Ubicada en uno de los períodos más complejos de nuestro devenir, la Revolución del 30 es un hecho plural y de múltiples aristas que todavía ofrece abundante espacio para el aprendizaje
Dentro de la muy rica historia cubana como nación, un hecho plural y de múltiples aristas, como lo fue la llamada Revolución del 30, todavía ofrece abundante espacio para el aprendizaje. Ubicada en uno de los períodos más complejos de nuestro devenir, para nada se agota aún lo que este fragmento del pasado puede decirnos en el presente. Aportar nuevas visiones, análisis de contextos, del ideario y de los roles de los participantes, es solo una de las posibles contribuciones de un libro como La revolución cubana del 30. Ensayos, de la autoría de Fernando Martínez Heredia. Un título que publica Ciencias Sociales junto con Ruth Casa Editorial.
A partir de una profunda semblanza de cinco de las más importantes figuras protagónicas de esta parte de nuestra historia, el autor asume el reto de hacernos encarar nuevamente este profuso entramado. Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras, Raúl Roa, Pablo de la Torriente Brau y Rubén Martínez Villena, cumbres todos de nuestro mejor pensamiento y de nuestro más radical accionar, aun cuando reflejado por diversas vías en cada caso, son los protagonistas que Martínez Heredia escoge para armar esta suerte de retrato histórico. A sabiendas del riesgo de lo incompleto de las generalizaciones, se atreve este escriba a arriesgar dos ideas que quizá unifican la selección, y que caracterizan de alguna manera el modo de llevarla adelante.
Primero, que en todos los casos, Martínez Heredia prefiere partir de la dimensión humana de cada uno de estos participantes. Justo así es que se agiganta entonces, se puede aquilatar más y mejor la valía de sus labores, ideologías y ejecutorias. Los dioses lo pueden todo, lo tienen todo a su alcance. En cambio, los héroes deben, como diría cierto Guerrillero andante, arriesgar el pellejo para probar sus verdades. Tan así es, que solo uno de ellos, Raúl Roa, sobrevivió a la gesta de los años 30. Los asesinatos políticos en México y en el Morrillo, la enfermedad agravada por la entrega a la lucha, y las balas fascistas contra el internacionalismo en España, segaron las vidas de los cuatro restantes combatientes.
El segundo argumento es que el autor tiene muy en cuenta, a pesar de reconocer sus obvias y humanas parcialidades, un consejo de Ramiro Guerra y Sánchez, citado en el propio libro. Un país no podrá tener jamás una historia, sino muchas historias, decía Guerra. De ese modo, cada semblanza se torna en transparente pantalla, tras de la cual desfilan hechos, contextos, y como historia viva, hecha en suma, esos cinco rostros nos conducen a un retrato mayor de esos años. Al panorama diverso de las muchas hebras que tejen un momento, un comportamiento, las causas y efectos, las herencias y errores del período analizado.
El acucioso historiador que es Martínez Heredia, reitera y asume a su modo la máxima ya mentada cuando afirma: «Mi tema son las relaciones entre ciertas personalidades radicales actuantes y la época de revolución en que vivieron y actuaron. ¿Cómo entendieron los datos de su situación y de su época, cómo se representaron las tareas a realizar, las vías para hacerlo, los amigos y los enemigos de su causa? ¿Qué ideales les dieron forma, alcance y vehículo a sus motivaciones, les sirvieron para luchar y persistir, para llegar a los mayores sacrificios? La historia que solo observa a organizaciones políticas a través de actas de sus reuniones y declaraciones está ciega y tiene tratos con fantasmas».
De seguro, no hay mejor definición para intentar agrupar los significados y aportes de este libro, que una frase del propio autor, extraída de sus párrafos sobre Pablo de la Torriente, pero que podemos interpretar con un carácter de significados mayores. Al referirse a los círculos intelectuales nacionales, los mismos que participan «en la contienda sorda de valores que se ventila hoy en Cuba, entre un anticapitalismo socialista, con sus fortalezas, errores e insuficiencias, y un conservatismo con ropas nuevas que tiende a la necesidad de capitalismo», reafirma las necesidades, la casi urgencia de «recuperar la gesta cubana de los años 30 y darle su lugar principal en el rescate de aquella primera mitad del siglo XX comúnmente llamada ‘‘la república’’.
Como bien señala Martínez Heredia, «la historia no vuelve nunca de cualquier manera, la memoria histórica nunca es inocente». Por lo cual es posible afirmar que de la lectura de este libro, La revolución cubana del 30. Ensayos, brotarán sin dudas buenos aliados que, desde sus verbos del ayer, nos armen de buenas semillas y valiosos frutos para traducir mejor el hoy.