Pompeo y su veneno Autor: Falco Publicado: 26/11/2019 | 09:25 pm
En buen cubano eso se llama chanchullo, y quien lo está promoviendo con aviesas intenciones es el secretario de Estado, Mike Pompeo. Como blanco de la maniobra, está Cuba, y contra ella hay acciones ilícitas azuzadas abiertamente por funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
Este martes, en sendos tuits del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla se denunciaba al jefe de la «diplomacia» norteamericana: «Sec. de Estado de EE. UU., que aplaude golpes de Estado e ignora asesinatos, actos de barbarie, represión y violaciones de los Derechos Humanos por parte de sus aliados, llama a su Embajada en Cuba a intervenir en los asuntos internos de un país soberano que no lo permitirá». Cuba es Nuestra, puntualizaba el Ministro de Exteriores.
También señalaba que las acciones ilícitas de la Embajada «buscan atentar contra nuestro orden constitucional. Violan la Convención de Viena, el acuerdo de restablecimiento de relaciones y las leyes cubanas y estadounidenses».
No es la primera vez que Cuba expone esa intromisión, un intrusismo que busca la subversión política del país, mediante mentiras y calumnias, y constituyen de hecho un atentado contra el orden constitucional de la nación.
En el sustrato está implementar la Doctrina Monroe en la Mayor de las Antillas y en todo el hemisferio, y en el caso cubano pretenden insuflar visibilidad a elementos contrarrevolucionarios, para crear un Guaidó «a lo cubano».
Desde EE. UU. se encargan de animar el desacato a las fuerzas del orden, perturbar la tranquilidad de la sociedad y fomentar acciones violentas.
La subversión impulsada desde el edificio de los grandes ventanales de cristal en el Malecón habanero es la otra cara de la guerra económica destinada —infructuosamente— a ahogar el desarrollo de un país que se esfuerza y trabaja para salir adelante a pesar de 60 años de bloqueo.
Y sabemos cuánto ha recrudecido esa agresión, que ahora utiliza como pretexto la solidaridad entre Cuba y Venezuela.
Casi a diario, la lista de entidades cubanas sancionadas, restringidas, acosadas, se alarga, y en los tiempos más recientes las declaraciones sobre «un aumento de la represión» en Cuba sirven de antesala o de colofón a las medidas arbitrarias. Hay más de 200 entidades vetadas, buena parte vinculadas con la industria turística —lo que daña particularmente a los pequeños empresarios privados de nuestro archipiélago, los cuentapropistas, como le decimos acá.
Este martes 26 de noviembre, el Departamento del Tesoro puso en el registro de los prohibidos a la compañía cubana Corporación Panamericana S.A., pues dicen que «es propiedad o está bajo el control de Cubametales» —en la fatídica lista desde el pasado julio—, por vínculos con Venezuela.
Pompeo salió a la palestra a justificar la nueva maraña y acusó a Cuba de «jugar un papel directo en la prevención del retorno de la democracia a Venezuela».
Sencillamente se trata, una vez más, de evitar que llegue el petróleo venezolano a Cuba. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) lo explicó: la Corporación Panamericana S.A. «realizó actividades comerciales relacionadas con un suministro de petróleo que anteriormente fue ejecutado por Cubametales», por tanto, se prohíbe todo tipo de trato de personas estadounidenses con la mencionada empresa y se bloquean todos los bienes e intereses de la compañía en EE. UU. —francamente no sé si eso existe—.
Pero el asunto solo tiene una respuesta por parte de Cuba, y cuando digo Cuba, estoy hablando de cuatro letras que envuelven como un todo a Gobierno y pueblo: no aceptamos intromisión en nuestros asuntos internos. Lo dijo una de las etiquetas de los tuits del Ministro: #CubaEsNuestra.