Los ataques injerencistas de Pompeo han sido rechazados. Autor: Linares Publicado: 03/12/2019 | 10:18 pm
Están acelerados. Ven que se les va de las manos su patio trasero, y el secretario de Estado Mike Pompeo dijo este lunes en la Universidad de Louisville, en Kentucky, que Estados Unidos ayudará a los «Gobiernos legítimos» de América Latina a evitar que las protestas «se conviertan en sublevaciones».
Resulta que a su manera de ver, las manifestaciones que se han estado multiplicando en Chile, Bolivia, Colombia, Ecuador, no reflejan «la voluntad democrática del pueblo», ni mencionar que son el rechazo a las políticas económicas neoliberales que están empobreciendo a la región, o que hubo un golpe de Estado en Bolivia —donde el eufemismo más reciente de la prensa oficial de la mandataria de facto, Jeanine Añez, califica de «conflicto poselectoral».
Es tan seria la manipulación mediática que utiliza el poder imperial para justificar el intervencionismo de Washington y sus guiones para la acción contra las protestas, que el jefe de la diplomacia trumpiana ha dicho que la represión —por supuesto que no utiliza esta palabra para el alto registro de muertos, heridos y detenidos—, a la que llaman «respuesta estatal», refleja el «carácter de los Gobiernos democráticos legítimos».
Por tanto, justificó que EE. UU. pueda participar en los esfuerzos antidisturbios, pues su país, el del excepcionalismo, representa el «mayor ejemplo de democracia en la historia del mundo», su política hacia Latinoamérica se basa en la «claridad moral y estratégica», y esto significa que Washington «no puede tolerar» a aquellos Gobiernos que considera insatisfactorios en la región.
Entonces tira sobre la mesa la misma carta marcada de su juego sucio: Cuba y Venezuela «secuestran esas protestas», están detrás de quienes incitan a las «acciones violentas» y las «sublevaciones», y tratan de convertir las «democracias aliadas» de Estados Unidos en «dictaduras».
Como es de suponer, el actor principal de los descontentos, el Fondo Monetario Internacional y las medidas obligatorias que estrangulan tanto a las macroeconomías de los países endeudados, como a las mermadas canastas familiares, sale incólume porque es el brazo ejecutor del imperio para expandir su dominio sobre las riquezas de este hemisferio y, en definitiva, de todo el mundo.
Esta diatriba de Pompeo fue el lunes. Este martes no se hizo esperar su medida de amedrentamiento a quienes acusa de ayudar a «elevar la agitación» y sacarle provecho a la situación de inestabilidad en la región.
Sin embargo, los aprovechados son los mandamás de Washington que pretenden serlo a nivel planetario, y este martes aprietan otra vez el dogal-bloqueo al cuello de Cuba y Venezuela.
Una nota del Departamento del Tesoro afirma que Caracas y La Habana eluden las sanciones anteriores al «cambiarles los nombres a las embarcaciones» que transportan petróleo entre uno y otro país, de ahí que alargue la lista de los castigados con otros seis buques de transporte de crudo de la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) apuntados en la lista de los llamados Nacionales Designados Especialmente (SDN, por siglas en inglés), de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC): el tanquero de petróleo de bandera panameña Ícaro; y los de bandera venezolana Luisa Cáceres de Arismendi, Manuela Sáenz, Paramaconi, Terepaima y Yare.
Para completar la componenda mediática, otra carta marcada, el petróleo venezolano para Cuba se realiza «a cambio de asistencia de seguridad e inteligencia».
Tales acciones bloqueadoras de Washington se están produciendo en lapsos de tiempo cada vez menores, pues apenas una semana fue precedente el castigo a la Corporación Panamericana de Cuba por iguales pretextos y un mes antes se había incluido en la lista de OFAC otros ocho buques y entidades «encargados del transporte de petróleo de Venezuela a Cuba».
Así andan las cosas, nuevas acciones ilícitas del Gobierno de Trump para cerrarle a Cuba el suministro de petróleo; y un secretario de Estado que miente desvergonzadamente para ocultar, como dijo el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, en Twitter, que «la justa y legítima protesta de los pueblos latinoamericanos» es respuesta a «las salvajes políticas neoliberales y la brutal represión».
También en ese tuit sobre las prácticas gansteriles de Estados Unidos estaba la posición soberana de la Mayor de las Antillas: «Cuba sigue en pie de lucha» y es una barrera infranqueable para cualquiera que venga en plan acelerado y provocador.