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Los extraterrestres de Las Américas

El empeño desde la prepotencia del dominador, con muy malas intenciones de borrar del mapa hemisférico a Cuba, Venezuela y Nicaragua, cercena un continente enfrentado a no pocos problemas de salud, entre estos la desigualdad sistémica

Autor:

Juana Carrasco Martín

Resulta que hay terrícolas extraterrestres y no porque tengan su origen en otro planeta. Parece que está haciéndose habitual que algún que otro país decida sobre cómo se vinculan los Estados entre sí, y quién es y quién no es.

El absurdo acompaña no pocas veces a decisiones políticas cuando se priorizan intereses de una nación o un minúsculo grupo —y se abrogan el derecho de llamarse el mundo o la comunidad internacional—, frente a una valoración desde el bienestar común y realmente de todos.

El Hemisferio Occidental se prepara por estos días para participar en la 9na. Cumbre de las Américas, del 6 al 10 de junio próximo en la ciudad californiana de Los Ángeles. Pero el anfitrión, Estados Unidos, amparado en ese falso derecho de escogencia, parece haber decidido que al menos tres países no deben participar en el encuentro, supuestamente continental.

«Inclusivos, integrales y con capacidad de respuesta», así describió la doctora Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cómo debieran ser los sistemas de salud en las Américas para poder aminorar el golpe de las pandemias y otras emergencias en el campo de la salud. Y tiene razón la experta en el análisis de la situación, pero…

¿Por qué siempre hay un «pero…» cuando el escenario lo matiza Estados Unidos con los colores que quiere pintar a todo el mundo?

La funcionaria hizo su urgente llamado a la inversión razonable en los sistemas de salud de las naciones de este vasto y diverso territorio durante la reunión especial virtual de la Cumbre de las Américas 2022 sobre Salud, Recuperación y Resiliencia, que dirigió de conjunto con Kevin Michael O’Reilly, coordinador nacional de la Cumbre de las Américas en el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Fue entonces un cónclave excluyente ese evento, que debía proporcionar a los Estados miembros de la OPS y a las misiones de la Organización de los Estados Americanos (OEA) una visión general sobre cómo la pandemia de la COVID-19 ha ampliado las barreras existentes para lograr la salud universal, particularmente entre las comunidades vulnerables, y destacó a los sistemas de salud resilientes como un compromiso clave de la agenda de la Cumbre 2022.

Pura palabrería. Allí no estaban ni Cuba ni Venezuela y tampoco Nicaragua, y para el encuentro de junio preparan igual espacio absolutista, pero…

También siempre lo hay cuando existe conciencia de soberanía e independencia en otros, de razonamiento justo, de reconocimiento y respeto a sus iguales.

México y Bolivia, en voz de sus presidentes Andrés Manuel López Obrador y Luis Arce, y la Secretaria permanente del ALBA-TCP denunciaron y rechazaron la aviesa intención, mientras los Estados miembros de la Caricom sellaron un compromiso de unidad y dignidad advirtiendo que no asistirían al encuentro si no eran invitados todos los países de este continente.

La Casa Blanca de Joseph Biden y el Departamento de Estado de Antony Blinken, legítimamente han sido puestos contra la pared. Si deciden hacer una Cumbre cercenada por malignos propósitos de imponerse como dominante hegemónico pondrán una piedra más en el muro de descrédito que los separa, en primer lugar de los pueblos que Bolívar y Martí consideraron la Patria Grande, Nuestra América; y en segundo lugar de construir verdaderas relaciones de convivencia y no de poder omnímodo.

Cuba es salud y generosidad

La Salud es un eje fundamental para cooperar, más aun en las actuales circunstancias de una pandemia que, aunque parece retroceder, no ha cesado en su peligrosidad, puede evolucionar en nuevas variantes.

Dejar a Cuba fuera de la Cumbre de Los Ángeles no solo es un error político marcado por la intolerancia, la prepotencia y la represalia de quien no ha podido doblegar a una pequeña isla; es también un desliz grave desde la medicina y las ciencias médicas por lo mucho que la Mayor de las Antillas puede aportar de su experiencia en poco más de dos años de enfrentamiento exitoso a la pandemia.

Sin embargo, la colaboración, la cooperación, el tender las manos conducirían a disminuir las consecuencias trágicas de la COVID-19 en nuestra región.

