Por ahora me gana, pero voy en punta. Foto: REUTERS
Washington, julio 25.— El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está muy cerca de alcanzar a Richard Nixon, quien aún ostenta el «título» de mandatario más impopular en la historia de ese país, según un sondeo publicado este miércoles por el Washington Post y ABC News.Nixon por ahora sigue siendo el menos popular, cuando en 1974 antes de renunciar a su cargo, obligado por el juicio político o impechment, alcanzó el nivel más alto de desaprobación: 66 por ciento.
Bush hoy cuenta con 65 por ciento de desaprobación de los estadounidenses a sus últimas decisiones, señala ANSA, tanto las vinculadas con la política exterior, por el envío de más tropas a Iraq, como las relacionadas con su plan interno, en particular el haber evitado la cárcel al ex jefe del equipo del vicepresidente Dick Cheney, Lewis «Scooter» Libby.
Según ese sondeo, 52 por ciento de los estadounidenses manifiesta «un disenso radical» con Bush, mientras que 28 por ciento se muestra «muy molesto», añade la agencia informativa italiana.
Este miércoles hubo otro indicio de descontento contra la administración Bush cuando la Comisión de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes aprobó, por 22 a favor y 17 en contra, declarar en desacato al Congreso al director de personal de la Casa Blanca Josh Bolten y la ex asesora judicial Harriet Miers.
Ambos funcionarios se negaron a testificar sobre el caso de la destitución de fiscales por razones políticas, y según un prominente demócrata que pidió guardar el anonimato, la Cámara de Representantes debe retomar los citatorios después del receso del Congreso en agosto, apuntó AP.
Por su parte, John Conyers, presidente de la comisión, dijo que el panel no tiene nada que perder al presentar los citatorios desde ahora porque no podía permitir que los asesores presidenciales desobedezcan la autoridad del Congreso. Los republicanos advirtieron que un citatorio por desacato será derrotado en una corte federal incluso si logra llegar tan lejos.
La moción para hacer llegar los citatorios a un fiscal federal se produce tras casi siete meses de una indagación promovida por los demócratas, la cual versa sobre si la Casa Blanca orquestó los despidos de fiscales federales para influir en casos de investigaciones por corrupción, con el fin de favorecer a candidatos republicanos, una acusación rechazada por el gobierno de Bush que, sin embargo, ha invocado el privilegio del poder ejecutivo para mantener en reserva sus deliberaciones en torno al asunto.
Fred Fielding, consejero legal de la Casa Blanca, había dicho anteriormente que tanto Miers como Bolten eran absolutamente inmunes a los citatorios del Congreso, una afirmación que hizo enfurecer a los legisladores, y fue firmemente rechazada por Conyers, añade AP.