron filas en torno al ejecutivo y denunciaron la existencia de «una acción sistemática de desestabilización política y económica con maniobras y expresiones de neto corte golpista», entre las que incluyó la brutal caída del peso.
Se ha dicho que un adelanto de los comicios sería inconstitucional. Pero apenas su planteo indicaba que el panorama aún se podría desestabilizar. La nación sigue atorada. Veremos cuánto pueden ayudar los nuevos cambios ministeriales.