D.G.: Llevo siete años operada de un carcinoma medular de mama. Me extirparon el seno. Tengo un hijo, pero yo quisiera tener otro, pues a mi niño le gustaría tener un hermanito. De esa enfermedad no me he sentido más nada. Quisiera saber qué me aconsejan. Tengo 35 años.
Aunque se siente bien, parece no estar decidida. Por eso, creemos oportuno analizar esta decisión, que solo ha apoyado en el gusto que le daría un hermanito a su niño.
¿Tiene alguna otra razón para volver a embarazarse? ¿Qué espera de otro hijo? ¿A qué está dispuesta en caso de tenerlo? ¿Por qué está valorando esta posibilidad ahora? ¿Qué más está sucediendo en su vida?
Responder a dichas cuestiones podría ayudarle a esclarecer si en verdad desea tener este bebé o si existe algo más que la está empujando a dicha decisión.
Un embarazo siempre implica esfuerzos y riesgos para el organismo femenino. Una nueva evaluación de su estado de salud y los pronósticos médicos deben ser tenidos en cuenta; pero también ha de contemplar su deseo y disposición a afrontar cualquier otra contrariedad como madre de dos niños.
Podrían aparecer muchas otras contingencias que cambien su vida para bien y para mal. Decidir tener un hijo implica darle un lugar en su vida en cualquier circunstancia, contando con nuestro deseo como principal baluarte.
Devenir madres puede ayudar a compensar las faltas de la vida en una mujer. Es una de las maneras de vivir la femineidad; aunque no sea la única para todas, ni en toda circunstancia.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica