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Computadoras y ajedrez

La polémica sobre si las computadoras han beneficiado o no al ajedrez sigue vigente ¿Quién dice la última palabra?

Autor:

Juventud Rebelde

A bordo de la estación espacial MIR, el CD con Fritz vuela al lado del ordenador portátil sin gravedad. Kasparov contra Fritz en Nueva York 2003. El duelo termina empatado. Aunque a la altura en que estamos, año siete del nuevo milenio, la inserción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en nuestras vidas parece irreversible, todavía subsiste la polémica sobre si su llegada ha sido para bien o para mal.

Así, en sentido general, la mayoría de los mortales atribuimos hoy a la computación un papel insustituible en el desarrollo social, aunque lógicamente el consenso no es total, pues imaginar que los humanos un día nos pondremos todos de acuerdo en algo es una gran utopía.

Citemos el ejemplo del ajedrez. Les cuento que he conversado con muchísimos aficionados y jugadores y casi todos coinciden en que la introducción de las máquinas le ha cambiado la cara al mundo de los trebejos. Es indudable, afirman, que gracias a las computadoras se han enriquecido notablemente las bases de datos, lo cual ha redundado en una mayor socialización de los fundamentos del llamado juego ciencia.

Pero ha pasado algo con lo que no se contaba: las máquinas muy pronto dejaron de ser meros instrumentos para convertirse en protagonistas, al punto de que ya los programas informáticos casi no pueden ser derrotados por los seres humanos.

¿EL PRINCIPIO DEL FIN?

En el año 1985, a propuesta del genial ajedrecista ruso Garry Kasparov, la compañía Chessbase desarrolló un programa para administrar y almacenar partidas con la ayuda de un ordenador, abriendo un terreno inédito.

Luego vio la luz un auténtico programa de ajedrez, que muy pronto ganó celebridad cuando en mayo de 1994 se disputó un torneo relámpago en Munich, Alemania, donde uno de los participantes se llamaba Fritz y no era de carne y hueso.

Fritz tuvo un sensacional debut, poniendo en jaque al mismísimo Kasparov, quien a duras penas logró vencer en la final a su raro oponente. Soberbio como de costumbre, el fin de semana siguiente Kasparov apareció en un programa de la televisión alemana para demostrarle a un público de varios millones de espectadores que el Campeón del Mundo todavía se las arreglaba bastante bien con los programas de ajedrez, como Fritz.

Para comprobarlo, «el ogro de Bakú» jugó una partida en directo contra el ordenador. En ella sacrifica una pieza y hace sudar la gota gorda a Fritz, pero luego no se percata de un contraataque y fue vencido espectacularmente por la máquina.

Más adelante, en mayo de 1995, el programa Fritz, que entonces todavía se comercializaba en forma de disquete, ganó con autoridad el Campeonato Mundial para Ordenadores, derrotando en la partida decisiva a la computadora de IBM Deep Blue, artefacto que dos años después venció en Nueva York a Kasparov 3,5-2,5 puntos.

Siendo ya todo un famoso, en junio de 1998 Fritz conquista el fuerte torneo de Frankfurt, por delante de varios Grandes Maestros de la élite mundial.

Además, en abril de 1999 la máquina derrota a la mejor jugadora del mundo, Judit Polgar, en un duelo a partidas rápidas que terminó con amplia diferencia de 5,5 a 2,5 puntos. Unos meses después, Fritz logra la marca al vencer nuevamente en el torneo de Frankfurt con un impresionante rendimiento de 2825 puntos. Tras de sí se clasifican nada menos que Topalov, Leko, Svidler, Polgar, Lutz, Morozevich y Adams.

Por aquellos días, Fritz fue enviado a la estación espacial MIR para que los astronautas pudieran jugar al ajedrez con él desde el cosmos.

Con el tiempo, Fritz se convirtió en Deep Fritz, una versión superior con varios procesadores en paralelo. En octubre de 2002, Deep Fritz se enfrenta con el entonces (y ahora) campeón del mundo, Vladimir Kramnik, en Bahrein, en un duelo a ocho partidas. Kramnik se adelanta con un parcial de 2,5-0,5, pero pierde dos partidas consecutivas y su oponente logra igualar el tope, que al final concluye 4-4.

Al año siguiente, Kasparov vuelve a aceptar el reto de la máquina y ambos contendientes se enfrentan en un match en Nueva York, que también concluye empatado. Pero el batacazo llegaría en octubre de 2004, cuando se disputa en Bilbao, España, el I Campeonato del Mundo de Hombres vs. Máquinas y la inteligencia artificial se impone claramente por 8,5-3,5 a un equipo humano donde alinearon Topalov y Ponomariov, dos de los mejores jugadores del planeta. Allí, Fritz juega las partidas en un sencillo ordenador portátil y alcanza el mejor resultado individual.

Y recordemos que el pasado año se disputó en Bonn, Alemania, otro tremendo duelo donde Fritz (versión 10) se midió nuevamente a Kramnik y el ruso sucumbió 4-2 ante un rival con capacidad para analizar diez millones de posiciones por segundo.

Ese último encontronazo entre el hombre y la máquina generó un mar de comentarios, entre ellos el del ruso Peter Svidler, uno de los mejores ajedrecistas del orbe.

«No creo que el ordenador vaya a conducir a la muerte por tablas del ajedrez, aunque es obvio que cada quien las aprovecha cuando puede. Yo no tendría ningún inconveniente en disputar un duelo con máquinas, siempre y cuando me pueda preparar adecuadamente. El incentivo principal sigue siendo el dinero, pues no creo que sea de mucho provecho para uno medirse con una computadora. Pero al mismo tiempo es un reto interesante», opinó Svidler.

