Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Para no olvidar las lecciones de la historia

El revisionismo histórico que se manifiesta ahora en Occidente, sobre todo con respecto a la Segunda Guerra Mundial y sus resultados,  tiende a confundir y tergiversar la realidad de los hechos

Autor:

Andrei A. Guskov

El 22 de junio se cumplieron 80 años del día de la agresión de la Alemania nazi a la Unión Soviética. Aquel día empezó la guerra más horrenda en la historia de nuestra nación. Cuando hablamos de esta guerra, nos vienen a la mente los destinos de millones de personas, sus sufrimientos y el dolor por las pérdidas. El 22 de junio es el Día de la memoria y dolor por todos los caídos, martirizados por los fascistas.

La Segunda Guerra Mundial no desató de inmediato, no comenzó de repente, de súbito. Fue el resultado de muchas tendencias y factores en la política internacional de la época. Todos los acontecimientos de la preguerra formaron una cadena fatal de eventos. Sus causas más profundas están asociadas, en gran parte, a las decisiones tomadas al final de la Primera. Condiciones estrictas del Tratado de Versalles, enormes reparaciones que agotaban economía alemana, la humillación nacional las que crearon el caldo de cultivo para los sentimientos radicales y revanchistas en Alemania.

Los nazis utilizaron hábilmente estos sentimientos y construyeron su propaganda, prometiendo librar a Alemania del legado de Versalles y restaurar su antiguo poder, pero, de hecho, empujaron al pueblo alemán a una nueva contienda.

El factor principal que predeterminó la mayor tragedia de la historia de la humanidad fue el egoísmo de Estado, la cobardía, la indulgencia del agresor ganando fuerza, la falta de voluntad de las élites políticas para encontrar un compromiso.

La división de Checoslovaquia fue brutal y cínica. La confabulación de Múnich demolió incluso aquellas garantías formales y frágiles que existían en el continente y sirvió como un disparador, tras lo cual se hizo inevitable una gran guerra en Europa. Además, la falta de reacción por parte de Occidente convenció a los nazis de su impunidad.

La Unión Soviética, por su parte, trató hasta el último momento de usar cualquier oportunidad para crear una coalición antihitleriana, pero los socios occidentales dilataron conscientemente las negociaciones tripartitas con Francia y Gran Bretaña. La dirección soviética recibió información detallada sobre los contactos secretos anglo-germanos en el verano de 1939 a través de los servicios de inteligencia. En el trasfondo de un peligro real de guerra en dos frentes: con Alemania en el oeste y con Japón en el este, donde ya se producían cruentos combates en Jaljin Gol, el 23 de agosto de 1939 la Unión Soviética firmó un Tratado de No Agresión con Alemania, de hecho, fue el último de los países europeos en hacerlo. Moscú se percató perfectamente de que el Tercer Reich acumulaba recursos para atacar a la URSS. En ningún momento se trató de una alianza soviético-alemana. Era necesario aplazar el ataque.

Precisamente con la agresión a la Unión Soviética empezó la etapa más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial. El 22 de junio de 1941 la Unión Soviética se enfrentó al ejército más fuerte, más numeroso y entrenado del mundo, que ya contaba con el potencial industrial, económico y militar de casi toda Europa. En aquella invasión mortal participaron no solo la Wehrmacht, sino también los satélites alemanes de Hungría, Italia, Rumania, Finlandia, Eslovaquia y Croacia.

Los nazis se plantearon como objetivo la exterminación total de los judíos y de todos los pueblos que ellos consideraban inferiores. El Holocausto extendió a los territorios soviéticos ocupados y adquirió dimensiones enormes. En el genocidio del pueblo soviético participaron activamente cómplices de los nazis los llamados colaboracionistas. Principalmente ucranianos, lituanos, letones y estonios. Su crueldad a menudo superaba a la de sus maestros. Ellos fueron los responsables por la masacre de Babi Yar, la masacre de polacos en Volinia, el incendio de Khatyn y el exterminio de judíos en Lituania y Letonia.

A pesar de las dificilísimas condiciones el Ejército Rojo, en cuyas filas lucharon representantes de todas las repúblicas y nacionalidades de la Unión Soviética, logró frustrar los planes de la guerra relámpago desde la campaña de verano de 1941. La Wehrmacht sufrió grandes pérdidas en efectivos y técnica. La URSS llegó a ser el único Estado que pudo frenar y después detener la expansión de Alemania. Esto fue de importancia capital para el desarrollo ulterior de la Guerra. En general, a la URSS le correspondió cerca del 75 por ciento de todas las acciones militares de la coalición antihitleriana. Durante la guerra, el Ejército Rojo "trituró" 626 divisiones de las potencias del Eje, de las cuales 508 eran alemanas. A mediados de 1944 el Ejército Rojo empezó su misión liberadora en Europa. Salvó a pueblos enteros del exterminio y la esclavitud, así como de los horrores del Holocausto. Más de 7 millones de soldados soviéticos al precio de sus vidas integrados en más de 90 agrupaciones militares en transcurso de casi 15 meses liberaron Varsovia, Belgrado, Viena y Praga, tomaron por asalto Koenigsberg y Berlín.

Nunca compartimos la Victoria en la nuestra y la ajena. Estaremos siempre agradecidos por la ayuda prestada por los aliados que proporcionaron al Ejército Rojo municiones, materias primas, alimentos y equipamiento. Estamos agradecidos a nuestros amigos cubanos por su aporte en esta lucha común contra la «peste marrón».

No debemos olvidar ni a las víctimas ni la hazaña de nuestro pueblo. Los destinos segados por la guerra siempre nos acompañarán como una herida abierta. El hito moral más importante será el coraje y la firmeza de nuestros padres, abuelos, bisabuelos, su amor infinito y fidelidad a la Patria. Debemos ser dignos de este altísimo referente moral en nuestras acciones y conductos de hoy, así como proteger y preservar la verdad histórica como el hilo conductor que une las generaciones tanto en nuestro país como másallá de nuestras fronteras. Luchar contra las tentativas de desvirtuar y falsear la verdad, humillar e insultar la memoria de los caídos. 

Con dolor observamos cómo en algunos países derriban los monumentos al soldado soviético, intentan revalorizar las decisiones del Tribunal de Núremberg, ponen al mismo nivel a la Unión Soviética y a la Alemania nazi, cómo a los héroes se les presenta como delincuentes y a los delincuentes como héroes. El revisionismo histórico que se manifiesta ahora en el Occidente, sobre todo con respecto a la Segunda Guerra Mundial y sus resultados, es peligroso porque distorsiona de manera brutal y cínica la percepción de los principios de desarrollo pacífico establecidos en 1945. Olvidar las lecciones de la historia conduce inevitablemente a pagar precio pesado. Tenemos el deber de no repetir los errores cometidos en el pasado para fortalecer la estabilidad y la seguridad globales con miras a fomentar la prosperidad y el bienestar de todos los Estados.

* Embajador de la Federación de Rusia en la República de Cuba

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.