La llamada intuición o sexto sentido y la inteligencia emocional pueden ayudarte a refinar tu discurso gestual para evitarte problemas
El conocimiento de las formas no verbales de comunicación sirve para convertir el encuentro con otra persona en una experiencia interesante. Allan Peace
El 70 por ciento de la comunicación oral humana está cifrado en gestos, posturas y sonidos no articulados que emitimos consciente o inconscientemente. Este fenómeno se estudia desde mediados del siglo XX por la Semiología del Gesto (SG), disciplina enfocada en las negociaciones, aunque se suele aplicar también a la vida familiar y de pareja.
No tienes que titularte en SG para emplear sus herramientas con cierto éxito, y sobre todo para reflexionar sobre el impacto de tus gestos en las demás personas. La llamada intuición o sexto sentido (¿más desarrollada en las mujeres?), y la inteligencia emocional, pueden ayudarte a refinar tu discurso gestual para evitarte problemas.
Tras la publicación de la página pasada, foristas de ambos sexos que visitan Sexo Sentido, como Leandro, Via, Otelo y Baltazar coincidieron en priorizar las expresiones faciales antes que las palabras para cuidar de una relación.
Una joven cuyo seudónimo es La Solución escribió: «Nada mejor que una mirada apasionante, tierna, sensual y honesta que le demuestre los verdaderos sentimientos a la persona que tenemos enfrente», con lo cual apoyaba a Andrés Ángel, quien dice mirar a los ojos de su pareja para expresarle cuán grande es el amor que siente antes de acariciar sus mejillas, rozar sus labios y besarla.
Otras personas detallaron gestos que consideran básicos para cuidar el ambiente emocional y demostrar intimidad: coquetear con la ropa o el pelo, mostrar el cuello, aprobar las caricias con sonrisas, entreabrir los labios y acariciarlos con la lengua… lo que ESotoT define como «poner al desnudo la verdadera naturaleza de nuestra personalidad».
Aunque es difícil controlar las emociones, una persona madura aprende a hacerlo, porque sabe que dejarlas fluir no siempre actúa a su favor. Algunas expresiones duran menos de un segundo pero provocan lecturas desagradables y malogran las mejores intenciones.
Según la SG, hay gestos para mostrar aburrimiento o interés, rechazo o aceptación, autoridad o servicio, sinceridad o inseguridad… Cada uno desata reacciones diversas en la pareja que no pueden obviarse, pues como dice el forista Rodin, aunque le digas a una persona que la quieres, si tu cuerpo dice lo contrario generas confusión y terminan no creyéndote.
¿Qué puedes esperar de tu pareja si le haces muecas de mohín mientras se arregla para salir juntos, o si bostezas cuando te habla de cosas que considera importantes, pero para ti son triviales? Tal vez no te reclame en el momento, pero esos efectos son acumulativos. Luego quieres mimos y no te complacen, y te enojas porque ya olvidaste tu anterior falta de tacto, ¡pero tu pareja no!
Igual pasa con la demostración de celos, especialmente si son infundados, y los gestos groseros o desconsiderados hacia el resto de la familia. La falta de empatía puede resultar traumática cuando refuerza estereotipos sociales degradantes o se ensaña en heridas anteriores.
¿Acaso ayudan un gesto de aprehensión o burla cuando fallan la erección del pene o la lubricación vaginal, ya sea por nerviosismo o por problemas de salud? ¿Qué hombre no toma a mal una cara de desencanto cuando palpan u observan su pene en el primer encuentro íntimo? ¿Y qué mujer se concentra para dar o sentir placer si la otra persona está constantemente mirando el reloj?
Es muy bueno cultivarse para evitarlos, pero si ya se te escapó uno de esos gestos desafortunados pide disculpas sinceramente y anímate a poner tu cara más seductora: la expresión de fastidio ante la susceptibilidad ajena no mejora tu situación, sino que la agrava.
El forista Andrés Ángel menciona otra circunstancia interesante: Si la pareja no está sola es mejor emplear miradas rápidas, señales secretas que solo ellos entienden aunque los demás se asombren al verlos y traten de descifrar qué pasa.
Su consejo es válido para personas de cualquier orientación sexual, porque el derecho a expresar nuestro erotismo no está reñido con el respeto al ambiente social, sobre todo en escuelas, centros de trabajo y sitios de mucho público.
Sin la certeza de que el sentimiento es recíproco, hay que cuidarse más. Rodin cuenta que una vez se enamoró de una amiga sin percatarse: «Nunca hablé con palabras, pero mi cuerpo, gestos y mirada lo hacían por mí y todo el mundo lo sabía, hasta la muchacha».
El suyo fue un amor sano y sin intenciones, dice, pero la prudencia aconseja no prestar un exceso de atención a quien ya te dejó bien claro que no le interesas, porque tiene pareja o le provocas antipatía. La forista ABP comenta lo embarazoso del asunto, porque lo vivió con un muchacho que tenía lo que ella llama «una “mirada poderosa”… Me ponía supernerviosa y creo que yo hacía el ridículo, porque hasta se me caía lo que tenía en la mano».
Las miradas insistentes a distintas partes del cuerpo, la vigilancia de reojo y los gestos de contenido erótico, así sean de desprecio o burla, son formas de hostigamiento sexual penadas por las leyes de muchos países, sin distinción de género para la víctima o el victimario.
Reconocer los límites puede ser difícil, pero no hay que olvidar cómo a cada minuto nuestros gestos nos hacen ganar o perder, y a veces es para toda la vida, sobre todo quien trata de «vender una imagen verbal —como dice el forista Leandro— para luego contradecirse abiertamente a “gritos” no verbales».
Estas décimas del tunero Renael González Batista, vieron la luz en el cuaderno Sobre la tela del viento, en 1974, y han sido incluidas en antologías poéticas de varios países. Musicalizado por el holguinero José Antonio Rodríguez, pasó a formar parte del repertorio de numerosos cantantes, como los dúos Ad Libitum y Escambray, el trío Palabras, María Victoria, la Tropa Cósmica Colombiana y Carlos Cuevas, a quien lo adjudicamos por error la semana pasada. A pedido de varios lectores publicamos su letra íntegramente.
¿Tu mirada? Tu mirada / es el más perfecto modo / de decirlo todo, todo, / aunque no hayas dicho nada. / ¿Qué magia tienes guardada, qué poder bello y profundo? / Tu mirada de un segundo / me siembra un año de antojos / y cuando cierras tus ojos / se queda sin luz el mundo.
¿Cómo en tan breve sonido / puede haber tanto calor? / ¿A qué pecho rimador / le robaste ese latido? / ¿Qué le dices al oído / con palabra perfumada / para que la enamorada / boca que te va nombrando / tenga sed de fuego, cuando / enciendes una mirada?