ARMAS DE DOBLE FILO

Pero hay una subtrama tenebrosa en esta telenovela que aborda la relación entre el hombre y las máquinas. Resulta que las computadoras han sido utilizadas también para hacer trampas, convirtiéndose en una especie de «doping» sobre el tablero.

¿Se acuerdan de la polémica entre Kramnik y Topalov, donde este último acusaba a su rival de ser auxiliado por un ordenador durante sus visitas al baño en el match que ambos sostuvieron por la reunificación del título mundial?

Este no es tema nuevo, pues desde hace rato está latente la sospecha del «soplaíto», tanto que en algunos torneos los ajedrecistas han sido chequeados con equipos de detección electrónica antes de sentarse a la mesa de juego.

Y Topalov tiene como se dice «el tejado de vidrio», pues hay muchos rumores que ponen en entredicho su gran actuación en el Campeonato del Mundo de 2005 en San Luis, Argentina.

Pues bien, en el torneo de Wijk aan Zee que concluyó recientemente, Topalov y su entrenador Silvio Danailov alimentaron nuevas especulaciones con su comportamiento. Según un reportaje publicado la pasada semana en el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, todo comenzó en la partida de Topalov contra el seis veces Campeón de Holanda, Loek van Wely.

Relata el diario que en cuanto Van Wely realizaba un movimiento, Danailov salía corriendo de la sala y sacaba el teléfono móvil de su chaqueta. Al rato volvía a entrar, situándose en el mismo rincón del área de espectadores y se ponía unas gafas. Desde allí no podía ver nada de la partida, ni tampoco la pantalla que mostraba la posición de las piezas; sin embargo, sí podía establecer contacto directo con Topalov, mirándole a los ojos sin que este tuviera que torcer la cabeza. Así, en el movimiento 26, se mordió el dedo pulgar y lo bamboleaba en la comisura de los labios de un lado al otro. A continuación, Topalov capturó un caballo con su alfil en la casilla c5...

En el movimiento 31, Danilov se volvió a meter el pulgar en la boca y Topalov comió un peón en d3. Así, tras 35 movimientos, Van Wely se rindió en una posición desesperada. Más adelante se demostró que todas las jugadas que había realizado Topalov durante la fase decisiva, coincidieron con las jugadas preferidas por los usuales programas de ajedrez.

«Durante la partida nunca tuve la sensación de que algo raro estaba ocurriendo, pero sí me dijeron que Danailov se estaba comportando de manera muy sospechosa», comentó después Van Wely. Por su parte, el árbitro principal tampoco había notado nada sospechoso, pero anunció que se iba a fijar más en la próxima partida de Topalov sobre posibles comportamientos llamativos...

Bueno, hasta aquí esta pincelada para ilustrar el asunto. Ahora quiero cerrar el tema con otra arista que pone en duda el supuesto beneficio que las computadoras han traído al ajedrez.

Lo trae a colación el amigo, Wilfredo Mayet, licenciado en Cibernética-Matemática y experto en la creación de softwares, para quien es muy sospechoso y perjudica al ajedrez el hecho de que alguien con acceso a una gran base de datos, un ordenador y tiempo pueda derrotar a un Gran Maestro.

Mayet se cuestiona la proliferación de supertalentos como Magnus Carlsen, Serguei Karjakin, Etienne Bacrot y otros, quienes se hicieron Grandes Maestros entre los 12 y los 13 años. Para él, estos han sido niños de laboratorio, pues en otras épocas era muy raro que alguien se hiciera Gran Maestro antes de los 20 años. Recuerden a Fischer (lo logró a los 15 años) y al propio Kasparov (a los 16).

Si repasamos la historia, descubrimos que en fecha tan lejana como 1929 Capablanca planteó que el ajedrez debía ser modificado, pues con la cantidad de análisis que se publicaban ya las personas no jugaban por sí mismas, sino por libros. Él se estaba refiriendo a su contrincante Alexander Alekhine, de quien se decía que conocía al detalle, con una enorme profundidad, la teoría de las aperturas. ¿Qué les parece?

Posteriormente, el ruso Mijaíl Botvinnik heredó ese legado y se convirtió en el investigador y científico por excelencia del juego ciencia. Y cuando se retiró del ajedrez, después de haber sido derrotado por Tigran Petrosian, volvió a su oficio de ingeniero y fue el pionero de los primeros ordenadores para jugar y analizar posiciones. Botvinnik decía que un ordenador jamás le ganaría a un ser humano porque no pensaba, sino que calculaba matemáticamente. Si él supiera...

Pero Mayet se lanza a fondo cuando afirma que en estos momentos quedan en la élite muy pocos jugadores que actúan por su propia cabeza. «Estoy seguro de que Víctor Korchnoi es uno de ellos. Su edad y su vista no deben permitirle sentarse mucho tiempo frente a una pantalla. Los demás, para mí no tienen méritos realmente relevantes».

Mayet comenta además la existencia de un estudio «científico» sobre la exactitud en los cálculos humanos en relación con los programas cibernéticos, en el que nuestro Capablanca ha obtenido el primer lugar. «Es increíble lo que está sucediendo: ahora son los humanos los que están siendo comparados con las computadoras. En cualquier momento, todos los ajedrecistas a quienes la prensa mundial exalta hoy serán calificados de estúpidos mañana. La historia seguirá siendo destruida», concluye.

En fin, que el tema da para hacer un libro. Hemos querido presentarles los «pro y los contra», para que usted juzgue por sí mismo. Embúllese y háganos saber sus opiniones.

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