El conflicto del río San Juan ha hecho resurgir en Nicaragua la desconfianza añeja, pues en el siglo XIX las apetencias expansionistas de Costa Rica restaron a territorio nicaragüense las regiones de Nicoya y Guanacaste. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
MANAGUA, abril 11.— Representantes gubernamentales de Nicaragua y Costa Rica se reunirán mañana, en lo que podría ser el primer paso para solucionar el diferendo entre los dos países, pero el encuentro está aún hoy marcado por la incertidumbre.
Las dos naciones centroamericanas sostienen desde octubre del pasado año un diferendo fronterizo por un minúsculo pedazo de tierra pantanosa en la desembocadura del nicaragüense río San Juan, que Managua atribuye a las apetencias expansionistas de Costa Rica, por las que perdieron en el siglo XIX las regiones de Nicoya y Guanacaste.
El conflicto ha hecho resurgir en Nicaragua la desconfianza añeja y provocado nuevas razones para recelar de su vecino del sur, en el que muchos nicaragüenses suponen motivos ocultos tras su interés por una superficie de apenas tres kilómetros cuadrados en en el delta del San Juan.
Para las autoridades nicaragüenses se trata de un asunto de soberanía nacional, según lo calificó el pasado miércoles el presidente, Daniel Ortega, durante un discurso pronunciado en la ciudad de León.
Tanto el mandatario como otras prominentes figuras del gobierno y de otros sectores del país, han señalado que Costa Rica actúa de mala fe y aplica una interpretación antojadiza y malintencionada de la sentencia emitida el 8 de marzo pasado por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
En una decisión preliminar, en espera de un dictamen final que puede demorar varios años, los jueces de la CIJ decidieron que que «cada parte se abstendrá de enviar o mantener en el territorio en disputa, incluido el caño, a sus agentes, sean civiles, policías o efectivos de seguridad».
Sin embargo, la semana pasada San José envió dos veces a un grupo de funcionarios del gobierno a la zona de exclusión, acompañando a expertos de la Convención Ramsar, para inspeccionar los humedales del lugar, aludiendo que la sentencia de la CIJ le otorga el derecho de hacerlo, lo que motivo la inmediata protesta nicaragüense.
En la práctica, las relaciones diplomáticas bilaterales están de hecho estancadas, lo que repercute de manera negativa en el proceso de integración centroamericana, algo que no le conviene a ninguno de los dos países y mucho menos a la región en su conjunto.
De ahí la importancia de la reunión de mañana —la primera bilateral en los últimos seis meses—, pero todavía no es seguro que se realice en Peñas Blancas, una localidad fronteriza propuesta por Nicaragua, y tampoco se ha confirmado la jerarquía de los participantes, aunque Managua ya anunció una delegación ministerial de alto nivel.