«Esas nubes son el bello cielo: se extienden, se transforman, están allá a lo lejos y, sin embargo, están delante de nosotros».
José Martí, Revista Universal, 1875
EL conocimiento de la vida y obra de José Martí hay que continuar profundizándolo en la hora actual de Cuba y atendiendo a los desafíos de la humanidad, frente a un modelo hegemónico capitalista que desde lo económico hasta lo cultural es absolutamente injusto e insostenible. Martí, y ello debe comprenderse, no está desactualizado, es increíble como su pensamiento alcanza una vigencia extraordinaria convirtiéndolo, a pesar del paso del tiempo, en una figura histórica cuya actualidad y universalidad es impresionante, aplicable a la vida contextualizada en este tiempo histórico, a nuestro quehacer cotidiano, a la batalla por la emancipación cultural del hombre.
De ahí que conocer a Martí es en sí mismo un reto, por cuanto el Apóstol no admite un acercamiento epidérmico ni superficial. Conocer a Martí no es memorizar algunas frases, no es homenajearlo simplemente el día de su natalicio o caída en combate (los más usuales); sino hurgar en la esencia de su pensamiento, interpretarlo con objetividad y aplicarlo en nuestra vida práctica: asumir críticamente los valores que nos transmite, sus puntos de vista, el criterio de Martí sobre los más diversos temas.
Tenemos que mostrar a los jóvenes que existe un Martí accesible, que se puede conversar con él desde el ejercicio del pensar, desde la lectura de sus textos. Ahora, para lograr ese acercamiento hay que enseñar a descubrir a Martí, con métodos y medios que en el contexto actual sirvan para tal empeño. Los jóvenes de hoy leen menos, están menos conectados con la historia, y ahí está el desafío: acercarlos a la historia, a Martí, de la manera más sencilla posible. No es viable hoy atiborrarlos de conocimientos desde lo impuesto, prestablecido, vertical, sino desde la creatividad y la belleza, dejando el necesario espacio para descubrir la mística que lleva en sí el propio Martí; claro está, aunque sea en un celular hay que leerlo.
Hay que valerse de las herramientas que nos brindan las tecnologías de la información y las comunicaciones, aprovechándolas según nuestros fines educativos, culturales, de formación ciudadana. No podemos temer a los códigos nuevos, existen para ser utilizados, claro; se emplean también para seguir manteniendo la hegemonía cultural capitalista, la degradación ética y el empobrecimiento espiritual; empero nosotros, como contracultura, hemos de inventar siempre un recurso a cada nuevo recurso del contrario, y desde estos códigos audiovisuales y digitales hacer la Revolución.
Necesariamente si queremos mantener vivo a Martí hay que adecuar su estudio a las exigencias del momento histórico, hay que hacerlo desde los métodos de enseñanza, desde la manera en que se lo presentamos a los jóvenes. La escuela es fundamental, ella en sí misma ha de irse renovando cada vez más, colocándose a la altura del tiempo. Hay que posicionar a Martí en las redes sociales digitales, promover su lectura en esas plataformas, provocando que su acercamiento nos sea más efectivo; tenemos como ejemplo las aplicaciones del Centro de Estudios Martianos para celulares con las Obras Completas y Aforismos de Martí, así como los Cuadernos Martianos. La cultura audiovisual de nuestros jóvenes hay que mejorarla, continuar cultivándola, fomentar en ellos (desde Martí) la cultura del socialismo.
Como generación legaremos lo que seamos capaces de crear, no olvidemos que es esa la palabra de pase de cada generación, ser verdaderos revolucionarios, con sentido del momento histórico, ese que nos permite identificar aquello que debe ser cambiado, y por supuesto cambiarlo. Todo ello para dar continuidad a un proceso de construcción social que ciertamente parte de una raíz anticapitalista, que se declaró hace mucho tiempo socialista. Creo que ahí está el meollo del asunto, en la responsabilidad o deber generacional de seguir construyendo en Cuba el socialismo, de vivir la Revolución no como un hecho del pasado, sino como un acto del presente; ella existe y hay que vivirla, no debemos como generación dejarla morir, estancarse, enmohecerse.
Hay que imprimirle vida, vitalidad; llenarla de espíritu juvenil, de ese que nos hace ponernos la camisa al codo, hundir las manos en la masa y no imitar demasiado, como nos dice Martí en Nuestra América. Somos la generación hija del período especial en Cuba, de la crisis de los 90 del pasado siglo, del derrumbe del campo socialista, qué quebradero de cabezas; ahora debemos, ante esa realidad, mantener vivo el ideal socialista, la resistencia del pueblo y la asunción de los valores que nos hacen ser, por encima de todo, antimperialistas.
*Presidente Nacional del Movimiento Juvenil Martiano