Mi amigo César Gómez subió un video en su página en Facebook, en el que se ve y se oye a Orlando Gutiérrez-Boronat, «Orlandito», hablándole a un grupo de personas reunidas en un local de Miami. En él les dice que, «ante las tensiones sociales que están ocurriendo en Cuba hoy en día y para evitar un baño de sangre», es necesario que Estados Unidos invadan el país y así implantar un Gobierno democrático.
Lo primero que hay que saber es quién es el tal «Orlandito». Llegó, desde Cuba, a Estados Unidos con seis años de edad, en 1971, estudió en la Universidad de Miami, en donde se graduó con un doctorado en Filosofía de Estudios Internacionales (en realidad yo no sé para qué sirve eso). Cuando lo conocí, hace 30 años, trabajaba en el periódico El Nuevo Herald, me parece que de lleva y trae, ya que no creo que formara parte del grupo de periodistas de esa publicación. Muy poco tiempo después, fundó junto con su futura esposa una organización, a la cual nombró Directorio Democrático Cubano y de la cual ha vivido muy bien desde aquella época, ya que esta ha recibido millones de dólares del Gobierno estadounidense para hacer propaganda contra Cuba alrededor del mundo.
Tuvimos un par de debates en la radio en los 90, aunque ninguno de los dos estábamos presentes en la cabina radial. La última vez que lo vi en persona fue en la cola de un banco mientras esperábamos a la cajera. Recuerdo que le dije sonriendo: «Orlandito, pareces un ejecutivo de una gran corporación».
Pues bien, ese es el «patriota y combatiente vertical» que acabo de ver en el video, en el que solicita una intervención norteamericana en Cuba.
No es nada nuevo que un enemigo del Gobierno cubano pida una invasión de marines a la Isla. Es más, podría afirmar, sin temor a equivocarme, que los enemigos de la Revolución desde el mismo día de su triunfo han pedido a gritos esa invasión armada. Toda la estrategia de la contrarrevolución ha sido esa. No creo que nadie que se opuso antes o se opone ahora al Gobierno cubano cree que por sí solo puede llegar a derrocarlo.
Ni los batistianos primero, ni los revolucionarios no comunistas de los primeros años, se sintieron con fuerzas para poder derribar al Gobierno. Ni en las guerrillas del Escambray de los 60, ni los invasores de Playa Girón, ni la clandestinidad de aquella época, ni los comandos de infiltración para hacer sabotaje, ni los ataques a las costas desde lanchas rápidas, creían que podían vencer al Gobierno, a no ser que desembarcaran los soldados americanos. Lo que digo lo digo con conocimiento de causa, algo sé de eso.
Lo que vino después de aquellos primeros años siguió la misma línea y la misma estrategia: crear malestar en la población en busca de un estallido social, hacer sabotajes desde el exterior, poner bombas en los hoteles, asesinar a diplomáticos, mandar a hacer huelgas de hambre de mentiritas, avionetas provocadoras por encima de La Habana etc., todo con el mismo fin, buscar la invasión de los marines. Nos guste o no, esa siempre ha sido la meta de los enemigos del Gobierno cubano.