Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

A los cruceros les gustaría no tener a Trump

Lo más reciente de la agresividad de Trump ha sido prohibir que el Gobierno federal financie actividades de intercambio educativo y cultural con Cuba 

Autor:

Juana Carrasco Martín

¿Qué le falta a Donald Trump para apretar más a Cuba? La pregunta me la hizo un vecino, pues parecería que ya casi no hay nada más que vetar en su enfermiza intención de ahogarnos. Incluso parece como si quisiera borrarnos del mapa del Caribe o su interés es extender Mar-a-Lago hasta Varadero y nuestra hermosa cayería del sur, y llenarnos de Trump Resorts y Trump Hotel.

Lo más reciente ha sido prohibir que el Gobierno federal financie actividades de intercambio educativo y cultural con Cuba para evitar, expresa, el tráfico de personas entre los dos países. No estuvimos solos en esa lista del Departamento de Estado, pues el documento con la rúbrica de Trump dice: «Estados Unidos no proporcionará asistencia no humanitaria ni relacionada con el comercio, ni permitirá que los funcionarios o empleados de los Gobiernos de Cuba, la República Popular Democrática de Corea, Siria y Rusia participen en programas de intercambio educativo y cultural para el año fiscal 2020».

Sin embargo, Gobiernos locales y estaduales pueden contratar artistas cubanos, y no afectan a empresarios privados, por tanto, podrán dar conciertos en Estados Unidos músicos residentes en Cuba.

Una y otra vez, el juicio trumpiano pone a su gente de mal humor y le corta hasta el derecho a la diversión y el entretenimiento. En junio, recordemos que les cerró el paso a los cruceros  mediante un decreto presidencial que desautorizó las operaciones de todas esas empresas en la Mayor de las Antillas, con lo que prohibía «las visitas a la Isla a través de embarcaciones de pasajeros y recreativas, incluidos cruceros y yates, así como aviones privados y corporativos».

Más de una vez se ha dicho que, junto a Cuba y el pueblo cubano, se afectan también las empresas estadounidenses y la ciudadanía de esa nación. Así que la insatisfacción va creciendo y ahora resulta que directivos de algunas de las compañías de cruceros, reunidos en San Juan, Puerto Rico, se expresaron con animosidad hacia el mandatario. No es para menos.

Dijeron de su interés —compartido por segmentos políticos y de negocios norteamericanos— de volver a incluir a Cuba en los itinerarios habituales, pero… como el obstáculo se llama Trump, trascendió que fueron explícitos en plantear que cuando se produzca un cambio de político en Estados Unidos ellos estarán encantados de regresar a la isla de Cuba, como, por supuesto, estarán complacidos, alegres y gozosos los viajeros que se han quedado desde hace cuatro meses con las ganas.

Micky Arison, el presidente de Carnival Corporation, el operador de cruceros más grande del mundo, consideró que la extemporánea decisión prohibitiva de Trump provocó afectaciones materiales y financieras de un impacto difícil de calcular, y la calificó como un «ruido» en el área turística del Caribe. «Me cuesta trabajo entender la decisión de la administración.

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