Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La división genocida

Organismos internacionales reconocen la segregación que vive el pueblo palestino a manos del régimen israelí

Autor:

Fabio Quintero

Apartheid, literalmente, significa separación en afrikáans, lengua germánica derivada del neerlandés medio. Es la evolución de lo que hablaban los colonos neerlandeses que habitaban la Colonia del Cabo, en el cono africano. Con el paso del tiempo adquirió características propias, pues asimiló vocablos del inglés, malayo y portugués.

Constituye idioma oficial en Sudáfrica y Namibia, dos países que vivieron la separación racial como sistema, debido a una minoría blanca en el poder. Así reconoce hoy la ONU que vive Palestina debido a la ocupación israelí. El apartheid no es exclusivo de África, no es solo de blancos contra negros, no es solo de otro siglo. En el que corre la colonización no termina, ni las libertades prevalecen.

En marzo de este año, trascendió que la Escuela de Derecho de Harvard reconoció a Israel como un régimen de Apartheid, debido a sus prácticas en los territorios palestinos ocupados.

En un reporte a Naciones Unidas, la Clínica Internacional de Derechos Humanos del centro de estudios estadounidense se unió a la comunidad internacional al reconocer el carácter de Apartheid del régimen de Israel. El informe de 22 páginas llamado «Apartheid in the Occupied West Bank: A Legal Analysis of Israel’s Actions». (Apartheid en el territorio ocupado de Cisjordania) fue desarrollado en colaboración con el Addameer Prisoner Support and Human Rights Association, que encontró que las prácticas de Israel en la Cisjordania ocupada viola la prohibición del apartheid en virtud del Derecho Internacional. 

En febrero, Amnistía Internacional emitió un reporte de daños haciendo un llamado a las autoridades israelíes por ser responsables de los crímenes contra palestinos: «detalla cómo Israel ejerce un sistema de opresión y dominación contra Palestina y además controla sus derechos. Esto incluye a los palestinos viviendo en Israel, en los territorios ocupados y en otros países».

Asimismo, una investigación presentada por el académico canadiense Michael Lynk muestra que el sistema israelí asegura la supremacía de un grupo en detrimento de otro, argumenta que eso sucede en Cisjordania y que es la definición legal de Apartheid.

«El sistema político beneficia a un grupo étnico nacional racial con derechos, beneficios y privilegios mientras intencionalmente otro grupo vive detrás de muros, chequeos y bajo una permanente ley militar, todo ellos satisfacen la permanencia de la evidencia de la existencia del apartheid», explica Lynk.

Middle East Eye, un medio noticioso con sede en Londres, reportó que solo en 2021 más de 10 000 palestinos han sido prohibidos de transitar por la zona ocupada de Cisjordania. El Puente Al-Karameh, conocido como Allenby para Israel y Rey Hussein por los jordanos, es el único que conecta a Jordania y puede ser usado por los palestinos.

De acuerdo con la ONG HaMoked, la justificación para estas acciones, es la acusación de «terroristas», colaboradores u operativos de Hamas, que le endilgan las tropas del principal socio de Estados Unidos en la región a los palestinos. Las prohibiciones pasan por no dejar usar los aeropuertos a civiles palestinos y hacerlos chequear en tres controles migratorios cada vez que transitan por la zona en conflicto.

Rafael Silver, un veterano de la unidad de combate de las fuerzas armadas de Israel, está convencido de que su país practica apartheid contra el pueblo palestino, porque él ayudó a reforzarlo:

«Soy un ciudadano de Israel, dejé mi país en 2001, emigré a Canadá y me hice ciudadano canadiense porque sentí que no podía pertenecer a un sistema que actuaba de esa forma contra Palestina. No uso la palabra “apartheid” a la ligera. La escojo para describir la realidad que por generaciones han vivido los palestinos y he visto con mis propios ojos. Durante mi servicio como militar en la Franja de Gaza y en Cisjordania me dedicaba a cobrar impuestos».

En el propio mes de marzo, el coordinador especial de Naciones Unidas para el proceso de paz en Medio Oriente, Tor Wennesland, denunciaba la expansión de los asentamientos israelíes en territorios palestinos ocupados y su continua alimentación de la violencia.

El alto funcionario de la organización mundial señaló que las actividades ilegales de Tel Aviv socavan el derecho de ese pueblo árabe a la autodeterminación y erosionan la posibilidad de establecer un Estado palestino.

Israel sigue afianzando su ocupación, lamentó Wennesland y expresó su profunda preocupación por la continua pérdida de vidas y lesiones graves, incluidos niños, en territorio palestino ocupado. «La situación de seguridad en tierras árabes continúa deteriorándose y se registra incluso un aparente aumento de los ataques con disparos», señaló.

Algunas de las violaciones flagrantes de Israel contra Palestina en los últimos años han sido la Operación Pilar Defensivo de 2011, con una serie de golpes aéreos sobre la Franja de Gaza. En tres días la aviación israelí había cumplido 750 operaciones de bombardeos con más de 1 500 objetivos alcanzados. Otro evento ocurrió en 2014 con la Operación Margen Protector. Debido a los ataques de misiles, según cifras de la ONU, 2 000 civiles palestinos fueron asesinados y hubo 11 500 heridos.

El último de estos ataques fue el ordenado por el entonces primer ministro Benjamín Netanyahu en 2021, los ocho días de bombardeos dañaron con gravedad a unos 450 edificios, incluidos seis hospitales, nueve centros sanitarios de atención primaria y 40 escuelas. La cifra de muertos ascendió a 232.

Pero simbólicamente hay un hecho que refleja mejor la segregación hacia los palestinos. En el 2002 Israel comenzó a construir el Muro del Apartheid de ocho metros de alto y 723 kilómetros de largo, con zanjas de cuatro metros de profundidad, caminos laterales pavimentados para recorrer con patrullas militares, vallas con sensores electrónicos, senderos de arena para detectar huellas de caminatas y cámaras de vigilancia con vallas eléctricas. 

El Muro del Apartheid y la construcción de asentamientos israelíes tienen por objetivo confiscar ilegalmente tierras y recursos naturales palestinos, confinar a esta población en zonas cada vez más pequeñas e insostenibles económicamente y separa a Jerusalén Oriental del resto de los territorios palestinos para impedir el establecimiento del Estado palestino.

Es el mismo muro que el artista visual Bansky pintó con nueve grafitis en 2005 cuando declaró al diario español El País: «Me pareció excitante transformar la estructura más degradante del planeta en la galería más grande del mundo, para fomentar el libre discurso y el mal arte». Y como está la situación, al muro lo podrían llenar de pinturas, podrían derrumbarlo, pero el muro mayor que es todo el sistema, seguiría intacto, como el apartheid mental de los que gobiernan en Israel.

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