Como denunció recientemente el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, el llamado Plan de Acción y Salud y de resiliencia de las Américas hasta 2030, se negocia de manera oscura, con la exclusión de Cuba y otros Estados miembros de la Organización Panamericana de la Salud que participan en esos procesos, y con ello se contravienen los propios mandatos de la OPS.

Echan a un lado la modesta aunque esencial y generosa contribución de Cuba en más de 60 países donde cumplen misión integrantes de la Brigada Médica Henry Reeve, reforzados en algunos casos con brigadas de combate a la COVID-19 que, incluso, acudieron en apoyo a dos naciones europeas: Italia y Andorra.

Intentan desconocer o minimizar las vacunas totalmente cubanas que han permitido inmunizar a prácticamente la totalidad de la población que habita en el país, incluidos los más pequeños, con resultados efectivos comprobados. Las Soberana 01, 02 y Plus, Abdala y Mambisa son las exitosas causantes de que ahora apenas sobrepasemos el centenar de casos diarios en todo el territorio nacional, un proceso facilitado por el carácter comunitario del sistema de salud cubano, y de esa eficacia disfrutan también otros pueblos de nuestro continente y de otras regiones.

Por demás, Cuba no ha lucrado con esas vacunas, como sí lo han hecho las transnacionales farmacéuticas, la mayoría estadounidenses, cuya ganancias netas se han incrementado de manera obscena durante la pandemia, al tiempo que no pocas veces el Gobierno de EE. UU. las ha utilizado como arma de presión política.

En Cuba han estudiado y estudian miles de jóvenes, de manera gratuita, en la Escuela Latinoamericana de Medicina, y también se puede hablar con orgullo de la Operación Milagro, que ha devuelto la visión a varios millones de personas en América Latina y el Caribe.

Sin embargo, de manera reiterada e inhumana, Estados Unidos ha obstaculizado la presencia médica cubana en detrimento de la salud de los más pobres y vulnerables en la región. Recordemos apenas dos hechos: el apoyo del imperio a las decisiones de Bolsonaro en Brasil y de la golpista y presidenta de facto en Bolivia, que les cerraron las puertas a los trabajadores de la salud cubanos.

Estos ejemplos bastan para mostrar la validez e importancia de una Cuba presente cuando se debatan, si lo hacen en realidad, las desigualdades de larga data en la región, y la doctora Etienne les llame a «construir sistemas de salud y sociedades resilientes» en una América Latina donde la pandemia redujo en un 6,8 por ciento el Producto Interno Bruto y empujó a 209 millones de personas a la pobreza y a 78 millones a la pobreza extrema en 2020, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y donde sufrió interrupciones en los servicios de salud esenciales el 93 por ciento de los países de la región.

«Sin la capacidad de detectar, responder y mitigar el impacto de las pandemias y otras emergencias de salud pública, no se puede lograr el desarrollo sostenible», sostuvo la Directora de la OPS en esa reunión previa a una Cumbre ensombrecida y excluyente.

Tan reciente como el 25 de abril pasado, la OPS informaba en su página web el lanzamiento de la Semana de Vacunación en las Américas, y reconocía que 2,7 millones de niños latinoamericanos no habían recibido vacuna alguna en 2020 y en los dos últimos años se había retrocedido casi tres décadas de progreso en la vacunación contra la polio y el sarampión.

La doctora Etienne advirtió: «Si esta situación continúa, pagaremos un precio muy alto en pérdidas de vidas, aumento de discapacidades y enormes costes financieros».

Mientras alrededor de 230 millones de personas todavía no recibieron ni una sola dosis de vacuna anti-COVID-19 en la región, cuando las más altas autoridades de salud del mundo y algunos dirigentes políticos o sociales han dicho a las claras que esta pandemia puso al desnudo una situación en la que nos salvamos juntos o nos hundimos por separado.

El acérrimo y criminal bloqueo contra Cuba, extendido a una Cumbre que pretende aprobar un Plan de Acción sobre la Salud, impedirá que la nación caribeña ofrezca sus capacidades para la cooperación y aporte en tecnología de avanzada, productos farmacéuticos, tratamientos novedosos y experiencias prácticas que serían mutuamente beneficiosos.

Las Américas no es feudo de uno, las Américas somos todos y es de todos.

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