Las tendencias de salud mental entre jóvenes y adolescentes revelan una «epidemia» de depresión y ansiedad
El teléfono suena. Es tu amiga Ana. Por un momento hay un chispazo de algún tema de conversación nuevo, algún chismecillo, o cuento que te saque de la rutina. Pero Ana se queja del encierro, y te demanda algún cuento, algún chismecillo que la saque a ella de la rutina. Con el rabillo del ojo miras al cuarto y ves a tu hijo adolescente enganchado al celular, jugando el nivel 34 del mismo videojuego de hace un mes. Cuelgas el teléfono, suspiras. Quisieras ayudarle, pero no sabes cómo. Al siguiente día, la escena se repite. Solo cambia el nombre de la amiga que llama para quejarse y el nivel del videojuego que engancha a tu hijo. El resto es igual.
Ese tipo de «estampas» depresivas es el que viven muchas familias en medio del aislamiento social. La preocupación por la salud mental, sobre todo de jóvenes y adolescentes que ahora no pueden acudir a los centros de estudio ya ocupan investigaciones y recomendaciones de autoridades de salud internacionales. Para suerte nuestra, no todo está perdido. Exploremos un poco el tema y las ideas de cómo solucionarlo.
El sondeo de Unicef amplificó las voces de 8 444 adolescentes y jóvenes de 13 a 29 años en nueve países y territorios de la región latinoamericana. El reporte da cuenta de los sentimientos que enfrentaron en los primeros meses de respuesta a la pandemia.
Entre los participantes, 27 por ciento reportó sentir ansiedad y 15 por ciento depresión en los últimos siete días.
La situación general en los países y sus localidades ha afectado el día a día de las personas jóvenes, detalla el reporte, pues 46 por ciento afirma tener menos motivación para realizar actividades que normalmente disfrutaba. Mientras, el 36 por ciento se siente menos motivado para realizar actividades habituales.
La percepción sobre el futuro, otro indicador de depresión, también se ha visto afectada, particularmente en el caso de las mujeres jóvenes, quienes están enfrentando dificultades particulares. El 43 por ciento de las mujeres se siente pesimista sobre el futuro frente al 31 por ciento de los hombres participantes.
Según la investigación, Unicef hizo un llamado a las autoridades de salud de los países, pues alto porcentaje ha sentido la necesidad de pedir ayuda en relación con su bienestar físico y mental. Pese a lo anterior, el 40 por ciento no pidió ayuda.
Si bien esta muestra no es representativa de toda la juventud de la región, sí da buenas pistas de cómo andan los ánimos juveniles en el aislamiento.
El neurólogo Hernando Pérez, neurólogo especialista en sueño del Centro de Neurología Avanzada (CNA) de España, se ha referido al fenómeno, que considera mundial, y responsabiliza de gran parte de estos problemas de salud mental a la falta de higiene de sueño que está llevando aparejada la pandemia. Los adolescentes tienen un cronotipo búho, ha explicado al diario español El País; es decir, su sistema les empuja a acostarse tarde y levantarse tarde, es lo que se llama síndrome de retraso de fases, ha expresado.
«No es lo mismo dormir seis o siete horas sincronizado con los ritmos de luz y oscuridad, que las mismas horas sin esa sincronización. Ese cambio de horarios por sí solo ya puede suponer un aumento de la incidencia de cuadros de ansiedad o depresión, además de irritabilidad y cuadros anímicos».
Por otro lado nos encontramos con que apenas pueden socializar, actividad esencial en esta etapa para el desarrollo de su personalidad y su autoconcepto, y una creciente adicción a las tecnologías, lo cual, detalla, «implica un mayor aislamiento, así como más inactividad y falta de motivación por otros aspectos relevantes de su vida».
Explorando las fórmulas que han seguido aquellos jóvenes y adolescentes que no se han sentido tan impactados, Unicef informa que las recetas van desde el ejercicio físico, hasta rutinas saludables en horarios de sueño y estudio, así como el cultivo de hobbies variados, como la lectura, el ciclismo, la guitarra y otros.
En Cuba la preocupación por este tema ha llevado a la habilitación de una vía telefónica para el asesoramiento sicológico, a través de la llamada gratuita al 106. En casa, los padres y tutores deberán ser muy observadores a síntomas de irritabilidad, desgano o desmotivación para establecer rutinas sanas y evitar el descontrol de horarios y actividades en nuestros muchachos. Hay soluciones a la mano, basta con tomarlas proactivamente para librarnos de la pandemia secreta de los búhos solitarios.