Durante la madrugada la Luna se mostraba de un color plateado intenso antes del inicio del eclipse. Autor: Kaloian Santos Cabrera Publicado: 21/09/2017 | 05:04 pm
Mi pasión nunca fue la astronomía. Simplemente, como millones de mortales, disfruto de las noches con cielo despejado, estrellado y luna muy coqueta.
El pasado 21 de diciembre, en La Plata, Argentina, la madrugada tenía ese aspecto.
Salí al patio y advertí la luna blanca y redonda como un inmenso foco y disfruté por un segundo de ese paisaje. Luego me encerré, como de costumbre, en Internet para navegar por el estado de salud del mundo y otras cuestiones que me interesan.
Cerca de las 3 a.m. una amiga me dio un toque por el chat de Facebook y me preguntó por el eclipse lunar que estaba por dar inicio. Ella se lo perdería porque su noche, a 5 mil kilómetros de la mía, estaba totalmente nublada.
Caramba había olvidado este regalo poco usual de la naturaleza donde el Sol, la Tierra y la Luna, forman una línea perfecta en el espacio.
Salí nuevamente y ahí seguía el astro, rodeado de estrellas en su escenario limpio y claro. Ante mis ojos, solitario en una madrugada de verano en el sur del nuestro continente, la modelo vestida de luz y sombras. Paulatinamente se fue ensombreciendo y escondiéndose en el horizonte hasta que, como si fuera el telón de un teatro, se fue entre las ramas de los árboles. Aplaudí tal espectáculo que tuvo su última función el 21 de febrero de 2008. En voz baja solo atiné a exclamar: ¡bravo!