La aplicación de una dosis de la vacuna antimeningocócica a poblaciones de riesgo permitirá evaluar su impacto en la salud de los asintomáticos, sintomáticos y pacientes graves, aquejados por la COVID-19, y modificar el curso clínico de la enfermedad
Transformar el curso clínico del nuevo coronavirus y lograr que sean cada vez menos las personas que lleguen a la gravedad o al estado crítico de la enfermedad es la razón por la que, desde la ciencia, se han tomado en cuenta alternativas para su tratamiento, mientras se desarrolle en las fases correspondientes un candidato vacunal en el país para una vacuna específica.
En tal sentido, un aspecto positivo del enfrentamiento a la COVID-19 en Cuba ha sido la aplicación de medicamentos que se habían desarrollado y fueron adaptados para emplearlos en el actual contexto. Otros se estudian como la vacuna antimeningocócica VA-MENGOC-BC, cuya dosis se aplicó a poblaciones de riesgo para evaluar su impacto en la salud de los asintomáticos, sintomáticos y pacientes graves.
Según se informó el jueves último en la reunión del grupo de científicos y expertos que participan directamente en la batalla contra la enfermedad, la vacuna se le ha aplicado a 18 528 personas de los municipios capitalinos de Plaza de la Revolución y Centro Habana, y sus resultados están siendo valorados.
El objetivo es estimular la inmunidad innata, la cual puede entrenarse, ha dicho a la prensa la doctora Dagmar García Rivera, directora de Investigaciones del Instituto Finlay de Vacunas, perteneciente al Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba (BioCubaFarma).
«El esquema de la vacuna consiste en dos dosis. Ambas cuentan con el componente B, una nanopartícula capaz de potenciar la inmunidad innata, que no es más que la defensa que tenemos desde que nacemos, inespecífica y que puede activarse ante cualquier agente extraño. La segunda dosis completa la protección específica frente a la enfermedad, por lo que en el actual contexto aprovechamos las potencialidades de la dosis primera.
«No se trata de una reactivación del esquema de vacunación contra el Meningococo B y C, sino de emplear sus propiedades inmunoestimulantes sobre el sistema inmune innato con una sola dosis, lo cual puede ser beneficioso en el control de la infección viral en la fase más temprana de la enfermedad», señaló.
Igualmente, García Rivera refiere que depende de la interacción entre el virus SARS-CoV-2 con los mecanismos de la inmunidad innata del paciente, si estos son efectivos, que el paciente llegue o no a la gravedad, por lo que evaluamos toda respuesta registrada en la población a la que se le ha indicado.
La vacuna VA-MENGOC-BC fue desarrollada por Cuba en 1989. Está incluida en el Programa Nacional de Inmunizaciones en la lucha contra la enfermedad Meningocócica (EM) B y C, causada por una bacteria. Durante tres décadas se ha utilizado en niños y jóvenes y han sido más de 60 millones de dosis las aplicadas en Cuba y otros países, con las que se ha demostrado su efectividad.