Nada. Una brizna, apenas un filamento que acaricia mi mano. Pero cuántos recuerdos, cuántas historias en esa nervadura, en ese encaje. Se le conoce como espuma de mar, brisa, helecho plumoso… Todas las metáforas, todo lo delicado para nombrarla.
Nació en el África, en el sur. Su nombre científico, Asparagus plumosus, retrata sus tallos delicados, sus hojas cual plumillas, sus flores diminutas. Sus bayas, en cambio, son tóxicas: tal vez el destino lo quiso así para compensar tanto derroche.
El espárrago es un haiku vegetal, una oda mínima. A esta planta se le conoce también como «esparraguera de los floristas». Es un tesoro de los adornos florales, de la jardinería. Si no, pregúntesele a mi amigo Humberto, a este caballero de La Víbora que ha trenzado durante años espárragos y flores. Ramos de quinceañeras y bodas, altares y escenarios, cumpleaños y funerales. Espárragos para festejar la vida, para despedirla.
La primera vez que reparé en la hoja de espárrago fue en el pecho de mi maestra: era el Día del Educador y allá se apareció con la rosa prendida, con el bordado vegetal al fondo. Ninguna distinción le iba mejor a su sencillez. Una maestra florecida es una bendición; el corsage, una medalla del cariño.
La tradición se ha ido perdiendo, el espárrago se ha ido perdiendo. Ahora suelen entregarse otras cosas, más duraderas, pero menos tiernas. La ternura es una joya rara, y más necesaria, cuanto más ásperos los caminos.
Hoy me fui por la tierra. De verde, en busca de lo verde. Lorquiano. Y Madelín ha puesto en mis manos un retoño, que es como poner un trozo de recuerdo, como rasgar el tiempo, como volver a la sonrisa de mi madre. Y a la raíz, al latín, al griego, al persa: espárrago quiere decir brote, quiere decir yema.
He plantado un espárrago en mi jardín, un amuleto vivo contra la desmemoria. Luz, pero no directa, me recomiendan. Velar por la humedad, rociar, quitar las hojas secas, tener cuidado con la araña roja: todo lo hermoso siempre está en peligro.
Asparagus plumosus, espuma de mar, brisa. Una brizna, apenas un filamento que acaricia mi mano. (Tomado de La Jiribilla)